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Февраль
2024

Si padeces cáncer o quieres prevenirlo, no dejes de lado el ejercicio de fuerza

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Abc.es 
En el cáncer de mama y de colon están más que demostradas las mejoras en la supervivencia de los pacientes oncológicos gracias a la realización de ejercicio, principalmente de fuerza, junto con el aeróbico. De hecho, ya existe evidencia de una menor mortalidad también en los cánceres de próstata. Además, en el cáncer de endometrio, en el de ovario y en el de pulmón existe evidencia sobrada del efecto positivo del ejercicio de fuerza sobre la calidad de vida de los pacientes, sobre todo con la mejoría de su función muscular. «El ejercicio físico sobre todo ha demostrado beneficio especialmente en el cáncer de mama y de colon, en tres contextos: en la prevención, antes del diagnóstico, disminuyendo el riesgo de padecer cáncer (en deportistas de élite llega a un 40%); durante el tratamiento, ya que mejora la calidad de vida y reduce la toxicidad de las terapias; a la vez que el ejercicio de fuerza y aeróbico mejora la supervivencia, especialmente en el cáncer de mama«, subraya la doctora Lucía González-Cortijo , jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid . Prevenir la sarcopenia, fundamental Hace unos años a los pacientes oncológicos se les recomendaba caminar de forma moderada para mejorar su estado físico y emocional durante su tratamiento. Sin embargo, ya existe mucha evidencia sobre la importancia de la realización de ejercicio de fuerza para evitar uno de los principales males que afectan a estos enfermos: la sarcopenia. Noticia Relacionada estandar No Este es el cáncer más frecuente y que más mata en el mundo (y se puede evitar) Cristina Garrido Diez tipos de cáncer en conjunto representaron alrededor de dos tercios de los nuevos casos y muertes a nivel mundial en 2022 «El encamamiento y la vida sedentaria llevan a nuestros pacientes a una situación de fatiga que se asocia a una pérdida de masa muscular que se denomina sarcopenia. Los pacientes con sarcopenia toleran peor los tratamientos y tienen peor pronóstico», explica esta doctora. Así, destaca que el beneficio del ejercicio de fuerza se basa en el hecho de que la contracción muscular genera sustancias en la sangre que activan las células del sistema inmune que ofrecen una acción directa antitumoral. El encamamiento y la vida sedentaria llevan a nuestros pacientes a una situación de fatiga que se asocia a una pérdida de masa muscular que se denomina sarcopenia Lucía González-Cortijo Jefa del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid A su vez, el doctor Luis Serratosa , jefe del Servicio de Rehabilitación, Medicina Deportiva y Fisioterapia del mismo centro, indica que la sarcopenia o pérdida de masa muscular es muy frecuente en pacientes oncológicos y empeora su calidad de vida de forma significativa. Destaca en este sentido que el ejercicio de fuerza, ya sea soportando el peso propio del cuerpo, con pesas, máquinas o con bandas elásticas, contribuye a mantener y a mejorar la masa y la fuerza muscular por medio de múltiples mecanismos, entre los que destacan el efecto positivo en la regeneración de las fibras musculares, una disminución en su degradación, una mejora en la función muscular y neuromuscular, y una disminución del grado de inflamación sistémica. «La práctica de ejercicio de fuerza produce factores denominados 'miocinas', que ejercen no sólo su acción beneficiosa de forma local, sino también en tejidos distantes», apostilla. Cuánto ejercicio debemos realizar En este contexto, la doctora González Cortijo recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus recomendaciones actuales, aconseja 150 minutos a la semana de actividad moderada, o 75 minutos de actividad intensa, si bien asegura que muchos expertos creen que estas recomendaciones son insuficientes tanto en la población general como para los pacientes oncológicos. De la misma opinión es el doctor Luis Serratosa, quien advierte de que las recomendaciones de la OMS son un mínimo. «Con ese punto de partida, cuanto más mejor, siempre que sea tolerado y asimilado por el paciente», agrega. En cuanto al ejercicio de fuerza, sostiene este especialista que las recomendaciones son un mínimo de entre dos y tres días en semana (alternos), con sesiones que incluyan de seis a ocho tipos distintos de ejercicio de los principales grupos musculares y con tres series de entre 8 y 12 repeticiones con recuperación entre cada serie. A su juicio, lo ideal es combinar ejercicio aeróbico y de fuerza y no dejar más de dos días de inactividad, aunque es preciso puntualizar que el paciente oncológico requiere una personalización de la dosis de ejercicio, tanto en el número de sesiones y de repeticiones, como en la relación entre carga, peso y resistencia. « También los tiempos de recuperación han de ser adaptados «, sostiene el especialista de Quirónsalud Madrid. Muchos de los pacientes pueden llegar a realizar ejercicio intenso, pero la progresión debe ser siempre gradual e individualizada, atendiendo a los síntomas de alarma Luis Serratosa Jefe del Servicio de Rehabilitación, Medicina Deportiva y Fisioterapia En las sesiones de ejercicio de pacientes oncológicos se debe realizar una valoración continuada de la tolerancia al ejercicio a través de la sensación de esfuerzo, de fatiga, y de recuperación. «También hay que tener en cuenta otras enfermedades relacionadas o no con el cáncer y, por supuesto los efectos secundarios y las secuelas de los tratamientos médicos o quirúrgicos. Muchos de los pacientes pueden llegar a realizar ejercicio intenso, pero la progresión debe ser siempre gradual e individualizada, atendiendo a los síntomas de alarma», detalla el doctor Luis Serratosa. Desde el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid han desarrollado un programa específico para los pacientes de ejercicio oncológico, especialmente para pacientes en tratamiento, de fuerza supervisado por especialistas, y les entrena en grupos pequeños, ajustado a su nivel, y con el fin que mejoren sobre todo la masa muscular, y con los principales grupos musculares (inferiores, muslos, los brazos, el torso, el pecho y la zona dorsal).