Los inviernos de mi infancia son de cristal, de carámbanos en las cornisas del patio y aceras cubiertas de sal que crujían bajo nuestros pies. Inviernos con el viento cortando como un cuchillo afilado nuestras mejillas, colándose entre los huecos de los verdugos y bufandas. Inviernos de braseros de cisco y chimeneas encendidas, olor a encina, madrugadas blancas, nieblas que nunca levantaban, paisajes desdibujados y un Duero embravecido por el deshielo, chocolate, inmenso, poderoso. Los inviernos... Читать дальше...