Paramilitares en Sudán ejecutan a más de 460 personas durante brutal asalto a hospital materno
Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), grupo paramilitar conocido como rebeldes, asesinaron al menos a 460 pacientes y acompañantes durante un ataque contra el Hospital Materno Saudí de El Fasher, en Darfur del Norte. La ONU calificó la masacre como “horrífica”. Este no es el primer atentado de este tipo: en los últimos dos años y medio se han registrado más de 185 ofensivas en el marco del conflicto armado entre la RSF y el ejército sudanés.
Testimonios e informes denuncian matanzas masivas difundidas en redes sociales, donde se ve a milicianos disparar deliberadamente contra personas desarmadas que solo intentan escapar. Las imágenes muestran cadáveres amontonados y calles teñidas de rojo por la sangre. Quienes lograron sobrevivir y llegar al campo de refugiados de Tawila -isla en Egipto- presentaron signos de trauma severo. Muchos relataron atrocidades, incluidos casos de violación y abuso sexual contra mujeres y niñas.
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La guerra civil que desangra a Sudán
Desde 2019, los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) colaboraron con el ejército sudanés en la caída del expresidente Omar al Bashir. Tras ese hecho histórico, ambas facciones iniciaron una lucha de poder que derivó en la actual guerra civil en Sudán, que deja más de 2.000 personas muertas y al menos 200.000 atrapadas en la capital de Darfur del Norte. En medio de la violencia, al menos 26.000 personas lograron huir durante un asalto de las RSF, según un informe de las Naciones Unidas.
La toma de la ciudad de El Fasher —que hasta los recientes ataques se había mantenido al margen de la pugna— representa una victoria clave para los paramilitares. Es la primera vez, desde el inicio de la guerra en abril de 2023, que las RSF logran controlar todo el territorio de Darfur. Sin embargo, lejos de conformarse, han puesto la mira en Kordofán, que se perfila como el próximo gran frente de batalla en su intento por tomar Jartum, la capital de Sudán y sede principal del ejército, con el objetivo de derrocarlo.
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Las tensiones étnicas se intensifican y agravan el conflicto en Sudán
Darfur, una de las regiones más castigadas por las Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán, no solo ha sido escenario de violencia contra civiles, sino también de ataques sistemáticos hacia comunidades locales no árabes, lo que ha intensificado el choque étnico en la zona. Esta tendencia, calificada por expertos en derechos humanos como un posible genocidio, ha estado directamente vinculada a las acciones de la RSF, lo que provoca que la emergencia en la región adquiera una dimensión propia.
El rechazo hacia las comunidades no árabes en Darfur no es un conflicto reciente. Hace dos décadas, cuando el expresidente Omar Al Bashir aún estaba en el poder, se lanzaron campañas de contrainsurgencia contra movimientos armados integrados por grupos no árabes, impulsadas por políticas de marginación y expolio. Según Al Bashir, una de las razones detrás de estas acciones era la creciente competencia por los recursos naturales entre comunidades agrícolas no árabes y comunidades pastorales árabes, cuya disponibilidad se reducía con el paso del tiempo.
Para muchos sudaneses, aquella campaña promovida por Al Bashir marcó el inicio de un genocidio contra comunidades no árabes, en particular las etnias masalit, fur y zaghawa. Bajo la llamada política de tierra arrasada, miles de personas fueron asesinadas, vastos territorios quedaron despoblados por la fuerza y se empleó la violencia sexual de manera sistemática contra mujeres y niñas.
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Las RSF reciben apoyo de Emiratos Árabes Unidos, según HRW
Un informe reciente de Human Rights Watch reveló que, a pesar de su historial de violaciones a los derechos humanos, las Fuerzas de Apoyo Rápido continúan recibiendo apoyo militar por parte de los Emiratos Árabes Unidos. Según información obtenida también por France 24, una empresa con sede en ese país reclutó y desplegó a exmilitares colombianos en Darfur para entrenar a combatientes de las RSF y participar en los enfrentamientos. Como consecuencia, en redes sociales han comenzado a circular videos donde se escuchan combatientes hispanohablantes en tiroteos registrados en El Fasher.
Bajo esta premisa, el Consejo de Seguridad instó a que la población sudanesa se reúna de inmediato con las víctimas de los sucesos en El Fasher para escuchar sus testimonios y exigió la imposición de sanciones contra su líder, Mohamed Hamdan Dagalo (conocido como “Hemedti”), y su hermano Abdel Raheem Hamdan Dagalo, subcomandante de las RSF, por graves violaciones a los estatutos humanitarios. Ambos estuvieron presentes durante los abusos contra civiles, ordenaron el despliegue de fuerzas y tuvieron un rol decisivo en el ataque.
La organización de derechos humanos instó a la Unión Europea, el Reino Unido y otros países a imponer urgentemente sanciones selectivas contra los líderes del ejército sudanés y de las RSF. También pidió a los Emiratos Árabes Unidos que utilicen su influencia para exigir a las Fuerzas de Apoyo Rápido el cese inmediato de los ataques contra la población civil.
"La comunidad internacional tiene que dejar en evidencia a la cúpula de RSF que sus agresiones contra la población civil acarrearán serias repercusiones", afirmó Human Rights Watch. "El Consejo de Seguridad de la ONU y los países con mayor influencia deben responder de forma inmediata ante estos actos delictivos, incluyendo la imposición de sanciones a los líderes de RSF".
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Un país más habituado a la guerra que a la paz
Desde que obtuvo su independencia en 1956, Sudán ha enfrentado dos prolongadas guerras civiles: la primera entre 1955 y 1972, y la segunda entre 1983 y 2005. La más antigua de ellas culminó con la caída del dictador Yaafar al-Numeiry. A estos enfrentamientos se suman numerosos luchas internas de carácter interétnico, que han dejado millones de víctimas, motivadas por razones políticas, raciales o religiosas.
Antes de constituirse como nación independiente y separarse del control británico-egipcio, Sudán ya se encontraba inmerso en conflictos armados. La Primera Guerra Civil sudanesa provocó la muerte de medio millón de personas a lo largo de casi 17 años. La creciente inestabilidad facilitó un golpe de Estado que llevó al poder a Yaffar al-Numeiry, quien gobernó durante cerca de dos décadas bajo un régimen calificado como de "mano de hierro".
El gobierno de Numeiry trajo estabilidad al comienzo, pero desde 1983, con el estallido de la Segunda Guerra Civil, se intensificaron los conflictos interétnicos y una gran hambruna en el oeste del país dejó miles de muertos. Este hecho fue ocultado por el régimen. Todo ello permitió que Omar al-Bashir asumiera el poder en 1989.
Pese a ello, su gobierno fue igual o incluso más represivo. Los intentos por imponer la supremacía árabe e islámica provocaron que la Segunda Guerra Civil sudanesa acabara con la vida de dos millones de personas en 22 años.
Durante su régimen, Sudán fue incluido en la lista de estados patrocinadores del terrorismo por Estados Unidos, tras comprobarse vínculos entre su dictadura y Osama bin Laden. Esto significó años de aislamiento internacional.
No fue hasta 2019 que al-Bashir fue depuesto en un golpe de Estado y reemplazado por un gobierno de transición cívico-militar de dos años. A partir de entonces, se iniciaron procesos democratizadores en regiones como Darfur, Kordofán del Sur y Nilo Azul.
Esto marcó el fin de varios conflictos internos, pero también incrementó el interés de grupos paramilitares, como las Fuerzas de Apoyo Rápido, que intentaron tomar el control de los recursos y acceder al poder. Esta ofensiva provocó la muerte de al menos 400.000 personas, según datos de Naciones Unidas.
