Real Madrid - Atlético (5-3): Un canto al fútbol
Ganó el Madrid, que fue mejor durante más minutos y buscó más la victoria que el Atlético. Ganó el Madrid, pero fuimos todos los que disfrutamos del espectáculo, un partido grande de verdad, de los buenos. Estamos en una época en la que se celebra que se cambien las cosas, sólo por cambiar, por mover, pero el cambio de fechas y de competición de la Supercopa, la ha convertido en un torneo fenomenal, que se juega como si no hubiera mañana, con tensión y con nervios, con muchos goles y fallos, con Carvajal haciendo de todo y con el Madrid ganando al final de la prórroga con un gol de Savic en propia puerta, que hizo una vaselina, lenta, algo ridícula, perfecta para llevar al Real Madrid a la final y permitir después el tanto de Brahim.
No faltó de nada en el partido. Los dos equipos se tomaron el derbi de la única forma que se puede afrontar un derbi- Pasó de todo antes del descanso, pero sobre todo pasaron cuatro goles, porque los ataques fueron mejores que unas defensas frágiles, y en el caso del Real Madrid, un portero, Kepa, el elegido, al que le faltó fortaleza en varias jugadas decisivas. Ancelotti apostó por él, en lo que tendría que ser una apuesta decisiva para el resto de la temporada, pero que el transcurso del partido seguro que va a hacer dudar al entrenador italiano.
Hizo una buena parada al principio, pero después se fue diluyendo para terminar con el tercer gol del Atlético, cuando el partido enfocaba su final. Es extraño, por otra parte, este Atlético de Simeone, tan defensivo siempre y tan poco fiable ahora atrás mientras que no hace más que marcar goles en la portería contraria. Casi contra su propia naturaleza, quizá por Oblak, como Kepa, ya no es ese portero seguro que daba vidas para seguir jugando. Ahora las quita.
Un Atlético con Morata como goleador, como lo fue en el partido de LaLiga, ese que, según Ancelotti tanto daño había hecho al Real Madrid. En ese choque, el Atlético hizo tres tantos de cabeza al conjunto blanco. “Lo corregimos”, decía Ancelotti con razón, porque sus números defensivos desde ese día habían sido espectaculares. Hasta que llegó el Atlético de nuevo y le hizo tres goles, dos en dos balones altos área, el último, ya está dicho, fuera de lugar.
Morata, otra vez, de cabeza
Empezó Morata, pronto, de cabeza y el Real Madrid se encontró con que tenía un tanto en contra y apenas había hecho nada interesante en el partido. Puede que el gol le viniera bien, porque le cambió la cara. Sin Kroos, que se quedó en el banquillo hasta avanzada la segunda mitad, Modric llevaba al equipo, acompañado de un Tchouameni con problemas a su espalda y un Valverde que es un todocampista, porque juega de todo, todo el rato, y casi siempre bien. Con Vinicius en plan revoltoso y con Bellingham haciendo un esfuerzo descomunal durante todo el encuentro, el Real Madrid tomó el mando y dio la vuelta al partido con sus defensas como delanteros. Si el Atlético fue raro por su fragilidad atrás, el Madrid también fue heterodoxo con sus defensas rematadores. Lo de Rüdiger ya lo sabíamos: lo hizo contra el Mallorca y lo repitió contra el Atlético en un gol que hizo estallar la nostalgia de los madridistas. Contra el Atlético, un saque de esquina que saca Modric desde la derecha del ataque y que remata un central.
Fueron los mejores momentos del Madrid, con mucho más balón a partir de ese momento y ya hasta el final, que el Atlético. No siempre con rapidez, a veces dependiendo demasiado de Vinicius, porque Rodrygo estuvo más apagado.
El gol de Mendy
Pero con momentos brillantes, como el del segundo gol, una jugada colectiva, que terminó de la manera más inesperada: un pase raso de Carvajal con toda la intención de mundo y un remate inesperado y brillante de un sonriente Mendy, el lateral izquierdo que de verdad le gusta a Ancelotti. El partido dejó varias ideas en el Madrid para el futuro: que el debate sobre el portero va a seguir abierto, que Modric y Kroos, con los centrocampistas sanos, van a jugar poco juntos y que Mendy es el primer lateral izquierdo y Camavinga, como sucedió después, el segundo.
El Real Madrid se puso por delante y estaba mejor, pero no tenía a Griezmann. El francés no hizo un buen partido, pero sí que marcó un gran gol, con un recorte muy rápido para burlar a Modric y Rüdiger, que había perdido su sitio, para rematar con la derecha a un lado de Kepa. No lo paró y no está claro si se le puede exigir.
Todo el desgaste de la primera parte se dejó notar en la segunda, cuando ambos equipos tuvieron que bajar la marcha. No fue tan vivo el show, pero si que mantuvo la emoción para disfrute de los aficionados árabes que llenaron el estadio para disfrutar de su juguetito. Estaban contentos hasta que salió Kroos, el futbolistas que dijo que no iba a jugar en la competición árabe aunque quisieran pudrirle de dinero. Cada vez que tocó el balón el alemán, y lo hizo mucho, se oían pitos. No fallaron ni una vez. Con Kroos y con los cambios, el dominio del Madrid fue a más. Pero sin embargo, el gol lo marcó Morata porque se lo regaló Kepa. Empató Carvajal porque el Madrid iba a muerte y tenía a Brahim, otro futbolista diferencial.
El partido se fue a la prórroga, a la agonía y ahí, el Real Madrid, con mejores futbolistas y más aire fue mejor. Ya tiene a mano su primer título.