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Февраль
2024

La renuncia del mejor jugador del mundo al Seis Naciones: el viaje al revés del rey Dupont

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Abc.es 
Hoy arranca el Seis Naciones más extraño de los últimos años. Las selecciones participantes parten con numerosos cambios, algo habitual siempre que concluye un ciclo mundialista a causa de las retiradas de los más veteranos, pero esta vez hay algunos de lo más curioso. Por ejemplo las bajas voluntarias de las estrellas inglesa y francesa Owen Farrell y Antoine Dupont, respectivamente, que han decidido renunciar a defender a sus países por motivos muy distintos. El primero alude a que sufre mucha presión mediática en su país y que no la soporta, por lo que se va a vivir dos años a Francia para alejarse de los focos en el Racing de París. En ese tiempo no volverá a vestir la camiseta de la Rosa y cuando regrese, ya con 34 años, parece difícil que lo pueda hacer. Sus 112 'caps' le harán apoyar a los suyos desde la distancia en espera de recuperar ese bienestar mental que dice haber perdido. Todo su país le entiende y le apoya. En el caso de 'Astérix' la situación es bien distinta. El mejor jugador del mundo de 2022 vivió el mayor éxito de su carrera al ganar el Seis Naciones y el Grand Slam de ese mismo curso, pero uno después las cañas se tornaron lanzas. Antoine Dupont estaba llamado a ser el gran héroe del Mundial celebrado en su país y, al final, su participación fue un fracaso. Se lesionó de gravedad en la fase previa ante Namibia (fractura de maxilar) y, aunque forzó su recuperación para volver en cuartos ante Sudáfrica, los galos sufrieron una humillante derrota que los dejó por los suelos. «Cuando se pierde una competición hay que resarcirse ganando otra», declaró Dupont poco después, pero lo que nadie esperaba era que ese desafío fuera a ser algo tan inusual como un cambio de categoría. Noticias Relacionadas estandar No NFL Conmoción en Gales: una de sus estrellas deja el rugby para jugar en la NFL Javier Corcuera estandar No Polideportivo El termómetro español a 200 días de París 2024 Lo que el líder francés decidió (no se sabe si de manera individual o por alguna sugerencia de sus superiores) fue aparcar temporalmente el XV del Gallo para embarcarse en el proyecto olímpico del Seven, que buscará darle una medalla de oro a su país en esa especialidad rugbística después de la plata lograda en Tokio 2020. Su decisión no deja de ser curiosa, porque participará en la selección pequeña a tiempo parcial. Hasta enero ha estado compitiendo con su equipo normal de Toulouse; en febrero y marzo lo hará con el preolímpico de Seven; después volverá al Stade para concluir la liga doméstica y la Copa de Europa y, en julio, regresará al Siete para acoplarse definitivamente al equipo que luchará en la cita parisina. «Desde que era sub-18 no he vuelto a jugar al Seven, es un gran desafío, aunque un poco aterrador», reconoció quien está en disposición de cumplir de sobra en esa modalidad por sus cualidades físicas, técnicas y su gran visión de juego. No obstante, necesitará un periodo de adaptación dado que el ritmo es totalmente diferente y la velocidad, endiablada. Este cambio, aunque se ha dado en otras ocasiones (Michael Hopper en Australia, Bryan Habana y Cheslin Kolbe en Sudáfrica y Sonny Bill Williams en Nueva Zelanda) no es muy habitual, pues el Seven está considerado el hermano menor del rugby; de hecho, el camino que suelen seguir los jugadores es el contrario: empiezan a jugar allí para ganar velocidad y habilidades con la esperanza de alcanzar un puesto en la categoría reina. No obstante, desde la inclusión del Seven en el programa de los Juegos Olímpicos (los tiempos de espera obligatorios de siete días entre partidos hacía inviable que el rugby XV fuera incluido de nuevo como sucedió hasta 1920 y se optó por la versión reducida para regresar en 2016) parece que se ha convertido en un deporte de moda, más adaptado a los nuevos tiempos de consumo rápido y éxito directo. Es una nueva opción deportiva y habrá que darle margen para ver si se consolida. Además de estas dos importantes ausencias, el torneo más longevo del oval sigue desafiando a la historia. Es la tercera denominación que tiene desde que empezó a disputarse hace 141 años. Entonces era el Cuatro Naciones (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda); en 1910 pasó a ser el Cinco con la incorporación de Francia y, desde 2000, el Seis con la de Italia. Y ya hay voces que claman en ampliar al Siete con la llegada de algunos de los equipos que están llamando a la puerta, como Georgia, o bien con la inclusión de un sistema de ascensos y descensos para que deje de ser una competición cerrada. Así existiría un mayor nivel por abajo del que proporcionan los transalpinos, que en sus 23 años en la prueba sólo han ganado trece partidos. Ni uno al año... Quizá esta temporada puedan intentar sumar alguno más a su exiguo palmarés, dado que el resto de sus rivales va a estar en fase de renovación. A las ya mencionadas de ingleses y franceses habrá que sumar las de Irlanda y Gales, pues los del Trébol pierden por retirada a su gran estrella Johnny Sexton y los del Dragón a Dan Biggar y Leigh Halfpenny, además de a Louis Rees-Zammit, que ha también ha cambiado de modalidad, en su caso por su marcha a Florida para integrarse en la NFL. En este río revuelto, Escocia parece la más beneficiada de tanta locura. Ha recuperado a un Finn Russell que ha recapacitado y, en lugar de dejar su selección como anunció tras el Mundial, ahora está encantado de encabezarla para ver si mejoran el tercer puesto de 2022. Así que no es descartable que los del Cardo se acerquen a un título que no ganan desde 1999, cuando todavía eran cinco los países en liza.