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Una transición democrática es posible, si…, por Irma del Águila

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El escritor Víctor Hugo dijo alguna vez "No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo". Para algunos, el tiempo de la censura de la mesa directiva del Congreso de la República presidida por José Jerí parecía remotamente posible en la madrugada del 10 de octubre. La moción presentada por Pasión Dávila (Bancada Socialista) sumó 36 votos a favor, 17 abstenciones y 61 votos en contra (FP, APP, PL, AP, etc.).

Se voceaba en los pasillos una nueva mesa directiva presidida por Roberto Chiabra, ex congresista de APP.

El 16 de octubre, el congresista Jaime Quito presentó una segunda moción de censura a la mesa directiva, pero sólo obtuvo 20 votos. Que una moción de censura obtenga tan escasos votos expone una capacidad de negociación bien corta. Notablemente menor a la expuesta en la víspera. O un endurecimiento del bloque del Pacto en el poder. O ambos.

En la víspera, Martín Vizcarra había señalado que la elección de José Jerí por el congreso era el resultado de un “pacto mafioso”. El ex presidente de la República propuso sus candidatos para reemplazar a Jerí, los congresistas Flor Pablo, Ruth Luque, Susel Paredes o Carlos Anderson. Estas figuras, sobre todo las tres mujeres son, de lejos, las más respetadas por la opinión pública pero, justamente por eso, las más resistidas por los inefables congresistas. Ed Málaga lo expresó con meridiana crudeza y cinismo: no quieren otro Sagasti. En esto, FP, APP, PL son unánimes en su rechazo al caviarismo.

Hoy, el cambio de la mesa directiva en el congreso dependería de otras variables que tienen que ver con la calle, que es decir la movilización de la gente y la paralización de la vida productiva del país. Pero los dirigentes transportistas de la ANITRA (Asociación Nacional de Integración de Transportistas) optaron por no unirse a la movilización del 15 de octubre convocada por la Generación Z. Más aun, la ANITRA, asociación que reúne a más de 50 empresas de transporte público se reunieron con José Jerí en Palacio.

La marcha del 15 de octubre, que convocó a jóvenes de la Generación Z y también a trabajadores, artistas, feministas, en fin, ciudadanos de a pie, fue una de las mayores concentraciones ciudadanas que se tenga registro desde 2020. Al final de la tarde del 15, la animada, ruidosa movilización se extendía por toda la avenida Abancay, desde la plaza del Congreso hasta el parque Universitario y más allá, llegando a la plaza San Martín.

Tristemente, fue brutalmente reprimida por la Policía Nacional. Eduardo Ruiz Sanz, "Trvko", joven artista del hip hop, fue asesinado por un suboficial PNP en la Plaza Francia. Las cámaras de seguridad y los celulares que grabaron el hecho no dejaron otra opción al general Arriola que reconocer la implicación de la PNP en el crimen. Otro joven, Luis Reyes, recibió un impacto de proyectil en la cabeza y se encuentra en estado crítico en el hospital Loayza, con coma inducido. Al final de la jornada, la PNP había herido y detenido a docenas de protestantes, simples transeúntes y ambulantes. La represión y la amenaza de la declaración del estado de emergencia en Lima son parte de una expresa voluntad intimidatoria.

¿La feroz represión del 15 de octubre asegura la permanencia del Jerí en la presidencia hasta el 28 de julio de 2026? Está por verse. El enorme descontento sigue, esto gobierno no va a atender las demandas de seguridad de la gente, en la medida en que no tiene capacidad de iniciativa más allá de la que le otorgue el Congreso.

Los miles de choferes y trabajadores de transportes público, que son las víctimas de las extorsiones de cada día son muy críticos de la ANITRA, controlada por los empresarios del transporte. Son más de 13,600, solo entre los legalmente reconocidos por la ATU. Para ellos, la situación sigue siendo crítica. Se informa que 180 conductores y cobradores de combis y buses han sido asesinados en lo que va del año, por rehusarse a pagar cupos. Entre los choferes y cobradores, la indignación contra el gobierno, el congreso y los empresarios del transporte (ANITRA) es creciente.

Los congresistas del Pacto se saben rechazados por el 95% de peruanos. Por los jóvenes Z en un país sin horizontes, los trabajadores de transporte público sometidos a extorsión, la gente agobiada por la inseguridad en los barrios, las mujeres indignadas por la normalización de la violación en el CV de los políticos, las señoras de las ollas comunes despreciadas por López Aliaga, aliado del Congreso, por los peruanos que no olvidan los brutales asesinatos durante las protestas, por una masa crítica de indignados en el país.

Que se produzca la censura de la mesa directiva con José Jerí a la cabeza o que, al menos, se inhiba al Congreso de atentar en estos meses contra la autonomía de los pocos organismos estatales en pie (la fiscalía con Delia Espinoza o la ONPE con Piero Corvetto), dependerá y mucho de la capacidad de presión desde varios frentes. Esta fuerza de presión ganaría con la convergencia de estos frentes dispares, ciudadanos y movimientos sociales con el campo político. Aunque el desprestigio de los políticos es inmenso y se lo han ganado a pulso, los políticos de la oposición democrática -apenas un puñado en el Congreso y fuera- y más en tiempos electorales son insoslayables en un pacto que enfrente al Pacto de poderes fácticos y mafias que hoy gobierna desde el Congreso.

El tiempo de la convergencia de frentes tiene que llegar. No hay ejército más poderoso nos diría Víctor Hugo.