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El reto de la energía eléctrica 2030

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La propuesta de este lunes por parte de la Secretaría de Energía, Luz Elena González Escobar, de invitar al sector privado a sumarse al esfuerzo para ampliar la generación de electricidad es sumamente relevante. Para contextualizar el esfuerzo propuesto conviene hacer referencia a lo que sucedió entre 2000 y 2024, la generación de electricidad en México evolucionó con un aumento significativo en la demanda de gas para centrales térmicas y de ciclo combinado, que siguen siendo la principal fuente. Paralelamente, la capacidad instalada de energías renovables como la solar y eólica creció moderadamente, alcanzando el 11.8% en 2024 contribuyendo a disminuir la dependencia de la importación de gas. Sin embargo, no se logró modernizar el sistema, las centrales de ciclo combinado y termoeléctricas, continúan siendo la fuente principal, representando el 57.7% de la generación total y utilizando principalmente combustibles fósiles como el gas natural. Las hidroeléctricas representan aproximadamente el 10.7% de la generación, y la solar y la eólica su participación es del 11.8% en 2024 y su capacidad instalada se situó en 11 GW de solar y 8 GW de eólica. Marginalmente se usa la geotérmica y la biomasa.

Para contextualizar la propuesta es conveniente señalar que una de las grandes trampas para la producción de electricidad es que se sigue dependiendo del gas natural importado para generar electricidad, entre 2000 y 2024 su importación de Estados Unidos aumentó de 1,017 MMpcd a 6,425 MMpcd. La CFE pasó de generar el 38% de la energía eléctrica en 2018 a cerca del 54% en 2024, en parte por la adquisición de las trece centrales de Iberdrola. Al cierre de 2024, la capacidad efectiva total del sistema eléctrico nacional fue de 92,014 MW, con una participación de la CFE de 45,117 MW de esa capacidad. Cabe señalar que la CFE tiene 48.8 millones de usuarios, con una cobertura de electricidad del 99.6% de la población.

En México, los requerimientos de energía para 2030 se estima alcanzar 405 TWh de demanda eléctrica, para lo que se requiere fortalecer a la CFE, e incorporar más energías renovables, aunque el porcentaje exacto y las metas de transición energética tienen diferentes enfoques según los distintos planes. Se busca aumentar la generación en 27,000 MW en total los proyectos aportarán una capacidad de poco más de 6 mil megawatts, lo que representa una inversión aproximada de 7 mil 140 millones de dólares. De esta capacidad, 3 mil 790 megawatts corresponden a generación de energía fotovoltaica y 2 mil 100 megawatts a energía eólica.

Ante este reto parece relevante el buscar una alianza pública – privada para cumplir con la meta de transición energética de, al menos, 38 por ciento de generación eléctrica con energías renovables, para lo cual se requiere el apoyo del sector privado, que contará con resoluciones y evaluaciones en un tiempo récord. Además, ordena y prioriza la atención de las solicitudes con base en los criterios técnicos y geográficos de la planeación vinculante que aseguren el fortalecimiento del Sistema Eléctrico Nacional en las áreas prioritarias. De acuerdo a lo propuesta priorizarán aquellos proyectos que aporten confiabilidad, continuidad, calidad y seguridad al Sistema Eléctrico Nacional, que incorporen innovación y desarrollo tecnológico.

Entre los beneficios de este esquema de atención, resaltó la reducción de plazos como, por ejemplo, de entre seis y ocho meses, a tres, desde el ingreso de la solicitud al Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) hasta el contrato de interconexión conforme a manual; una sola Ventanilla de entrada y de salida a través de la Comisión Nacional de Energía, y criterios de sustentabilidad en colaboración con la Secretaría del Medio Ambiente.

La magnitud del reto eléctrico hacia 2030 no sólo exige inversiones, sino una transformación estructural del sistema energético. Ello implica fortalecer la red de transmisión, digitalizar la operación mediante tecnologías de control inteligente y ampliar las interconexiones regionales para aprovechar de manera más eficiente la generación renovable. Asimismo, se requiere articular una política de contenido nacional que impulse a la industria eléctrica mexicana —fabricantes de turbinas, paneles, cableado y transformadores— para convertir la transición energética en una palanca de innovación tecnológica y desarrollo regional, reduciendo la dependencia externa tanto de gas como de equipos importados.

De cara a 2030, el futuro energético de México dependerá de su capacidad para integrar sostenibilidad, seguridad y competitividad. La construcción de un sistema eléctrico robusto, diversificado y resiliente será clave para garantizar el crecimiento económico y el bienestar social. La cooperación público-privada deberá orientarse no sólo a ampliar la capacidad instalada, sino a promover eficiencia, almacenamiento, investigación y formación de capital humano especializado. En este sentido, la transición energética puede convertirse en un eje de desarrollo nacional, capaz de asegurar energía limpia, asequible y confiable para una economía más dinámica e inclusiva.