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Un año después, el tiempo continúa detenido en Mira

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Abc.es 
Un simple paseo por Mira, un año después de que la dana arrasara el municipio , basta para tener la sensación de que en este rincón conquense el tiempo se ha detenido. Pese a que el Gobierno destinó con premura una ayuda directa de 26 millones de euros para reconstruir las infraestructuras más dañadas, que fueron unas cuantas, la realidad es que todavía florecen los cascotes, que la broza en la ribera del río campa a sus anchas y que incluso ahí sigue uno de los puentes metálicos provisionales que la Unidad Militar de Emegencias (UME) instaló para poder cruzar de un lado a otro. Será cuestión de burocracia, ese ente invisible que todo lo ralentiza, con frecuencia hasta la pura desesperación, pero la cuestión es que las obras en el cuartel de la Guardia Civil y las cinco viviendas que acogía, se pusieron en marcha hace escasas dos semanas y van para largo. Salvo la fachada y el tejado, todo está por reconstruir. Los agentes fueron trasladados a la antigua biblioteca y allí se van a tirar otro año como mínimo. En cambio, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, inauguró en julio la reforma del centro de salud , tras invertir la Junta casi 750.000 euros. «El centro urbano sigue prácticamente igual. No hay avances visibles. La vida sigue, sí, pero sigue entre escombros, humedades y grietas», expone en una nota de prensa la Asociación de Afectados por la dana de Mira . Su presidente, Tomás Viana, hubo de refugiarse en la zona más alta de su vivienda porque el agua alcanzó una altura de 3,85 metros. «La gente está fastidiada no sólo desde el punto de vista económico, sino también moral», asegura. Docente jubilado, Tomás se declara colaborador habitual del Ayuntamiento en el ámbito cultural y «cuando le comuniqué a la alcaldesa, Miriam Lava, que habíamos constituido una asociación de afectados obtuve una respuesta insólita, seguramente porque creería que íbamos a hacer política». La asociación denuncia que «lo peor ha sido la falta de humanidad, empatía e información de nuestra administración local» que en este año ha actuado con «un silencio sistemático que, en ocasiones, ha dolido más que la propia catástrofe. Nos hemos sentido ignorados, abandonados». ABC puede dar fe. Como es lógico, el periódico ha pretendido hablar con la alcaldesa para que contara su testimonio de la tragedia y conocer qué se ha hecho y qué no en este año. Pues bien, la regidora primero excusó hacer una entrevista cara a cara porque no se le había avisado con suficiente antelación ; después se acordaron varias citas por teléfono a las que, llegado el momento, pidió que lo mejor era que se le enviase un cuestionario por correo electrónico y, finalmente, cumplida su petición, tampoco ha respondido. Los afectados en Mira, conviene recordarlo, son cerca de 200 vecinos en un pueblo que no supera los 1.000. El presidente de la asociación explica que «el Ayuntamiento derivó la responsabilidad del criterio del reparto de las ayudas a Asuntos Sociales y hasta hace muy poco no hemos sabido cuáles eran esos criterios». Una «ausencia brutal de transparencia» que ha provocado «agravios comparativos» por el dinero recibido de entidades privadas como, por ejemplo, Globalcaja o la Fundación Amancio Ortega, que estableció tres tipos de subvenciones de 3.000, 6.000 y 10.000 euros en función del tamaño del siniestro.