UNA casa son personas y rutinas. En la mía, de niña, cada mañana antes de ir al colegio había unas tostaditas que mi madre enterraba en mermelada de fresa de La Vieja Fábrica y más allá, en la encimera, un ejemplar de ABC. El periódico ya se había leído y yo ojeaba la portada. Cuando me hice adolescente aprendí con él a mover sus páginas como los mayores, con pausa en la esquinita dentada cuando los ojos llegaban al último párrafo del artículo, o firme y veloz, como el volante de la falda de un traje de gitana... Читать дальше...