Los viejos cronistas dirían que este insólito y larguísimo partido disputado sobre las aguas del Sena tuvo dos mitades muy distintas. En la primera de ellas la lluvia, que descargó con fuerza sobre París , amenazó con hundir un espectáculo colosal, imaginado a lo grande, sin reparar en gastos ni en osadías. En la segunda, sin embargo, ni el formidable aguacero pudo con la magia del olimpismo, encarnada en varios atletas de estatura mítica. Fue un gozo histórico ver navegar por el Sena a Rafa Nadal con la llama olímpica ... Читать дальше...