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Pedro Sánchez enfrenta un cambio inesperado en los fondos europeos: Bruselas activa un cambio que altera el plan español

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El punto crítico que altera el reparto de fondos

España comunicó su intención de renunciar a una parte sustancial de los créditos asociados al plan de Recuperación. Pero la magnitud real del ajuste no se conoció hasta que Bruselas confirmó que existen 26.000 millones de euros en transferencias directas cuya ejecución continúa sin garantías. Este volumen supone el 32% de los fondos inicialmente previstos, una cifra que condiciona el cumplimiento de los hitos y el calendario pactado con la Unión Europea.

La situación llega en un momento clave. Septiembre de 2026 es la fecha límite para solicitar el último desembolso y, según la Comisión Europea, los Estados deben desprenderse de compromisos que resulten inviables. Ya ocurrió con el impuesto al diésel, cuya falta de avance bloqueó parcialmente el quinto pago.

Una ejecución ralentizada y un calendario que presiona

El plan español dispone de 163.000 millones de euros entre ayudas y créditos, de los que 80.000 millones corresponden a transferencias no reembolsables. Hasta ahora, España ha recibido un 43,5% del total, lo que deja en suspenso más de la mitad de los recursos. La absorción de fondos continúa siendo uno de los principales desafíos del Ejecutivo y ha generado retrasos acumulados respecto al diseño original del mecanismo.

A esta dificultad se suma que solo se han solicitado 16.000 millones de los 83.000 millones en préstamos disponibles. El margen temporal para ejecutar los restantes se estrecha y obliga a replantear la estrategia inicial. Moncloa ha trasladado a Bruselas una revisión del plan que incorpora la renuncia al 75% de estos créditos, una decisión motivada por la falta de tiempo para canalizarlos hacia proyectos viables.

Por qué España reduce de forma drástica su petición de créditos

Las razones son múltiples, pero el Ministerio de Economía destaca una en particular: España se financia hoy en los mercados a un coste inferior al de los préstamos europeos. Según datos oficiales, la referencia a 20 años presenta un diferencial negativo para el país, lo que elimina una ventaja que, en 2021, resultaba determinante.

Este entorno explica por qué Moncloa solo solicitará 5.000 millones adicionales en los próximos meses, elevando a 22.000 millones el volumen total de préstamos demandados. El resto quedará fuera del plan, a pesar de que inicialmente se había habilitado una capacidad de endeudamiento muy superior.

La comparación con Italia evidencia dos modelos de gestión

Aunque España e Italia son los mayores beneficiarios del programa europeo, sus estrategias divergen. Roma optó desde el inicio por activar simultáneamente ayudas y créditos, aprovechando las condiciones financieras favorables. España, en cambio, decidió posponer la solicitud de préstamos hasta fases avanzadas del plan.

Esta diferencia ha tenido consecuencias visibles: Italia ha recibido un 79% de sus fondos asignados, mientras España apenas ha alcanzado el 43%. La capacidad de absorción y la velocidad de tramitación han marcado el ritmo en ambos países, así como la estabilidad parlamentaria necesaria para aprobar reformas estructurales.

El impacto de la aritmética parlamentaria en los pagos europeos

La Comisión Europea ha frenado hitos relacionados con reformas legislativas que requieren mayoría parlamentaria. La reforma del subsidio por desempleo, la digitalización de las entidades regionales o el endurecimiento fiscal sobre los carburantes han quedado en suspenso. Este bloqueo ha provocado que España acumulase un retraso de un año y medio respecto al calendario previsto.

Actualmente permanece retenida una partida de 1.100 millones correspondiente al último desembolso. Bruselas exige que se solucionen los incumplimientos y que se reformule el plan para asegurar que los compromisos restantes pueden ejecutarse a tiempo.

Un horizonte condicionado por la capacidad de reacción

España deberá tramitar en los próximos meses una adenda completa del plan de Recuperación. Este documento deberá ser aprobado por el Consejo de Ministros y negociado con los grupos parlamentarios. Sin apoyos suficientes, el riesgo de nuevos retrasos es elevado y podría comprometer la llegada de cientos de millones en un momento de presión presupuestaria.

La Comisión Europea mantiene un diálogo permanente con España y ha confirmado que continúa evaluando el borrador enviado por el Ejecutivo. Bruselas insiste en que los Estados deben priorizar los objetivos que puedan cumplirse y ajustar sus programas antes de que expire el plazo de 2026. Para España, esta revisión será determinante para asegurar los tramos pendientes.

Qué está en juego en los próximos meses

El Gobierno debe demostrar que puede ejecutar alrededor de 31.000 millones en un periodo de un año, cifra que incluye los 5.000 millones adicionales de créditos. La tarea no será sencilla: el sistema ha mostrado límites evidentes en la distribución de fondos y la tramitación administrativa continúa siendo un punto crítico.

En paralelo, Bruselas exige que las reformas comprometidas avancen a un ritmo suficiente. Sin estos cambios estructurales, cada desembolso seguirá supeditado a verificaciones técnicas que ya han provocado retrasos importantes.