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Январь
2024

Wim Wenders, un alemán con alma zen y mirada japonesa

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Abc.es 
Habla Wim Wenders como lo hace en sus películas, largo y pausado, en un tiempo suspendido donde parece que no pasa nada pero por donde se van destapando los grandes asuntos de nuestro tiempo, que son en realidad los mismos temas que en todos los tiempos. Inmutable y ajeno a modas, Wenders solo ha cambiado de lugar -se fue a Tokio- para destilar con la sutileza del escultor lo que pasa en la vida cuando parece que solo hay rutina. Lo hace en 'Perfect Days' , su mejor película de ficción desde hace varias décadas, en la que acompaña a un humilde limpiador de baños de ojos achatados y mirada abierta que es capaz, con sus silencios casi incómodos, de encontrar la belleza de una manera natural e irresistible. Un hombre analógico no por estética sino por utilidad, un hombre que solo habla cuando lo que tiene que decir vale algo y que encuentra en la soledad de su día a día la mejor manera de estar en sociedad. El canto de amor que firma Wenders a la cultura japonesa y que le ha valido volver a estar camino de los Oscar. «Supongo que soy solamente un personaje secundario de lo que le pasa al actor Kôji Yakusho», responde humilde el gran cineasta alemán, que atiende a ABC desde su casa despojado de ese look de traje y gafas de pasta con el que se ha erigido en icono del cine de autor. Allí, en la planta baja de su casa, a los pies de la escalera que da acceso al piso superior, como una especie de Harry Potter en la alacena, Wim Wenders desgrana los pasos que lo han devuelto a la primera línea del cine ahora que está a punto de cumplir los 80 años. No hay abismo en su mirada ni vértigo por acercarse a una fecha tan redonda. La velocidad está lejos de dominar su vida -menos aún su obra- y cuando recorre su trayectoria lo hace de manera pausada y reiterativa, como si en cada una de las vueltas que da -no todas transcritas- buscara hallar un detalle olvidado. Es algo casi intuitivo. «Cometí un par de errores cuando era un joven cineasta: hacer una película porque pensaba que podía hacerla y hacer otra porque creía saber cómo hacerla». La juventud, esa cosa «que se cura viviendo», le hizo aprender «a las malas» el que hoy es su modo de vida: «Tienes que elegir hacer las cosas que no sabes cómo hacerlas. Solamente soy bueno averiguando cómo explicar una historia. [Por eso] hago cosas que todavía no sé hacer, y esa es una fuente de satisfacción muy grande en mi vida y hace que me siga gustando trabajar y estar involucrado con lo que pasa en mi época. Soy un cineasta que nunca sabe cómo hacer las cosas. Averiguarlo es una gran motivación a mi edad», remata. Noticia Relacionada estandar No El regreso de Víctor Erice al cine 30 años después de su retirada se estrenará en Cannes Su película 'Cerrar los ojos' se verá en la sección Premiere del certamen francés Y no miente. 'Perfect Days' nunca fue una de esas historias que un creador mastica durante años en su cabeza. Surgió de casualidad. Tras la pandemia, Wim Wenders fue reclutado por una firma japonesa para hacer varios cortometrajes sobre un proyecto social y artístico que solo podría tener lugar en una sociedad como aquella: varios de los arquitectos más renombrados del mundo debían diseñar aseos públicos para instalar en la ciudad. « Podrían construir rascacielos, museos, estadios... y todos lo que hicieron fue un aseo . Sabían que me gustaba Tokio y que me gustaba la arquitectura. Me di cuenta de que podía haber hecho cuatro o cinco documentales pequeñitos sobre lavabos y su arquitectura. Pero noté que había un tema mucho más grande detrás de eso. Estaba allí, después del confinamiento, y pude ver el respeto que todo el mundo tenía en Japón por el bien común. Da igual lo que hagan en las calles, luego todo quedaba impecable... Eso no pasa ni en mi país ni en Europa. Tras la pandemia ha habido una gran pérdida de la idea del bien común, que puede ser la gran víctima de la pandemia. Lo que vi en Tokio me conmovió tanto que le dije a esas personas que me habían invitado que, en lugar de hacer una serie de documentales, haría algo sobre ese sentimiento del bien común a través de una historia de ficción que podría representarse en un hombre que limpia los lavabos públicos». Y, de ahí, a Cannes -donde el protagonista Yakusho ganó la Palma de Oro a mejor actor- y camino del Oscar representando a Japón. Fotograma de 'Perfect Days' 'Perfect Days', una vida contemplativa Un personaje, el que imaginó primero y después trasladó a pantalla, que es en realidad un trasunto del propio Wenders: habla -o escucha- como él, se deleita con la misma música -que colecciona en casetes, «la música que le gusta desde su juventud y que no necesita más»- y lee los mismos viejos libros ajados y de segunda mano. «No es un amor por lo analógico, sino que es un amor por la música, por la literatura, por la fotografía... Que es lo mismo que decir que es un amor por la idea de que no hace falta tener muchas cosas para estar contento. Lo digital tenía en su origen la idea de que tendríamos mucho más de todo de lo que podríamos utilizar. El protagonista no está tan enamorado de lo analógico como de tener solo lo que necesita y no todo lo que está disponible. Y esto le hace un personaje muy importante, un hombre utópico porque se da cuenta de que tener un exceso de cosas le hace menos feliz que el silencio», sintetiza el cineasta, que denuncia la sobrealimentación cultural en la que vivimos. Precisamente sobre el silencio y la vida casi monacal de este personaje al que Wenders persigue con su cámara de manera armoniosa, como si rastrillara un jardín de arena zen, reflexiona el cineasta. «Este hombre escucha mucha música, los sonidos de la naturaleza. Escucha a los pájaros, el viento, a otras personas... Como es un buen oyente, solamente habla cuando tiene algo que decir, así que quizá la película es un homenaje a la gente que escucha más que habla. Por otro lado, también es un homenaje a ser capaz de estar solo. Porque la soledad es una palabra negativa en nuestra cultura, pero es una gran virtud en mi película», añade. Noticia Relacionada estandar Si Crítica de 'Perfect days' (****): Wenders se encuentra a sí mismo en un humilde y monótono japonés Oti Rodríguez Marchante Es una de las mejores y más puras obras del director de 'París Texas' Con esa forma de mirar el mundo que tiene el personaje, que es la forma de ver el mundo que tiene Wenders, este se declara «un optimista eterno». Y eso que dice tener «un millón de motivos para sentirme desesperado cada mañana». «El optimismo y la sonrisa son el único camino para cambiar las cosas; el enfado no ayuda. La rabia. Yo he estado enfadado varias veces en mi vida y no sirvió de nada. Las cosas no van a cambiar aunque te enfades, así que es mejor ser optimista», reclama Wenders para el mundo con la misma energía con la que rodó 'Perfect Days': para ser feliz.