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Февраль
2024

Mar Romera , experta en inteligencia emocional: «Los móviles contaminan a los niños tanto como el humo del tabaco»

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Abc.es 
Educar sin recetas . Así reza la conferencia que imparte por toda España la reconocida pedagoga y especialista en inteligencia emocional Mar Romera , quien aboga por afrontar el reto de «sentir pensando y pensar sintiendo» en las aulas desde el «acompañamiento» a los alumnos para que puedan encontrar su mejor versión e, incluso, para que se equivoquen y aprendan de sus errores. La también licenciada en psicopedagogía atendió a ABC antes de ofrecer una ponencia en el salón de actos del Caxton College de Puçol ( Valencia ), en la que puso en valor el «sentido común» para huir de fórmulas «mágicas» en el ámbito de la educación. Así las cosas, ha desarrollado su tesis bajo un paralelismo referente a la cocina, pues «si utilizamos la misma receta para los escolares, con ingredientes y tiempos idénticos, todos serán iguales». Por ello, defiende « cocinar como lo hacía su madre », utilizando «lo que había en el frigorífico, que casi siempre eran productos de temporada». De este modo, llevándolo a los fogones de la docencia, subraya Romera que se debe hacer con «sentido común y presencia, y no con un mando a distancia». MÁS INFORMACIÓN noticia No Clara Gómez-Perretta: «Quiero contagiarme de la excelencia que ofrece LSE» Preguntada sobre cuáles son las fortalezas y las debilidades del sector educativo español, la pedagoga apunta al mismo elixir y veneno: los profesores. «En este colectivo tenemos a los mejores magos y brujos de Hogwarts y al mismo tiempo muchos dementores que evidentemente deberían estar trabajando en otra cosa y nunca con niños y niñas», expone. Respecto a ello, añade que la gran virtud del profesorado de este país reside en que se trata, en su mayoría, de «un ejército de buenas personas, responsables y amorosas, comprometidas con sus alumnos», mientras que existe un pequeño batallón «que ha pensado que ser maestro puede hacerlo cualquiera» y, sin embargo, «se trata de la profesión más importante del mundo ». Sobre si actualmente es más difícil ser profesor que, por ejemplo, hace tres décadas, Romera señala que no tiene por qué, ya que no se trata sólo de «dar clase», sino que es imprescindible « acompañar a personas » y «darles la oportunidad de encontrar su mejor versión y sus talentos» mientras «tienen la posibilidad de aprender a fracasar a lo largo de la vida». La pedagoga Mar Romera visita Caxton College ABC «Hoy es necesario acompañar durante procesos de aprendizaje, no dar clase, ya que las fuentes de información ahora son muchísimas, mientras que antes sólo teníamos al maestro», insiste. Así, aplica que el «trabajo de un niño es aprender, vivir, equivocarse, volver a empezar y por supuesto sentirse siempre amado y protegido». «La profesión más importante del mundo» En cuanto a la función que deben desempeñar profesores, Romera alude que la escuela debe centrarse en « compensar lo que no se da de manera natural »: «No podemos pedirles que hagan lo que nosotros no somos capaces de hacer». Para ahondar en ello, teoriza: «Si en una familia hay un hábito lector maravilloso, el colegio compensará en otra cosa, pero si no lo hay, nuestro trabajo sería causarlo». En paralelo, comenta que la función de los padres y tutores pasa por «acoger y hacer que los peques se sientan siempre seguros» y «no instruir», ya que «ser mamá o ser papá no es una profesión». Para conseguir tal misión, ahonda en la necesidad de aplicar la inteligencia emocional en el ámbito educativo: «El ser humano es un todo integrado y la neurociencia nos explica que primero sentimos y luego pensamos, así que nos podemos apropiar de nuestra circunstancia y de nuestras emociones, podremos gestionarlas y elegirlas». «En este colectivo tenemos a los mejores magos de Hogwarts y al mismo tiempo muchos dementores que deberían estar trabajando en otra cosa» Mar Romera Especialista en inteligencia emocional Romera explica que en nuestro proceso cultural histórico del último siglo han sucedido una serie de acontecimientos y procesos de evolución tan rápidos que «nuestro cerebro no estaba preparado para poder asumirlos e interiorizarlos». Por ejemplo, la irrupción de los teléfonos móviles en las aulas y el uso temprano que permiten sus padres para con sus hijos, bien para entretenerles o simplemente para habituarles a ello. Respecto a este tema, Romera advierte de un elemento de confusión que está sucediendo ahora mismo en la sociedad y en la opinión pública, y es que «se está enjuiciando el dispositivo móvil por el contenido». Según defiende, las redes sociales «no son sólo -o principalmente- buenas o malas para un niño o un adolescente por lo que consumen», sino porque el artefacto es «absolutamente negativo por su funcionamiento para la construcción neurológica » del sujeto. Mar Romera, en Caxton College abc «Lo que digo no interesa a los grandes emporios y decidimos culpar al youtuber o al influencer de turno que ahora llamamos creador de contenido, pero realmente no importa, ya que no se le puede poner puertas al campo. El problema es el formato en el que se provoca que está destrozando la construcción neurológica de un cerebro absolutamente inmaduro », ahonda la profesional. «De la misma manera que no debemos fumar delante de un pequeño, tampoco debemos utilizar un móvil delante de él» Para profundizar todavía más sobre su posicionamiento contra el uso de smartphones y otros aparatos en niños, critica: «Si yo me llevo a mi peque de tres años al parque y mientras juega en el tobogán estoy whatsappeando con mi móvil, o le pongo una película de dos horas en un viaje de coche para que no se aburra, no me puedo quejar del sistema, porque lo que de verdad necesitan es presencia y atención adulta». « Un niño antes de los tres años no debería saber que existen ni ver jamás una pantalla , ni debería ver a sus padres y hermanos utilizándolas en su presencia. No debería hacerlo porque contamina tanto como el humo del tabaco, entonces, de la misma manera que no debemos fumar delante de un pequeño, tampoco debemos utilizar un móvil delante de él», sentencia. De hecho, Romera explica que un niño de tres años no debería ponerse delante de una pantalla y que de tres a seis años, jamás debería usarla de manera individual y mucho menos jugar con aplicaciones didácticas de recompensa virtual. «Claro que con esa edad pueden ver dibujos en ella, pero nunca utilizarla individualmente, sino siempre en grupos con compañeros de clase o familia controlando los tiempos», declara la pedagoga.