¿Y dónde está Dante?
En los negocios, una clave para saber cuando se está perdiendo el tiempo es ver la concreción, lógica y transparencia de un proyecto. Si quien propone un nuevo emprendimiento se enreda y pasados un par de minutos no es abierto en las claves del modelo del mismo, entonces la idea es básicamente bullshit.
Durante meses el líder nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, prometió una gran estrategia emecista para irrumpir en la campaña de 2024 como la alternativa que inmediatamente destronaría a la otra oposición, y así ir con suficiencia contra Morena. Aguanten y verán, decía.
Sobraron los periodistas y opinadores que insistieron en pedir al senador Delgado pistas o indicios que ayudaran a creer en esa supuesta fórmula para convertirse en EL retador contra todo lo que decían las encuestas, que ponían a MC en lejano tercer lugar, incluso con Ebrard como su hipotético candidato.
Dante llegó al punto de tener tensos encuentros (con Ciro y Azucena, por ejemplo), dado que él demandaba que se le dejara hablar, que le creyeran a pesar de que nada en la realidad permitía sustentar su entusiasmo. Llegó al grado de apostar, con López-Dóriga, su carrera si no destrona a la oposición.
Que si tenían una batería de estudios que a ellos les permitían ver lo que nadie más podía otear, que si su discurso de cambio y nueva alternativa frente a la “vieja política” es el que realmente ansía la sociedad y que era sólo cuestión de tiempo para que eso se materializara en las campañas...
Es natural que el líder de una fuerza política sea el porrista número uno de las posibilidades de su causa. Que venda la luna, también. Sólo que ese discurso no checaba con lo que todo mundo podía advertir en el ambiente: que MC jugaba de esquirol de Morena, que salvo eso no traía nada en las alforjas.
De tiempo atrás Dante no parece entender que sus largas y vehementes alocuciones sembraban más dudas que certezas, que jugar al secretismo no lo hacía interesante y menos convincente, y que nadie le veía lógica a su modelo. Claro, faltaba que el tiempo le diera la razón. Hasta hoy no es el caso.
Si el modelo dependía de Samuel García, pues ya vimos qué pasó con el gobernador de Nuevo León. Si el modelo no incluía un plan B (obligado en casi cualquier situación electoral), pues qué clase de planeación es ésta, qué falta de oficio. Y si el plan B era Jorge Álvarez Máynez, qué error de plan.
A tres semanas del arranque de la campaña electoral Movimiento Ciudadano es tema de conversación por los dos strikes que lleva su candidato. No ha ni comenzado la contienda y él ya está con la cuenta en contra y a punto del ponche. ¿Y ahora, dónde está Dante Delgado?
Porque la gran expectación que el senador quiso generar se le revierte en igual proporción. Dante, que siempre explica que se hace la política posible, no ha podido encarrilar una candidatura que, por lo menos, aspire a no ser considerada sólo el meme de ocasión de esta campaña presidencial.
Hay dudas de si Dante participó en el lanzamiento, Carta Blanca en mano, de Álvarez Máynez semanas atrás. Mas lo que hoy es incontrovertible es que no gobierna esa campaña, dado el desastre del nuevo video del candidato y su compadre el gobernador de Nuevo León.
Ni el manejo de crisis exhibido tras el nuevo video es de profesionales. De García y Álvarez Máynez se entiende que no entiendan; de Dante no. En dónde andará.