Bayona, cabalgando al Oscar a lomos de la generación Z
Pasan de largo las dos de la mañana en Valladolid y, ante una Prensa expectante que se acaba de desbordar escribiendo 200 minutos de gala de los Goya, comparece Juan Antonio Bayona junto a dos de los doce «cabezones» que acaba de ganar. No sabe dónde dejarlos y, como en alegoría del milagro que es cada película, sus dos productoras de confianza (Sandra Hermida y Belén Atienza) le ayudan con el peso, flanqueándole entre que se seca las lágrimas y se prepara para una de las celebraciones más esperadas de su vida. A la cuarta, ganó Mejor Película.
«Nosotras llevamos doce años detrás de esta historia, obsesionándonos con cada detalle, con cada testimonio, con cada nueva lectura. Es como si, en la siguiente entrevista con los supervivientes, fueras descubriendo siempre algo nuevo. La gente ha vivido con pasión, y de manera condensada en la película, lo que llevamos más de una década sintiendo», explica orgullosa Atienza, antes de que el ganador a cuatro Premios Goya a la Mejor Dirección tome la palabra: «Es sorprendente, porque la película está en una fase en la que se ha convertido en un fenómeno fan, de público muy joven. Me encanta, porque es el público del futuro y el que necesitamos recuperar para las salas».
Y, en efecto, solo hay que darse una vuelta por TikTok o por la red social joven que le dé a usted más rabia para comprender que «La sociedad de la nieve», más allá de lo que le pueda parecer a cada individuo como película, entretenimiento o todo lo contrario, se está convirtiendo en puerta de entrada a la cinefilia. No quizá a una demasiado sesuda todavía, que se mida en Preminger y Resnais, pero sí una mucho más activa, capaz de convertir (como el pasado viernes en un cine de Madrid) el simple pase del filme con la presencia de los actores en una escena digna de la obsesión por The Beatles. La necedad de aquello que los sajones llaman «gatekeeping», y que en castellano y plata es el puro asco que dan aquellos que entienden que lo marginal eleva por defecto el alma, no ha lugar ante un portento nevado como el de Bayona y sus pibes.
Ahora bien, ¿es suficiente convertirse en «trend», Enzo Vogrincic mediante, para ganar el Oscar? «Es muy difícil llamar la atención de Hollywood cuando estás rodando una película en España y en español. Y, cuando llegas aquí, se te ve un poquito como si fueras de otra liga. Llega un momento en el que te sientes desubicado, y no pasa nada, pero tendríamos que hacer un esfuerzo por poner más arriba lo que son los límites de una producción en España», explicaba como casi pidiendo disculpas Bayona, verbalizando una sensación que como industria –y casi como país– no tendríamos que dejar sin atender. Cuando un realizador, orgulloso de rodar en español y en España, hecho que no se cansó de repetir durante toda la noche, hermanándose para toda la vida con Uruguay, Argentina y Chile, se puede llegar a sentir incómodo con cómo se perciben sus películas es que algo estamos haciendo mal. Algo, que quizá pase por la decisión de las dos cadenas más grandes de multicines, que no exhiben su película, pero algo que tenemos que arreglar de inmediato.