Mariano Cohn y Gastón Duprat destripan los tópicos argentinos y desmontan a los dogmáticos: «Nosotros criticábamos el mundo progre mucho antes de que existiera el concepto woke»
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En una industria cinematográfica argentina que navega entre el prestigio internacional y las tensiones internas, pocos nombres generan tanto revuelo como el de Mariano Cohn y Gastón Duprat . La dupla, responsable de títulos como 'El encargado', 'El ciudadano ilustre' o 'Competencia oficial', regresa con ' Homo Argentum ', una película compuesta por 16 historias breves a lo 'Relatos salvajes' que, con humor satírico y autocrítica, disecciona las particularidades de la cultura argentina. Protagonizada por un Guillermo Francella más camaleónico que nunca –él asume los 16 personajes protagonistas , cada cual más diferente que el anterior–, la cinta ha enamorado al público argentino y ha levantado en armas a una parte de la crítica. «Generalmente, el crítico es progre. Nosotros metemos los dedos en el enchufe y venimos haciendo una crítica al mundo progre mucho antes de que exista el concepto woke», asegura la pareja de creadores. La fórmula les funcionó: dos millones de espectadores en su país refrendaron su trabajo en 'Homo Argentum': «Es que la crítica en Argentina está escindida del gusto del público. Nosotros nos divertimos mucho leyendo a los críticos, porque una mayoría es bastante dogmática y corre de atrás al espectador; luego, hubo otras personas que escribieron en prensa, generalmente los columnistas políticos más sofisticados o de sociedad, como Jorge Fernández Díaz , que hicieron textos buenísimos sobre la película», rematan. Pero, ¿por qué tanto revuelo con 'Homo Argentum'? Si en España a más de uno le escoció el juego de tópicos de la saga 'Ocho apellidos...', imaginen en un país con el ego de Argentina, donde nadie duda de que tienen los mejores helados, la mejor pizza, la mejor carne, el mejor vino, los mejores futbolistas... Y llegan dos tipos a hacer bromas con los tópicos no de la comida –que eso ya sería demasiado– sino con las personas: el tipo que cambia divisas a los turistas, el cineasta «comprometido», el cura en las villas pobres, el rico que limpia su «karma» invitando a un chaval sin recursos, la reacción a un accidente de coche... situaciones cotidianas que Conh y Duprat dan la vuelta con ingenio, algo de cinismo, mucho de mala leche y, sobre todo, humor. Claro que si uno tiene ego, lo que más le gusta es que hablen de él. Por eso, millones de argentinos fueron al cine. En oleadas. «Con unas cifras que no sucedían desde hace muchísimos años», cuentan los directores. «Los dueños de salas agregaban sillas de plástico, con horarios desde la mañana hasta la medianoche proyectando la película», rematan. Y, claro, con tantos ojos sobre la película y tanto crítico hablando de ellos, se armó el lío: debates en televisión, quejas de la Iglesia Católica (ese cura 'peronista'), del gremio de directores (una escena memorable del cineasta comprometido filmando a unos indios para luego venir de festivales a Europa) e incluso una asociación política pidiendo quitarles la nacionalidad argentina... «Se ofendieron todos, pero sentimos como un orgullo de haber pateado el hormiguero», celebran. El origen de Homo Argentum se remonta a una espera entre temporadas de 'El encargado'. Guillermo Francella les proyectó 'Monstruos de hoy', de Dino Risi, una comedia italiana de viñetas que actúa como drama seco, sin forzar la risa. «Nos gustó mucho la época dorada del cine italiano, y quisimos recrear ese espíritu y ese tono», recuerdan. Y así decidieron hacer algo similar pero en argentino: 16 minipelículas, de 1 a 12 minutos, todas con Francella como protagonista único. «En la película, la comedia y las risas esconden por detrás las contradicciones y dilemas de la vida». El proceso creativo fue exhaustivo. Empezaron con más de 40 historias que «hubiesen dado para una película de 6 horas», admiten. Redujeron quitando las que se solapaban, hasta llegar a 16. Filmaron todas y decidieron dejarlas completas: «En el propio equipo no había una unanimidad sobre cuáles sobraban, todos opinaban diferente. Decidimos dejarlos todos, entendiendo que era como una paleta de colores y que no iba a haber unanimidad nunca». Elegir el orden fue clave. El principio y el final son fundamentales. «Queríamos una muy potente para empezar y dejamos un desenlace que de alguna manera cose y habla del gen argentino». Muchas de esas historietas podrían ser largometrajes independientes: «Somos conscientes de que hicimos un exceso, un derroche». Pero esa síntesis genera debate: «Se trabajó mucho en los guiones, con esa idea de despertar discusiones». No todas son contradictorias, pero muchas sí, planteando posiciones que ni ellos tienen claras. Otras, como la del cura y el director de cine, son más directas. Y todo, bajo el rostro y el verbo de Francella, leyenda ya del cine argentino: «Él fue muy audaz; podría quedarse en roles seguros, pero arriesgó con 16 personajes en un rodaje continuo: un día cura, al siguiente empresario o relator de fútbol. Teníamos que estar muy atentos para ayudarlo a construir esos personajes de un día para otro. No queríamos disfrazarle, queríamos ver al actor detrás del personaje». Algo que, tras 'El encargado', era un más que difícil: «¿Qué película podíamos hacer con Guillermo después de semejante personaje?». Pues 16 micro-películas. Casi nada.
