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Trump aboca al mundo al proteccionismo comercial: "No hay marcha atrás"

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Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha retomado con fuerza una de las herramientas favoritas de su arsenal político: los aranceles. Bajo su renovada doctrina de "America First", la Administración ha impuesto una cascada de tarifas comerciales a socios clave como la UE, China, México, Canadá, Japón, India, Filipinas, Indonesia y Brasil. Las tasas, que van desde el 15% hasta el 145% en algunos casos, marcan una intensificación de su estrategia proteccionista y han generado un debate urgente a nivel internacional que, hasta ahora al menos discursivamente, ha resultado favorable para el republicano.

Lo que alguna vez fue visto como una medida temporal para ganar ventaja en las negociaciones, ahora parece ser una política estructural del Gobierno estadounidense. "Nadie está recibiendo tarifas cero. No hay marcha atrás", afirmó Vina Nadjibulla, vicepresidenta de investigación en la Asia Pacific Foundation of Canada. De hecho, incluso los acuerdos comerciales recientes –como los firmados con la UE o Japón– incluyen tarifas significativas para productos clave.

En el caso del alcanzado con la UE, Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, informaron que se prevén inversiones europeas por 600.000 millones en EE UU y compras masivas de energía y armamento estadounidense, valoradas en cientos de miles de millones. La tarifa base acordada será del 15% para la mayoría de los productos, con excepciones clave en aeronaves, ciertos fármacos genéricos, productos agrícolas y materiales críticos.

Se desploman las previsiones de crecimiento

Aunque Trump celebró el acuerdo como el más grande jamás firmado –superando al alcanzado con Japón–, críticos en Europa lo consideran desequilibrado. El canciller alemán, Friedrich Merz, lo vio como una solución para evitar una guerra comercial que afectaría duramente a la industria automotriz germana. Sin embargo, líderes europeos alertan de que las altas tarifas y compromisos de inversión podrían impactar negativamente a la propia UE.

Trump se reserva el derecho a aumentar los aranceles si no se cumplen los compromisos. El acuerdo no resuelve temas sensibles como los gravámenes al acero (50%) o las bebidas alcohólicas. Analistas advierten de que es un acuerdo político de alto nivel, no un tratado técnico detallado, lo que podría generar futuras tensiones interpretativas.

Pero más allá de los titulares de acuerdos bilaterales, la realidad es que los aranceles están alterando profundamente el comercio internacional. Y aunque Trump ha vendido esta estrategia como un esfuerzo para fortalecer la economía estadounidense, la evidencia hasta ahora muestra una historia más matizada. El impacto económico ya es palpable. El Banco Mundial ha recortado sus previsiones de crecimiento para casi el 70% de las economías del mundo, incluyendo EE UU, China y Europa. La estimación global cayó de 2,7% a 2,3%. Oxford Economics, por su parte, predice una recesión leve en la inversión de capital en los países del G-7, que podría extenderse hasta finales de 2025.

Las empresas, atrapadas en la incertidumbre, están pausando inversiones y contrataciones. Algunas, como General Motors o Stellantis, ya han absorbido costos millonarios en aranceles, afectando su rentabilidad y producción. "Lo que estamos viendo es el estilo de negocios de Trump: mucha conmoción, muchos reclamos, pero sin estrategia clara", explicó Robert Rogowsky, profesor de Comercio Internacional en el Middlebury Institute.

Los consumidores aún no han notado el impacto

Una de las sorpresas ha sido que, pese a las advertencias iniciales, los consumidores estadounidenses aún no han sentido completamente el impacto en sus bolsillos. Esto se debe a varios factores: empresas que adelantaron sus importaciones antes de la entrada en vigor de los aranceles; inventarios acumulados; y retrasos sucesivos de las tarifas más severas –como la de 145% para productos chinos– ahora pospuestas hasta agosto.

Esto, que ha generado una "falsa calma", da réditos políticos a Trump que tiene buen ojo para aprovecharlos y mostrarse como un hombre fuerte capaz de conseguir resultados por medio de la presión incluso a aliados. Según la firma Circana, los precios minoristas se han mantenido "mayormente estables", aunque los expertos advierten de que esto cambiará. Por lo pronto, muchas compañías están optando por absorber los costos arancelarios en lugar de trasladarlos completamente al consumidor, especialmente en un contexto de inflación todavía sensible. Pero esto ha llevado a decisiones difíciles: cancelación de pedidos, recorte de márgenes, despidos y rediseño de cadenas de suministro.

Mientras, la mayoría de países ha evitado replicar la estrategia de Trump con represalias directas, prefiriendo una postura de contención y repensando su dependencia del comercio global y aumentando el fortalecimiento de industrias nacionales, mientras esperan los efectos reales cuando el mundo parece que ha entrado en una nueva etapa de política industrial y proteccionismo.