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Antonia, 102 años, acaba de cumplir su sueño: «Me siento de maravilla, como una niña»

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Abc.es 
Antonia tiene más de un siglo de vida a sus espaldas. A sus 102 años goza una salud de hierro y su cabeza no da señales de deterioro. «Me siento de maravilla, como una niña, lo que pasa es que soy mayor», asegura a ABC con gran entusiasmo y energía. Así lo corrobora también con gran orgullo su hijo Meni, de 73 años, porque en la última analítica de sangre «el doctor nos dijo que no tiene mal ni el azúcar, que todos los valores estaban perfectos, como los de una adolescente». Esta mujer nació en un pueblo de la Alpujarra Granadina y a los 18 años se trasladó a Granada capital donde conoció al que sería su marido. Tuvieron seis hijos, pero en la actualidad sólo viven dos. « Mi madre ha tenido una vida 'muy de pueblo', de trabajar mucho en el campo recogiendo fruta, lavando ropa de otras familias... y cuidando de sus hijos y de mi padre. Sin embargo, la vida le cambió cuando mi padre sufrió una embolia y falleció a los 55 años. A mi madre no le quedó más remedio que luchar por todos nosotros y empezó a trabajar de cocinera en un restaurante hasta que se jubiló». Desde entonces, vivió sola en su casa, pero desde hace 15 años ha pasado temporadas en casa de su hijo Meni. «Hace un año que me operaron de colon y mi hermana y yo decidimos, con el beneplácito de mi madre, que se trasladara a una residencia y elegimos el centro Seniors Lanjaron. No podemos estar más contentos de la decisión porque desde la directora hasta los trabajadores sociales o enfermeros, la tratan con mucho cariño y mimo». En este centro es una mujer muy querida por su actitud y carácter jovial. «Y eso que a veces me regañan. Me dicen: " pero Antonia, ¿por qué te haces la cama y recoges la habitación? ¡Ya nos encargamos nosotras!". Y es que esta mujer, a pesar de su edad, no para. «Después de desayunar camino mucho. Voy con andador que, en realidad, no lo necesito, pero es por si me tropiezo no caerme. Hago gimnasia en la cama y muevo las pierna, los pies... Por la tarde me gusta mucho rezar el Rosario y, después, jugar al bingo, la Oca... Estoy muy entretenida, no me aburro porque también hablo con unos y otros». Esta mujer centenaria ha repetido en muchas ocasiones que no le gustaría morirse sin poder volver a ver su barrio natal, La Chana (Granada), ver su piso y, sobre todo, poder sentarse a tomar algo en su bar de siempre y almorzar con su amiga de toda la vida. Es su único sueño. Gracias a la sensibilidad de una gerocultora del centro, Nuria Buendía, y la complicidad de Meni, este emotivo reencuentro con su pasado fue posible. Antonia pudo celebrar su cumpleaños 102 con un paseo por las calles que marcaron su vida, con risas compartidas con los vecinos de la zona y la reconexión con lugares que siguen habitando su memoria. «Fue un día maravilloso -asegura feliz-. Poder volver y visitar lo que ha formado parte de mi vida durante tantos años y compartir una comida con mi amiga del alma, saludar a la gente del bar.... ha sido un sueño que me ha dado mucha alegría ». Meni no puede estar también más agradecido a la gestión de Nuria Buendía por montar en su coche a Antonia y llevarla a su barrio. «Mi madre tenía un entusiasmo infinito. A sus 102 años ¡subió andando los tres pisos de un edificio sin ascensor para ver su casa! Al terminar el día estaba tan entusiasmada que ya quería regresar a la residencia para contárselo a 'sus niñas', tal y como llama a las enfermeras y trabajadoras sociales que la atienden». Cumplir su sueño, según el psicólogo de Seniors Lanjarón, José Bascuñana, es una experiencia emocionante para ella «y parte de nuestros objetivo porque cuidar no solo consiste en dar atención sanitaria, cuidar va mucho más allá. Significa preocuparse por las necesidades de las personas, apoyarlas y ayudarlas a conseguir aquello que quieren. Nuestra metodología de atención es la denominada 'Positive Care', un modelo propio centrado en la persona , que pone el foco en el bienestar emocional, la autonomía y el proyecto de vida de cada persona residente. Y es que -reitera- cuidar va mucho más allá de la asistencia: es también acompañar, escuchar, mimar y ayudar a cumplir sueños». Y es que, tal y como añade Bascuñana, para que los residentes estén bien cuidados hay que atender no solo su salud física, también la mental y emocional «porque es la única manera de lograr un mejor bienestar en ellos. Cumplir sus deseos les convierte en personas más felices. Tienen posibilidad de decidir lo que quieren y poder sentirse dueños de su vida. Es decir, no por estar en una residencia pierden su capacidad de decidir o tener deseos«. Explica que, en el caso de Antonia, al regresar a su barrio de la juventud le ha permitido recordar, trabajar la reminiscencia, realizar una reestructura cognitiva, relacionarse con otras personas, tener nuevas vivencias , sentir emociones... que mejoran su salud , fortalecen su memoria y retrasan el avance de su deterioro. Por ahora, su hijo Meni, solo piensa en que en el próximo cumpleaños , cuando su madre cumpla 103, quiere celebrarlo en el bar de su barrio natal.