Moreno Ocampo: "Si la Corte considera que hay genocidio, los envíos de armas de EEUU a Israel pueden ser genocidio"
"El mundo no tiene salidas si usamos la guerra para manejar conflictos", afirma al otro lado del teléfono. Luis Moreno Ocampo lleva décadas trabajando con las posibilidades y los límites del derecho internacional. A los 32 años de edad ejerció como fiscal adjunto del Juicio a las Juntas en 1985, donde se juzgó por primera vez a los máximos responsables de la dictadura argentina de Videla, un hecho relatado por el filme Argentina, 1985, donde el personaje de Ocampo es interpretado por el actor Peter Lanzani.
Entre 2003 y 2012 fue fiscal jefe –y fundador– de la Corte Penal Internacional, desde donde abrió investigaciones en siete países y logró el procesamiento por crímenes de lesa humanidad de tres jefes de Estado y otras veintiocho personas. Impartió clases en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en las estadounidenses de Harvard y Stanford.
Actualmente sigue trabajando por fomentar la aplicación del derecho internacional en el mundo. Cuenta con una oficina en Nueva York y dirige una cátedra sobre innovación para el orden mundial en la Universidad de Sao Paulo (Brasil). Estos días se encuentra en Londres para asistir a varias reuniones, elDiario.es conversa con él por videoconferencia.
¿Cómo valora lo establecido por la Corte Internacional de Justicia ante la demanda de Sudáfrica contra Israel por genocidio?
La Corte estableció dos cosas: fue muy clara diciendo que esto es un riesgo claro de genocidio y, al mismo tiempo, en lugar de ordenar a Israel lo que tiene que hacer, le dio espacio a Israel. Es paradójico, porque pareciera una jugada débil, pero es una jugada que en realidad le da fortaleza a la Corte, porque ahora Israel, en lugar de desobedecer lo que la Corte dijo, tiene que pensar, adecuarse y ajustarse para ver qué le va a decir a la Corte dentro de un mes.
Sudáfrica hizo con su demanda por genocidio un aporte sustancial. Y, de la misma manera, es importante lo que la Corte hizo. Analizó el crimen, el riesgo de que sea genocidio, y vio que hay un peligro inminente para los palestinos de ser víctimas de un genocidio. Y además exigió a Israel que cambie y que informe dentro de un mes de lo que va a hacer.
Me parece muy importante transformar una guerra en una decisión legal. El mundo no tiene salidas si usamos la guerra para manejar conflictos. Hamás cometió crímenes terroristas que hay que perseguir penalmente y la idea de bombardear a toda la población no es la solución.
La Corte Internacional de Justicia nos permite un diálogo distinto, donde entendemos que todas las partes pueden tener razones, que hay que escucharse. Eso nos saca del modelo binario amigo-enemigo, algo que me parece fundamental.
Diversos juristas han señalado que este fallo provisional ofrece vías al poder político, ¿qué papel pueden tener ahora los gobiernos?
Es importante que los Estados también se muevan. Sobre todo Estados Unidos, pero no solo. Que pongan más energía en transformar esta situación. Estados Unidos es clave, porque es el que está protegiendo a Israel políticamente y el que está protegiendo a Israel militarmente. Esa es la paradoja, este es un problema global.
El tema de Gaza y Palestina se puede sumar a la guerra de Ucrania y transformarse en un conflicto mundial. Estamos en riesgo de peligro nuclear todo el tiempo. Sin embargo, los líderes toman decisiones nacionales. Netanyahu piensa en él, en cómo sobrevivir, sabe que su futuro como líder político sigue con la guerra, él no tiene futuro con la paz.
Y Biden tiene un problema: en EEUU los jóvenes no quieren votar porque están en desacuerdo sobre cómo el presidente estadounidense está manejando el tema. Ambos están en rumbo de colisión.
¿Qué puede pasar si Israel no ofrece las pruebas de que ha cumplido con lo establecido por la Corte?
Israel se expone... La Corte ha dicho que hay riesgo de genocidio; si Israel sigue haciendo lo mismo, bueno, lo está cometiendo, ¿no? Se expone a la idea de que se está cometiendo un genocidio.
¿Qué margen de maniobra podría tener el otro tribunal internacional –la Corte Penal Internacional– así como tribunales nacionales?
El problema es que tenemos una comunidad del siglo XXI organizada con los Estados nacionales del XVIII. Básicamente, las únicas alternativas que hay son la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia, que es la que acaba de dar a conocer su fallo provisional, que es muy importante, porque se trata de prevenir el genocidio, no de decir dentro de diez años "fue un genocidio y murieron 50.000 personas".
En cuanto a la Corte Penal Internacional, su fiscal también está investigando, porque tiene jurisdicción en Palestina. Y avisó de que está investigando. No sabemos qué investiga, y es normal. No lo contó, así que hay que esperar. Puede elegir investigar a Hamás, a Israel, el bloqueo, lo que le parezca.
Y después tenemos el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que es el organismo que vela por la seguridad del mundo, pero como los países más grandes tienen poder de veto, cuando en el Consejo se exigió que Rusia abandonara Ucrania, Rusia lo vetó; y cuando se exige un alto el fuego en Gaza, Estados Unidos lo veta. Ahí tenemos vetos.
Me parece que este conflicto es una oportunidad del mundo para entender que tenemos que mejorar la arquitectura de las instituciones que manejan los conflictos del mundo. Si seguimos con la idea de que vamos a solucionar un conflicto con guerra estamos perdidos.
El secretario general de la ONU ha planteado la entrada de algún país africano en el Consejo de Seguridad. Hay quienes también plantean dinámicas de más respeto entre Estados y, por tanto, un cambio en el sistema de voto y de veto. ¿Es eso posible?
Hay mecanismos, sí. Pero los países con veto no lo permitirán. Pero puede haber liderazgos diferentes. Que existan dos tribunales internacionales son dos hechos muy fuertes. El cambio también requiere que los países más pequeños lideren, que no permitan que el mundo se rija sólo por Estados Unidos o por Rusia, o China.
La Unión Europea normalmente tiene un problema, porque necesita consensos entre sus países y por eso siempre se licuan sus posiciones. El cambio no va a ser una cuestión de un día para otro, blanco o negro, pero esta es una oportunidad que no podemos perder porque, si no se actúa, el mundo va hacia el abismo.
Básicamente, y para ser más claro: tenemos que encontrar una forma de solventar el problema con países como Ucrania y Rusia. Y hay que asumir que el problema es que el terrorismo internacional no se puede combatir con la guerra. Hasta el 11-S de 2001, en Estados Unidos el terrorismo internacional era un asunto del FBI y de los fiscales. Lo que ocurrió es que en dos horas el presidente Bush decidió ir a la guerra, fue una idea improvisada que se adoptó ignorando los problemas, y que además falló.
Ahora hay tres veces más terrorismo internacional que en 2001, a pesar de que se gastaron más de seis mil millones de dólares. Estados Unidos perdió en Afganistán, e Israel va a perder en Gaza, por más que mate a todo el que quiera matar en Gaza. Los líderes de Hamás no están en Gaza, esa es la paradoja, la estrategia no tiene futuro. Lo que hay que hacer es entender que tenemos que transformar el manejo de los conflictos, ver cómo manejamos conflictos como el de Rusia-Ucrania y el terrorismo internacional: no con guerra.
¿Qué papel tiene la idea de complicidad mencionada en la Convención de Genocidio? ¿Qué puede suponer el envío de armamento a Israel?
La complicidad de genocidio requiere que el Estado que hace un aporte material sustancial sepa que hace un aporte a un grupo que tiene una intención genocida. Si la Corte Internacional de Justicia considera que hay genocidio por parte de Israel, los aportes de Estados Unidos a Israel pueden ser genocidio también.
Pero muchos en EEUU no piensan así. Yo trabajé seis años en [la Universidad de] Harvard. La gente de Harvard piensa que la ley no se aplica internacionalmente. La masa crítica de pensadores y de expertos opina lo contrario, en el fondo la guerra es popular y por eso tenemos un problema serio. Por eso –yo ocupo ahora una cátedra en la Universidad de Sao Paolo– tenemos que buscar universidades de afuera de Estados Unidos para empezar a diseñar soluciones, porque EEUU no lo va a hacer.
La ocupación ilegal está tipificada como crimen de guerra, lo ha mencionado usted en alguna entrevista. ¿Qué vías judiciales existen ante esto?
El crimen más grave que Israel comete en Cisjordania es la transferencia de población del Estado ocupante al territorio ocupado. El fiscal [del Tribunal Penal Internacional] puede investigar ese crimen, tiene jurisdicción en Gaza, en Jerusalén Este y en Cisjordania. Los crímenes de Hamás allí cometidos pueden ser investigados por el fiscal y los crímenes de Israel, también.
Hay algo que es importante. Cuando uno está fuera, pierde un poco el concepto de lo que es Israel. La gente de Israel está muy asustada. Están en la idea de "o nos defendemos nosotros o no nos defiende nadie". Y eso conduce a que los grupos más extremistas prevalezcan. Vimos este fin de semana un congreso en Israel con la idea de echar a los palestinos de Gaza para ocuparla con colonos, como hacen en Cisjordania.
Hay que entender lo que pasa y ayudarles a entender que esa estrategia de bombardear a los palestinos no es la estrategia, no les va a proteger, al revés, alimenta la venganza. Cuando Israel invadió Líbano para capturar a Arafat, como consecuencia de aquello se creó Hizbulá. No aprendemos nunca.