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Октябрь
2025

Innovar en salud: Chile no puede esperar para transformar la atención de miles de personas

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La innovación en salud es la clave para transformar la manera en que se brinda atención a las personas. Tecnologías como la telemedicina, la inteligencia artificial, la interoperabilidad de datos clínicos y los sistemas de análisis avanzado están revolucionando los servicios sanitarios, haciéndolos más eficientes, seguros y accesibles. Sin embargo, la tecnología por sí sola no garantiza resultados: el verdadero cambio depende del personal de salud capacitado, instituciones preparadas y un ecosistema de innovación sólido y colaborativo.

En Chile, la innovación aún enfrenta desafíos significativos. Según la Encuesta Nacional de Innovación en Empresas, solo el 10,7% de las empresas implementaron innovaciones efectivas entre 2021 y 2022, con un gasto estimado en actividades innovativas entre mil 786 y 2 mil 478 mil millones de pesos. Además, el gasto en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB fue del 0,41% en 2023, lo que evidencia la necesidad de un mayor compromiso con la innovación en el país.

Programas que impulsan la innovación en salud han demostrado que es posible activar capacidades locales para generar cambios concretos. Iniciativas que combinan desafíos, acompañamiento técnico y espacios de pilotaje permiten que prestadores de salud y empresas desarrollen soluciones que respondan a problemas reales del sistema, fomentando la creatividad, la colaboración y la adopción de tecnologías emergentes. Estos espacios no solo producen ideas disruptivas, sino que también preparan a los equipos para adaptarse a un entorno regulatorio cambiante y a las necesidades reales de los pacientes. Esto va en línea con los estudios realizados por los Premio Nobel en Economía 2025,  sobre el rol que ha jugado la innovación tecnológica en el conocimiento y crecimiento económico, no solo de  organizaciones, sino también a nivel país.

Sin embargo, la innovación no puede ser un esfuerzo aislado. Es necesario que todos los actores del ecosistema —sector público, privado, académicos y proveedores tecnológicos— se sumen de manera coordinada. Las empresas, en particular, tienen un rol crítico: su capacidad de inversión, escalabilidad y desarrollo de soluciones determina si una innovación piloto puede transformarse en una herramienta que mejore la atención a miles de personas. Crear un ecosistema robusto de innovación en salud requiere también estándares claros, intercambio de experiencias y aprendizajes, y la disposición de experimentar con modelos que integren tecnologías, procesos y personas.

Invertir en innovación no es solo implementar nuevas herramientas: es cambiar la forma en que se resuelven los problemas en salud. Significa generar valor tangible para los pacientes, reducir brechas en el acceso a servicios, aumentar la eficiencia de los sistemas y anticiparse a los desafíos que surgirán con la digitalización y el envejecimiento de la población. Cada innovación que se adopta puede mejorar la experiencia del paciente y  la calidad de vida de las personas, además de aumentar la eficiencia y productividad en las instituciones de salud.

El reciente Índice de Capacidades del Sector Público, elaborado por el Instituto para la Innovación y el Interés Público (IIPP) y la Fundación Bloomberg, evidencia que las capacidades no se generan de forma espontánea ni dependen únicamente de una estructura formal. Por el contrario, se desarrollan a partir de una combinación estratégica de factores: un diseño organizacional sólido, liderazgos que movilizan propósito, una cultura orientada al aprendizaje y alianzas externas que fortalecen la acción institucional.

El futuro de la salud depende de la capacidad colectiva para innovar de manera sistemática y colaborativa. Los esfuerzos aislados no son suficientes: necesitamos programas que activen la creatividad, empresas que se comprometan a probar nuevas soluciones, instituciones que garanticen estándares de calidad, un ecosistema que integre a todos los actores y por sobre todo, inversión. Solo así, la innovación dejará de ser una promesa y se convertirá en un motor real de transformación para la atención de salud en Chile y la región.