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Ноябрь
2025

¿Qué es la kombucha y por qué se ha puesto tan de moda?

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Más una bebida fermentada con probióticos que una pócima medicinal milagrosa

Probióticos y prebióticos: ¿cómo nos ayudan en la salud intestinal?

Hasta hace poco, nadie sabía pronunciar su nombre. Hoy, la kombucha está en cafeterías saludables, supermercados y redes sociales. Esta bebida fermentada de sabor ácido y burbujeante se ha convertido en el emblema del bienestar moderno: la piden los que hacen yoga, los que cuidan su microbiota y los que simplemente buscan una alternativa más sana a los refrescos. Pero ¿qué es exactamente la kombucha y por qué todo el mundo habla de ella?

Una bebida milenaria con alma moderna

Aunque parezca una novedad del mundo wellness, la kombucha tiene más de dos mil años de historia. Nació en el noreste de China, donde se le conocía como “el té de la inmortalidad”, y desde allí viajó por la Ruta de la Seda hacia Japón y Rusia. Su base es muy sencilla: té negro o verde, azúcar y un cultivo simbiótico de bacterias y levaduras, conocido como SCOBY.

Durante la fermentación, el azúcar se transforma en ácidos orgánicos, trazas de alcohol y burbujas naturales. El resultado es una bebida viva, ligeramente ácida y con un punto dulce, refrescante y compleja al mismo tiempo. Una especie de cruce entre un refresco artesanal, una sidra y un té frío.

La gran diferencia con un refresco común es que la kombucha no se carbonata artificialmente, sino que su gas es fruto del propio proceso de fermentación, lo que le da ese burbujeo sutil que tanto engancha.

Probióticos, sabor y estética: el cóctel perfecto

La moda de la kombucha no se explica solo por su sabor. Su éxito se debe a la combinación de tres factores clave: salud, tendencia y estética.

En primer lugar, la kombucha está cargada de probióticos, microorganismos beneficiosos que ayudan a mantener el equilibrio de la flora intestinal. Por eso, se ha convertido en la bebida fetiche de quienes buscan cuidar su digestión o reforzar su sistema inmunitario sin recurrir a suplementos. También contiene ácidos naturales como el acético o el glucurónico, que contribuyen a depurar el organismo y mejorar la absorción de nutrientes.

En segundo lugar, su imagen saludable encaja a la perfección con la nueva cultura del bienestar. Envases coloridos, etiquetas minimalistas y una estética eco-chic que la han vuelto omnipresente en redes sociales. Se bebe tanto por sus beneficios como por lo bien que queda en una foto.

Y por último, la versatilidad: se puede aromatizar con frutas, jengibre, flores o hierbas, crear versiones caseras o incluso usar como base para cócteles sin alcohol. Es natural, divertida y personalizable, tres adjetivos que explican buena parte de su boom.

Beneficios reales (y mitos en torno a ella)

No, la kombucha no es una pócima milagrosa. Pero sí tiene propiedades interesantes. Su fermentación natural aporta vitaminas del grupo B y compuestos antioxidantes derivados del té, especialmente si se elabora con té verde. Estos ayudan a neutralizar los radicales libres, reducen la inflamación y favorecen una sensación general de bienestar.

Además, su bajo contenido en azúcar y la ausencia de aditivos la han convertido en una alternativa real a los refrescos industriales, esos que prometen energía pero solo aportan calorías vacías. La kombucha, en cambio, ofrece un ligero estímulo natural sin cafeína en exceso, lo que la hace apta para casi todos los momentos del día.

Eso sí, conviene matizar: no todas las kombuchas son iguales. Algunas marcas industriales contienen tanto azúcar como un refresco, o han sido pasteurizadas, perdiendo así gran parte de los microorganismos beneficiosos. Las versiones artesanales y no pasteurizadas son las que conservan su esencia original y sus propiedades probióticas.

El sabor que conquista

La primera vez que se prueba, sorprende. La kombucha tiene un sabor entre ácido, afrutado y ligeramente dulce, con matices que dependen del tipo de té y del tiempo de fermentación. Cuanto más larga sea, más seca y compleja será. En las segundas fermentaciones se le añaden frutas o especias que dan lugar a versiones de granada, hibisco, jengibre o maracuyá, muy populares en cafeterías y tiendas de productos naturales.

Se toma bien fría, en vaso o directamente de la botella, y su efervescencia natural la hace perfecta para quienes buscan una bebida refrescante sin alcohol ni aditivos. Algunos incluso la usan como base para mocktails o smoothies.