ru24.pro
World News
Декабрь
2025

Arabia Saudita y Emiratos Árabes rompen filas: el mapa regional entra en fase crítica

0

La madrugada de este martes, Arabia Saudita lanzó un ataque aéreo contra cargamentos de armas provenientes de los Emiratos Árabes Unidos en el este de Yemen. Esta acción no solo rompe definitivamente la coalición saudí-emiratí en Yemen, sino que expone con claridad la consolidación de tres grandes ejes regionales que hoy se disputan la hegemonía de Medio Oriente.

Según reportes de las agencias internacionales AFP y EFE, el bombardeo saudí tuvo como objetivo un cargamento de armas y vehículos blindados descargados desde dos embarcaciones en el puerto de Mukalla, en el este de Yemen, procedentes del puerto emiratí de Fujairah.

Arabia Saudita justificó el ataque afirmando que este material estaba destinado al Consejo de Transición del Sur (CTS), un grupo separatista yemení que busca reinstaurar a Yemen del Sur como un país independiente y que es respaldado política, militar y financieramente por los Emiratos Árabes Unidos. Además, señalaron que Riad considera una amenaza directa a su seguridad nacional y a la estabilidad regional.

Ataques de Arabia Saudí sobre barcos cargados con armamento de Emiratos Árabes Unidos, en el puerto de Mukalla en el este de Yemen. Vía X@LifeSaudiArabia.

Tras el ataque, el gobierno yemení —reconocido internacionalmente y apoyado por Arabia Saudita— declaró estado de emergencia y exigió que todas las fuerzas emiratíes abandonaran el país en un plazo de 24 horas. Con esta orden — ruptura definitiva de una alianza que nació hace 10 años con un objetivo común: contener el avance de los rebeldes hutíes —apoyados por Irán— y evitar que un actor pro-iraní controlara el estratégico estrecho de Bab el-Mandeb, la puerta de entrada al Mar Rojo.

Durante casi una década, Arabia Saudita y los Emiratos financiaron al gobierno yemení y ejecutaron bombardeos conjuntos. Sin embargo, Yemen nunca fue un frente homogéneo. El país se transformó en un verdadero laboratorio geopolítico, un rompecabezas de intereses superpuestos que hoy anticipa el futuro de toda la región. Mientras combatían a los hutíes, cada socio de la coalición empezó a construir su propia zona de influencia. Arabia Saudita apostó por un Yemen formalmente unido, bajo su tutela directa, como forma de garantizar la seguridad de su frontera sur y evitar un Estado fallido permanente.

En cambio, los Emiratos, se enfocaron en el sur del país, priorizando el control de puertos estratégicos como Adén y Mukalla, y de islas clave como Socotra. Para ello, crearon, entrenaron y armaron al Consejo de Transición del Sur.

El ataque saudí en Mukalla confirma que el nivel inferior del conflicto, la disputa territorial y económica, terminó imponiéndose al nivel superior, la lucha común contra Irán. Al anunciar hoy el retiro de sus esfuerzos de “contraterrorismo”, los Emiratos están enviando un mensaje inequívoco, si no pueden consolidar su proyecto en el sur bajo el paraguas de la coalición, entonces la coalición deja de existir. Esto deja a Arabia Saudita en una posición  delicada, obligada a enfrentar en solitario a los hutíes mientras lidia con un levantamiento armado en el sur protagonizado por un actor que hasta ayer era su aliado indirecto.

El detonante inmediato del ataque es el avance del CTS hacia zonas que Riad considera vitales para su seguridad nacional. Aprovechando el respaldo emiratí, el CTS dejó de priorizar el frente norte contra los hutíes y comenzó a avanzar hacia el este del país. Para Arabia Saudita, este movimiento cruza una línea roja.

A la izquierda, Mohamed Bin Salman, príncipe heredero al trono de Arabia Saudita, a la derecha, Mohamed Bin Zayed, presidente de Emiratos Árabes Unidos. Vía X@Political_Room.

Al priorizar la unidad territorial y su seguridad fronteriza por sobre la alianza anti-Irán, Arabia Saudita provocó la retirada formal emiratí. Sin embargo, esta retirada no implica el abandono del CTS. Por el contrario, Abu Dabi cambia el uniforme militar por el de asesor y financista, replicando el modelo que ya aplica en otros escenarios como Sudán. El CTS depende económicamente de los Emiratos para pagar los salarios de cerca de 90 mil combatientes, así como las inversiones emiratíes en infraestructura en Adén y Socotra no serán abandonadas.

El CTS no se siente abandonado, se siente liberado. Al retirarse las tropas emiratíes, se elimina el “freno de mano” que moderaba a los separatistas. Ahora, cualquier intento saudí de expulsarlos de Mukalla o de los campos petroleros implicará un enfrentamiento directo. Las fuerzas del CTS en Hadramaut ya han prometido venganza, lo que anticipa una escalada de combates entre actores que hasta hace muy poco compartían objetivos estratégicos.

En este escenario emerge un actor clave operando en las sombras, Israel. En los últimos años, Israel ha sufrido importantes pérdidas económicas por los bloqueos hutíes en el Mar Rojo. Antes incluso de esta ruptura, existían reportes persistentes sobre cooperación de inteligencia israelí con los Emiratos en la isla yemení de Socotra, incluyendo la instalación de sensores y radares para monitorear movimientos iraníes.

Con la retirada emiratí, Israel podría encontrar en el CTS un nuevo aliado desesperado. Si Tel Aviv decide reconocer a Yemen del Sur, siguiendo el precedente de Somalilandia, el tablero regional cambiaría por completo. Un Yemen del Sur respaldado por Emiratos e Israel crearía una zona segura en el Golfo de Adén y permitiría a Israel asegurar el tránsito de sus buques comerciales hacia el puerto de Eilat.

Esto permitiría cerrar una “pinza” estratégica en ambos lados del estrecho de Bab el-Mandeb, reduciendo drásticamente la capacidad iraní de utilizar el Mar Rojo como herramienta de presión regional. Un movimiento como ese dejaría a Arabia Saudita en una posición prácticamente imposible, como líder del mundo islámico y custodio de los lugares santos, Riad no puede aceptar que un Estado fragmentado en su frontera sur se convierta en aliado directo de Israel.

Así, el mapa regional se reconfigura en tres grandes ejes claramente definidos. El primero es el eje soberanista, liderado por Arabia Saudita y Turquía (Pakistán también entraría en la lógica debido a su alianza militar con el reino saudí), que busca preservar la unidad territorial, el control estatal y el orden regional tradicional. El segundo es el eje de la nueva geometría, encabezado por Emiratos Árabes Unidos e Israel, que apuesta por la fragmentación territorial y el control directo de rutas marítimas y nodos estratégicos. El tercero es el eje de la resistencia, liderado por Irán y sus aliados, que observa cómo sus adversarios se enfrentan entre sí mientras fortalece sus capacidades militares y espera el momento oportuno para avanzar.

Y es este eje iraní el que también amenaza con estallar en una nueva guerra con Israel, este lunes en el contexto de la sexta reunión en un año entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el líder norteamericano aseguró que apoyarían a Israel en una eventual intervención sobre Irán, una que cada día parece más probable.

Primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto: X @netanyahu.

En los hechos, estamos ante una verdadera Guerra Fría en Medio Oriente que comienza a calentarse peligrosamente. Ya no se trata solo de Yemen, ni de un puerto o de un grupo separatista, sino de una disputa estructural por el control de rutas energéticas, posiciones militares y liderazgo regional.

El riesgo es claro, que este conflicto derive en una guerra regional abierta, con enfrentamientos directos entre potencias del Oriente Medio y la participación indirecta de actores globales.

En este contexto, se explica la urgencia de Estados Unidos en otros escenarios, como Venezuela. En un mundo donde Medio Oriente podría entrar en una fase de guerra regional prolongada, el control de los recursos energéticos se vuelve un asunto de supervivencia estratégica. En ese escenario, el petróleo venezolano deja de ser un problema político y pasa a ser una pieza clave en el tablero global de seguridad energética para Estados Unidos, en un sistema internacional cada vez más tensionado y al borde de múltiples crisis simultáneas.

Este 2026 amenaza con ser el año donde todos estos conflictos contenidos en el Medio Oriente, terminen por estallar si es que no se logran solucionar o apaciguar de alguna forma. Porque una guerra abierta en dicha región deja en vilo el suministro energético global y con ello el status quo del mundo.