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¿Por qué la mente humana nunca está en paz? Científico revela la causa de esta inquietud constante

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La mente humana evolucionó para imaginar el futuro y revivir el pasado. Sin embargo, esa capacidad, que favoreció la supervivencia de la especie, también generó un efecto secundario: el sufrimiento.

Emiliano Bruner, biólogo español especializado en antropología evolutiva y neurociencia, describió esta contradicción como una “maldición evolutiva” en una entrevista reciente.

Durante su participación en La Fórmula Podcast, el científico analizó los efectos de esa hiperactividad mental y las posibles herramientas para gestionarla, como la meditación.

La explicación se basa en su libro La maldición del hombre mono (2025), donde desarrolla la idea de que el ser humano moderno vive con una especie de “radio interna” que nunca se apaga. Según expuso, esa voz mental opera sin descanso, lo que genera una insatisfacción crónica.

Un cerebro diseñado para desear

Bruner sostiene que el deseo impulsa la vida humana. Si no existiera, las personas dejarían de actuar. Según explicó, esa necesidad constante de alcanzar algo nuevo se originó durante millones de años de evolución, y aunque benefició a la especie, también alimentó una tensión continua entre inteligencia y bienestar.

La mente, detalló, fue moldeada para planear, proyectar y anticiparse. Este proceso permitió resolver problemas complejos, pero también provocó una rumiación mental constante. La mente se enfoca más en lo que falta que en lo que ya se tiene.

Ante esta condición evolutiva, Bruner planteó que la meditación no es simplemente una técnica para relajarse. En sus palabras, se trata de una forma de “usar el cuerpo como laboratorio”, entrenar la atención y aumentar la conciencia corporal. Estas prácticas, aseguró, permiten observar la actividad mental sin quedar atrapado en ella.

Los beneficios de la meditación se manifiestan en varias escalas de tiempo. Cambios fisiológicos pueden notarse en minutos. Modificaciones estructurales en el cerebro, en cambio, requieren meses o incluso años de práctica regular.

El experto destacó que esta práctica puede equilibrar la relación entre cuerpo y mente. Esto se debe a que la red neuronal por defecto compite con los sistemas cerebrales que gestionan la atención plena.

Transformar la percepción cotidiana

Bruner afirmó que meditar con frecuencia transforma la forma de enfrentar la vida cotidiana. Con el tiempo, explicó, los problemas pierden el peso emocional que antes ejercían. El estrés laboral o personal deja de dominar. La mente no elimina los problemas, sino que cambia su relación con ellos.

Afirmó que esta transformación solo ocurre con constancia, al igual que el ejercicio físico. Cuanto más se practique, mayor será el impacto en la resiliencia emocional y el estado de ánimo.

Una paradoja evolutiva difícil de resolver

Según el biólogo, el problema radica en un paradójico obstáculo evolutivo. La selección natural favoreció cerebros obsesivos y compulsivos, porque esas características aumentaron la reproducción y la adaptación. Sin embargo, estas mismas cualidades dificultan el desarrollo de hábitos como la introspección profunda o la contemplación.

*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.