Polémica por un artículo del "New York Times" sobre la sexualidad de Taylor Swift
Taylor Swift goza de una fama y un reconocimiento globales, y ello le beneficia tanto como perjudica. En este último sentido, principalmente porque es una figura pública, conocida a grandes niveles, y por tanto se le va a sacar puntilla a cada uno de sus gestos, palabras o costumbres. Estaba tardando el asunto de la sexualidad: a la artista, que ha llenado estadios alrededor del mundo, que ha superado a Elvis Presley en cuanto a mayor número de semanas que ha pasado un álbum en el número uno de Estados Unidos, o que se ha alzado como una de las grandes divas del pop de nuestra era, ahora se le define por su orientación sexual. La polémica está servida, y viene de la mano de un artículo publicado por el "New York Times": titulado "Mira lo que hicimos que hiciera Taylor Swift", y escrito por Anna Marks, en él se especula abiertamente si la cantante es una persona queer pero que aún no lo ha confesado. Y los "swifters" no permiten ningún tipo de presión negativa hacia su Taylor.
La CNN se ha puesto en contacto con el círculo más cercano de Swift en lo profesional, y ha asegurado que este artículo de opinión ha causado la ira entre los colaboradores cercanos de la superestrella. "Debido a su enorme éxito, en este momento hay un agujero en forma de Taylor en la ética de la gente. No se habría permitido escribir este artículo sobre Shawn Mendes o cualquier artista masculino cuya sexualidad haya sido cuestionada por los fans", aseguraba una fuente cercana que ha preferido mantener su anonimato, según la CNN. "Parece que no hay límites para algunos periodistas al escribir sobre Taylor, sin importar cuán invasivo, falso e inapropiado sea, todo bajo el velo protector de un 'artículo de opinión'", agregó la persona.
¿Una más?
Marks, la autora del artículo de nada menos que 5.000 palabras, enumera una serie de referencias al colectivo LGTBIQ+ que, supuestamente, Taylor habría hecho en sus canciones. Con ello sugiere que la cantante lleva años tratando de dar a entender su identificación con la comunidad queer: "Una horquilla suelta puede carece de sentido o ser accidental, pero en su conjunto son el despliegue de un moño de bailarina tras una larga actuación. Esas horquillas caídas empezaron a aparecer en el arte de Swift mucho antes de que la identidad queer fuese comercializable para la corriente dominante de EE UU. Sugieren que ella es una más", escribe Marks.
¿Es importante definir y categorizar la sexualidad de una persona ajena? ¿La fama de Swift depende de su orientación? ¿Por qué tendemos a etiquetar todo aquello que nos rodea? ¿Lo importante no es, al fin y al cabo, la música? Los debates son varios alrededor de una situación que, a la larga, no debería quedar en otra cosa que en un acto más de protección de los seguidores de Swift hacia su persona, que se está convirtiendo a paso agigantados en una figura idílica y admirada en términos generales. Con esto, Marks es consciente de la agitación que ha causado su escrito, y explica que "sé que discutir la posibilidad de que una estrella sea queer antes de una declaración formal de identidad parece, para algunos, demasiado lascivo y chismoso para ser digno de discusión. Pero las historias que dominan nuestro imaginario colectivo determinan lo que nuestra cultura permite a los artistas y a su público decir y ser"