¿Delitos de odio? Depende
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Se celebró en mi ciudad de Ontinyent el 12 de diciembre del fenecido año 2023 una jornada sobre Derechos Humanos, Salud Mental y Justicia Restaurativa. Una de las ponencias desarrollada en tal ocasión (todas, por demás, interesantes e instructivas) se refería a los delitos de odio; cómo prevenirlos –lo que no es fácil porque pueden surgir en cualquier instante sin aviso previo—y, en el caso de verse odiado, cómo proceder y denunciar. A los asistentes, entre los que me encontraba, se nos facilitó una documentación en la que figuraba un folleto editado por la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior del Gobierno de España. Oportuna a todas luces la entrega. Véase si no su título: «¿Qué hacer si ha sufrido un delito de odio?» Si el Ministro del Interior, el que fuera juez Fernando Grande Marlasca hubiese tenido el detalle de hacerle llegar el mismo folleto al presidente del Gobierno (del que forma parte) y secretario general del Partido Socialista, que como es sabido son dos en uno – sanchísima dualidad— ambos se habrían evitado la que puede ser una grandísima pérdida de tiempo. Por presentar una denuncia que quedará en nada al decir de los expertos en Derecho, excepción del tri-ministro Félix Bolaños que, con su particular y peculiar facundia, habrá asesorado y jaleado al presidente a presentarla. ¿Delito de odio el apaleamiento del pelele de Pedro Sánchez la noche de fin de año frente la sede del Partido Socialista en Ferraz? Pues si hacemos caso a lo que dice el folleto ya referido, no parece. Reproduzco en su literalidad: «Alguna vez has sido … amenazado, insultado, coaccionado violentamente física o verbalmente o alguna propiedad ha sido dañada y crees que se debe a motivos racistas, antisemitas, antigitanos u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias, la étnica, raza o nación, el sexo, edad, orientación o identidad sexual o de género, razones de género, de aporofobia o de exclusión social y enfermedad o discapacidad. Si crees que es tu caso, podrías haber experimentado un delito de odio…». La casuística explicitada en líneas anteriores, siendo exhaustiva, no incluye como delito el que ha denunciado el PSOE. No importa. El caso es hacerse el ofendido y en eso Pedro Sánchez ha demostrado ser un genio insuperable que aprovecha todo para lanzar sus invectivas contra el PP, al que trata de desgastar cuanto puede y como puede, por más que haya sido alguien con alguna relación con Vox el que hizo el muñeco cuyo parecido físico con Sánchez era del todo imposible establecer. El pelele de Pedro Sánchez es a un ninot de Fallas lo mismo que sus obras –Manual de resistencia y Tierra firme— a las memorias de un político como Winston Churchill. Y siendo la actuación de quienes apalearon la cucaña del todo condenable, la respuesta del sanchismo resulta tan sorprendente como desmesurada. Fina piel la suya. Como si nunca se hubiesen dado actos como la quema de la imagen de nuestro Rey o el derribo de su efigie, mientras en Fiscalía tocaban la lira. Antes que lo del pelele de Sánchez hubo por estos lares quienes pegaron fuego a una gran foto del diputado Carlos Flores Juberías . También la imagen del vicepresidente del Consell, Vicente Barrera, fue sometida al vituperio por parte de quienes ahora se muestran tan exquisitos y exigentes repudiando los ataques al monigote de Pedro Sánchez. Los de piel tan fina que se sienten agredidos por el aquelarre de la noche de san Silvestre frente a Ferraz, son los mismo que no han dejado pasar ocasión, y si no la tenían la propiciaban, recordándole a Carlos Flores una vieja sentencia por un caso de violencia verbal. Condenable, sí, pero de mucha menor intensidad y gravedad que los ataques de Jesús Eguiguren , presidente que fue del Partido Socialista de Euskadi, a su mujer. Porque además de palabra consumó su violencia valiéndose no sólo de sus manos sino también de un paraguas y un zapato. La moción de censura contra el gobierno de UPN en la capital de Navarra demostró que la palabra de Pedro Sánchez negando por activa, pasiva y perifrástica que jamás apoyaría a Bildu en Pamplona, vale menos que una higa. La moción de censura apoyada por el PSOE navarro ha verificado que en cuestión de hipocresía y mendacidad los de Bildu no son menos que los sanchistas. Un concejal de Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona, Joxe Martín Abaurrea, fue condenado en 2019 a seis meses de prisión por cuatro delitos de lesiones a dos agentes de la policía municipal y morder a una concejal del PP, durante un forcejeo en los sanfermines de ese año. Fue forzado a dejar su escaño. El suyo es otro caso de fijo discontinuo, porque el que ahora vuelve a ser alcalde, Joseba Asirón -pelillos al río Sadar- lo recuperó e incluyó en las listas municipales del pasado año como tercero en su candidatura. Así, Abaurrea vuelve a morder, perdón, a mandar en el ayuntamiento pamplonica. Si éstos dos no son casos de refinado cinismo, lo serán de desvergonzada amnesia. Y casi peor que todo eso, tener que aguantar las mequetrefes explicaciones de Patxi López.