Una meta volante en el Senado para juzgar a Sánchez
'Política para supervivientes' es una carta semanal de Iñigo Sáenz de Ugarte exclusiva para socios y socias de elDiario.es con historias sobre política nacional. Si tú también lo quieres leer y recibir cada domingo en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es
El Partido Popular ha montado un fiestorro para el próximo jueves en el Senado. Es otra de esas citas que prepara de vez en cuando con la intención de que sean el momento decisivo de la legislatura, el punto en el que todo saltará por los aires, Pedro Sánchez saldrá en camilla y Alberto Núñez Feijóo tendrá el camino despejado para entrar en Moncloa. De estas ha habido muchas y casi todas han acabado igual. Como mucho, Sánchez tiene que echar mano del paracetamol y Feijóo termina en su despacho mirando al techo y pensando que todo esto se le está haciendo larguísimo.
Sánchez declarará el día 30 en la comisión de investigación del Senado por el caso Koldo-Ábalos que el PP mantiene con respiración asistida y que acaba de prorrogar por seis meses más. Su utilidad ha sido entre escasa y nula. Su única función es generar titulares de cosas ya sabidas y sin ninguna revelación que no haya aparecido antes en la instrucción judicial. El PP llevaba tiempo pensando si le merecía la pena convocar a Sánchez hasta que un día –en una de esas sesiones de control en el Congreso que últimamente se le dan tan mal a Feijóo– el líder del PP se decidió a lanzarla como si fuera una gran bofetada al presidente.
La idea de que un senador Peláez del montón vaya a poner en apuros a un político tan resistente como Sánchez, que las ha visto de todos los colores en el Congreso, resulta un tanto ridícula. Otra cosa es que su comparecencia será muy larga y en total durará varias horas. Cualquier mínimo error en una frase servirá para generar un titular de impacto. Cada grupo parlamentario tendrá 50 minutos para hacer preguntas incrustadas en discursos interminables. La mecánica habitual en las comisiones de investigación de ambas cámaras es que la mayoría de los portavoces suelta una intervención con la que dicen qué es lo que ha pasado y luego hacen una pregunta para que el declarante le confirme todo lo que ha escuchado. Lo de hacer preguntas concretas es algo que se les ocurre de vez en cuando.
Al anunciar la prórroga de la comisión, la portavoz del PP en el Senado, Alicia García, tuvo la extraña ocurrencia de decir que la comparecencia de Sánchez sólo era “una meta volante” en los trabajos de la comisión. Después de estar año y medio dudando sobre si les convenía dar ese paso y de que Feijóo lo anunciara con tono fiero en el Congreso, ahora resulta que es como cuando en la Vuelta Ciclista ponen una pancarta en Villaquintanilla de Abajo para que tres corredores hagan un sprint que ven treinta personas. La labor de oposición del PP oscila entre disparar a todo lo que se mueve y dispararse en el pie. También hay que pensar que algunos dirigentes simplemente dicen lo primero que se les pasa por la cabeza.
No podían faltar la conspiración y las invenciones. García denunció sin aportar ninguna prueba que el Gobierno está “investigando la vida privada” de los senadores de su partido entre los que estaría el que haga las preguntas a Sánchez. Supuestamente, con la intención de intimidarles. Se imaginan a Óscar Puente buscando en la hemeroteca, porque de hecho el ministro se ha acostumbrado a poner la cara colorada a algunos de los senadores que le preguntan en la sesión de control. La ineptitud se explica sola. Ahora la gente pensará que algunos senadores tienen algo que esconder en su vida privada.
Al PP le funciona mejor que sean otros los que les resuelvan los problemas. Preferiblemente, los tribunales de justicia. No siempre les sale bien. Dicho de otra manera, no todos los jueces son como Peinado.
Este viernes, el magistrado Leopoldo Puente del Tribunal Supremo, que se ocupa de la instrucción del caso Ábalos, se ha negado a reclamar todas las entregas de dinero en efectivo del PSOE a sus miembros desde 2017, como había solicitado la acusación popular que dirige el PP. Formaba parte del intento de la derecha de convertir la investigación de Ábalos y Koldo García en una causa general contra el PSOE y su financiación como partido.
El juez ha dicho que no necesita esos documentos “en este momento”. No va a cerrarse las puertas ahora por si necesita ese material en el futuro. El PP pretendía llegar a la declaración de Sánchez en el Senado con un titular que dijera que el Tribunal Supremo está investigando al PSOE, más allá de las tropelías que hayan podido cometer Ábalos y otros. Cuanto más corren, más golpes se dan contra las paredes.
Ocurrió algo parecido con la última declaración de Ábalos en el Supremo. El PP tenía prevista una fiesta de pijamas para celebrar su ingreso en prisión y se llevó un chasco. No importa. Para compensar la decepción, sacó horas después un comunicado diciendo que el Gobierno “contiene el aliento por lo que pueda decidir” el juez tras la declaración de Koldo García al día siguiente. El mismo resultado. Esta vez, pasaron de enviar otro comunicado.
Otro colaborador necesario es Junts. Esta semana, el partido de Carles Puigdemont ha empezado a hablar de “la hora del cambio” en el Gobierno. Cosas parecidas ha dicho antes, pero esta vez todo es diferente porque sectores del partido que siempre dicen que sí a Puigdemont le piden ahora cuentas por la sangría de votos que están perdiendo con destino a Aliança Catalana, la ultraderecha independentista. En Catalunya presumían antes de que allí no había extrema derecha. Ahora la tienen de los dos tipos, española y catalana.
Son los alcaldes de Junts los que han dado la voz de alarma. Pese a que el Gobierno dice que es un poco lo de siempre, Puigdemont ha reaccionado con rapidez. Reunión el lunes de la Ejecutiva en el sur de Francia para decidir si rompe relaciones con el PSOE y una consulta a los afiliados para que ratifiquen la decisión. No convocarían lo segundo si lo primero fuera a ser más de lo mismo. Es lo que hicieron cuando Junts abandonó el Gobierno de la Generalitat y dejó sola a Esquerra.
La ruptura no provocó la caída inmediata del Gobierno de Pere Aragonès, que aguantó 16 meses antes de convocar elecciones. No tenía mucho futuro, porque Esquerra disponía de 33 diputados en un Parlament de 135. Contaba con aliados alternativos, pero el rechazo de los Comunes a un nuevo presupuesto le obligó a cerrar la tienda en marzo de 2004.
Sánchez dirá que las cosas no cambian demasiado a corto plazo. Junts no forma parte de lo que podríamos llamar la mayoría de gobierno, aunque haya votado a favor de algunas leyes y decretos. Pero si anuncia en voz alta que no quiere saber nada del Gobierno, la oposición tendrá mayoría absoluta en el Congreso a todos los efectos.
Tratándose de la política que se hace en Madrid, nunca hay escasez de ideas absurdas. Algunos dirigentes de Junts han especulado con la posibilidad de apoyar una moción de censura con la que se elija a un Gobierno de transición cuya única misión sería la de convocar elecciones en unos meses. En el campo de los rumores, algunos han mencionado el nombre de Miquel Roca, de 85 años, antiguo dirigente de CiU. Forma parte del escenario frenético en que se ha movido esta legislatura.
Antes tendremos a Sánchez en el Senado. Veremos quién cruza en primer lugar la “meta volante” mientras los vecinos de Villaquintanilla de Abajo aplauden entusiasmados.
Tranquilo, Alberto, estás invitado al acto de Valencia
Los viernes por la tarde, hay poca actividad política. Los políticos son como todos esos seres humanos que ya están pensando en el fin de semana. No si se encuentran en estado de excitación permanente. En la sede de Génova, eso ocurre todos los días. Por eso, el PP envió un comunicado para informar de que Feijóo había recibido una invitación para asistir al funeral de Estado por las víctimas de la dana en Valencia. En la primera frase, destacó que era “el Congreso, no Moncloa” quien le invitaba. Una vez más, el pérfido Sánchez intentaba negar a Feijóo el puesto que le corresponde.
Todo era al revés. El Congreso sólo hacía las veces de buzón en esa comunicación. Se limitaba a enviar las invitaciones cursadas por el departamento de protocolo de Moncloa en nombre de la Casa del Rey. Será Felipe VI quien presida el acto al ser un funeral de Estado y Zarzuela, junto a Moncloa, se ocupa de esas cuestiones.
A la hora de enviar comunicados, los ordenadores del PP deberían tener un mensaje previo que les apareciera en pantalla con el texto: ¿está realmente seguro de que quiere enviar este mensaje?
El documental de la dana
No te pierdas el documental '¿Dónde estaba Mazón?' que han sacado nuestros compañeros de la delegación valenciana. Con testimonios inéditos, incluido uno que aporta la auténtica hora de llegada de Mazón a la sede de la Generalitat una hora después de su salida del restaurante El Ventorro, se reconstruyen las horas críticas de las riadas y qué es lo que hizo en cada momento el presidente del Gobierno valenciano.
El que pueda hacer, que saque el martillo
Mucho se ha hablado de la famosa frase de José María Aznar “el que pueda hacer, que haga”. Era un mensaje dirigido a todos los poderes políticos, sociales y económicos, y eso incluye a jueces y fiscales, para que hicieran todo lo posible para acabar con el Gobierno de Sánchez.
Quizá haya gente que ha exagerado con la interpretación de las palabras. Por tanto, veamos lo que opina el propio Aznar, que seguro que sabía lo que estaba diciendo. En una entrevista en El Confidencial, se lo preguntan claramente: “¿El célebre 'quien pueda hacer, que haga' sigue siendo válido? Muchos creen que parte de la judicatura se está moviendo en esa dirección”. La respuesta es esta:
“Totalmente. España está llegando al límite y creo que las próximas elecciones serán prácticamente constituyentes y, por lo tanto, la neutralidad ahí es muy complicada. Usted, ¿qué es lo que quiere? ¿Qué es lo que le gusta? Yo no le pido a usted que me diga lo que sea, ¿eh? Yo no sé si estoy hablando con un arquitecto, con un ingeniero, con un fontanero, con un agricultor, con un periodista. No sé. Pero le digo, usted tiene que ser consciente de esa circunstancia. Puede usted tener un discurso perfecto de neutralidad, pero no se queje luego de las consecuencias, y por eso digo ‘el que pueda hacer, que haga'”.
El periodista menciona a la judicatura en la pregunta. Aznar no le desmiente ni establece ninguna excepción. Sí habla de que algunos pueden escudarse en la neutralidad política, una posición en la que deberían estar los jueces, pero eso no le vale a Aznar. Es de suponer que en el Tribunal Supremo tomaron nota. No se ha escuchado a ningún juez ni al CGPJ, tan locuaces en otros asuntos, posicionarse en contra de las palabras de Aznar.
