No ver tres en un tractor
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Pocas cosas hay tan gratificantes en nuestro modelo de ocio televisivo como asistir en directo a la inmolación cultural de quienes paradójicamente cobran en función de su conocimiento y sus habilidades pedagógicas. Paradigmático del deterioro de una profesión más preocupada ya de mover el flequillo y las manos que la sesera, profesionales de un aspaviento incompatible con la prudencia, el caso de Sonsoles Ónega y su aproximación coreográfica al franquismo no pasa de ser un desliz provocado por las inercias de quien se deja llevar hasta el barranco de la ignorancia, consustancial al género del magazín . Lo mismo lo llevaba ensayado, igual que escribe libros. Esta gente es capaz de todo. Más atroz aún es toparse con una tertulia... Ver Más