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El viaje de los hijos del “Cuervo” a Melinka-Puchuncaví, montaje teatral sobre “la memoria entre generaciones”

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Llovía intensamente en la región de Valparaíso y los preparativos para la presentación de la obra “Cuervo” ese sábado 6 de diciembre de 2025 se veían marcados por la incertidumbre, pero al mismo tiempo con mucha expectativa. “Son las lágrimas de mi padre emocionado” manifestaba uno de los hijos de Óscar “Cuervo” Castro. Sebastián, Cosme y Óscar habían viajado desde Francia para compartir esa historia de su padre, quien fue actor, dramaturgo, director y fundador de Teatro Aleph.

Esa jornada se viviría un momento histórico en el Sitio de memoria ex Campo de Prisioneros Políticos Melinka- Puchuncaví. Los tres volvían al lugar donde Óscar Castro fue detenido durante la dictadura chilena, pero no solo a visitar sus senderos. Cincuenta años después, los hijos del “Cuervo” traían el teatro al mismo recinto donde él hizo funciones buscando la libertad en un mundo imaginario.

Luego de la muerte su padre en 2021 (Francia) y la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado en Chile, se embarcaron en un viaje que los llevó a crear una adaptación teatral y audiovisual de la autobiografía inédita de Óscar Castro y de un posterior trabajo documental realizado recientemente en nuestro país.

Y la gira comenzaba en Valparaíso…

Obra “Cuervo” en Sitio de Memoria Melinka Puchuncaví (2025). Imagen: Diana Porras.

Una pantalla gigante estaba instalada al costado de la cabaña-celda recuperada en 2020 y trasladada al sitio de memoria. El equipo acomodaba los cables, las mesas, los micrófonos mientras seguía lloviendo y los asistentes buscaban instalarse bajo unos toldos que se habían dispuesto respondiendo a la emergencia.

El grupo también estaba compuesto por Corentin Rostollan-Sinet, dramaturgista y dedicado a la investigación teatral, y la ilustradora Jeanne Frenkel. “Es una convocatoria tan bella y lo agradecemos” expresaban a minutos del inicio.

Llegaba el momento de que lo gestado en Francia, donde están radicados, entrara a escena. Dirigida por Óscar y Cosme Castro, la interpretación quedó en manos de Sebastián Castro Vallejo que, refugiado en uno de los techos de acceso a la cabaña, sacaba la voz por el “Cuervo” relatando los padecimientos sufridos en los campos de concentración de Tres Álamos, Ritoque y Melinka-Puchuncaví.

Sebastián Castro Vallejo. Imagen: Diana Porras.

Esas frases, que eran recibidas entre la emoción, la sorpresa y los recuerdos por parte del público, son parte de uno de los capítulos “desconcertantes” de “Mi Teatrografia: la bella y trágica aventura de la vida”, autobiografía inédita e inconclusa de su padre.

En esas hojas, leídas por Sebastián, el Cuervo comparte recuerdos de su experiencia como prisionero político (1974-1976) y la manera en que sobrevivió haciendo teatro. “Se negó a convertirse en víctima” se menciona mientras aumenta la intensidad del agua caída. ¿Cuáles fueron los “Viernes Culturales”? Presentaciones de teatro que se estrenaban cada semana donde el público eran sus propios compañeros de cautiverio y los mismos militares de turno.

El relato tenía una segunda temporalidad. Los recuerdos de esa época y las nuevas vivencias del viaje de los hijos a Chile: “Ese mundo imaginario era nuestro cuento para dormir desde niños”.

“El infierno de la Villa”

Después de un funesto paso por el centro de tortura de la Villa Grimaldi, Óscar “Cuervo” Castro fue trasladado a Tres Álamos, Ritoque y Melinka-Puchuncaví. Detenido con su hermana Marietta y luego marcado por el sufrimiento del secuestro de su madre, María Julieta Ramírez, y su cuñado, John Mac-Leod, en 1974.

“Lo que más me dolía, hacernos sufrir sin razón en esta tierra, mi tierra” sigue recordando Sebastián en el transcurso de la obra que estaba acompañada de imágenes en la pantalla: ilustraciones, videos y fotografías.

En esos testimonios recopilados por sus hijos a los compañeros de celda, uno de ellos destaca que, a pesar, de que Óscar cargaba más tristeza que muchos…levantaba el ánimo de los demás con humor e ingenio.

“Dijo que nosotros en Puchuncaví, éramos libres. Que nosotros podíamos hacer lo que quisiéramos, caminar por donde quisiéramos dentro de las alambradas y que los verdaderos prisioneros …eran los que estaban detrás de las alambradas, el pueblo de Chile” expresó Pedro Matta.

Obra Cuervo en Melinka Puchuncaví. Imagen: Diana Porras

Casimiro Peñafleta, fue número imperdible en el paso por Tres Álamos, Melinka y Ritoque. Incluso, alcanzando una faceta alucinante: el “alcalde” autodesignado del lugar. Parte de ese trabajo era recibir a los que llegaban, generalmente muy maltratados, y despedir a los que se iban. “Aparecía en una carretilla, conducida por otros presos, me bajaba pomposo y les daba la bienvenida” redactaba el Cuervo mientras avanzaba en su autobiografía.

En 1976, el “Cuervo” fue exiliado a Francia, junto a su mujer Anita, sus dos primeros hijos y su hermana Marietta. Estando allí, refundan el Teatro Aleph, manteniendo su visión de un teatro que despierta las mentes.

“Un acto de coraje inmenso”

Cosme y Óscar manejaban las imágenes reflejadas en la pantalla al interior de la cabaña-celda, una improvisación decidida por los impactos de la lluvia, e intervenían con gritos y frases para complementar los relatos de la historia que incluyen anécdotas, horrores, recuerdos y diálogos inéditos.

Al interior de la cabaña-celda. Imagen: Diana Porras

Lo que se pensó hace meses, logra concretarse en Melinka-Puchuncaví. Con masivos aplausos, el equipo cierra la presentación con unas emotivas palabras de Sebastián Castro.

Anita Vallejo, su madre, le escribe un mensaje la noche anterior:

“Me emociona mucho saberte en Melinka Puchuncaví. Después de tantos años, volver al lugar donde pequeñito de mis manos recorrimos juntos… ese lugar transformado en campo de concentración. Y ahora, a los cincuenta años de tu vida, vuelves con los hermanos… Es una gran batalla y un acto de coraje inmenso”.

En conversación con Diario y Radio Universidad de Chile, el hijo mayor de Óscar Castro reconoce que “llegando aquí me quedé muy emocionado”. “Fue un relato que siempre nos hizo mi papá en Francia. Siempre contando los momentos ´alegres´ donde inventaba un mundo al interior del campo como la película de Roberto Benigni, La Vida es Bella. No concientizaba el lugar” relata Sebastián.

“Va a costar tiempo entender lo que hemos vivido hoy día”, agrega.

En este camino, menciona que actuaron en Francia. Sin embargo, “se dieron cuenta que la necesidad era volver a Chile, sobre todo a los lugares de memoria”.

“Esa historia no puede ser asumida solamente por los que vivieron esos dramas y esos horrores. Esa historia, es la historia de Chile. De mi punto de vista, encuentro que no se ha asumido, y si no es asumida de ese lado, siempre van a haber las heridas” concluye.

“Seguiremos inventando otros Peñafletas” se escucha en la despedida de este acto y con un mensaje: el arte como una herramienta de resistencia y una forma de hacer justicia.

Equipo de la obra “Cuervo”. Imagen: Diana Porras.