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La trágica historia de Colleen Stan, joven que pasó siete años secuestrada y encerrada en un ataúd

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El 19 de mayo de 1977, Colleen Stan, una joven de 20 años de Oregón, emprendió un viaje de casi mil kilómetros hacia California para visitar a una amiga. Hacer autostop era una práctica común en esa época, y tras rechazar a dos conductores, aceptó subirse al auto de una pareja que viajaba con su bebé: Cameron y Janice Hooker. Aquella decisión, que pareció segura por la presencia familiar, fue el comienzo de uno de los secuestros más crueles y prolongados de la historia moderna en Estados Unidos.

Horas después del inicio del trayecto, Cameron desvió el auto hacia una zona aislada. Allí, con ayuda de su esposa, inmovilizó a Colleen, le colocó una caja insonorizada sobre la cabeza y la llevó a su casa en Red Bluff, California. Durante los siguientes siete años, la joven sería sometida a torturas físicas, abuso sexual sistemático y un régimen de aislamiento extremo que horrorizó a la opinión pública.

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La mantenían bajo la cama, en un ataúd de madera

En la vivienda de los Hooker, Colleen fue encerrada en una caja de madera de 1,80 metros construida por Cameron, ubicada debajo de su cama de agua. Solo tenía orificios mínimos para respirar y debía permanecer allí hasta 23 horas al día. Durante el verano, las temperaturas alcanzaban los 38 °C, mitigadas únicamente por un ventilador que apenas aliviaba el calor.

La privación de alimento, las descargas eléctricas, las asfixias y los latigazos formaban parte de un esquema continuo de tortura. En un solo mes, Colleen perdió más de 10 kilos. Fue forzada a firmar un contrato de esclavitud, mientras Cameron la convencía de que una organización llamada “La Compañía” la vigilaba constantemente y asesinaría a su familia si intentaba escapar.

Ellos son Janice Hooker y Cameron Hooker, responsables del secuestro de Colleen Stan. Foto: composición LR/Difusión

Janice Hooker, lejos de ser una observadora pasiva, exigía que la víctima la llamara “Señora” y al captor, “Master”. Colleen no podía hablar sin permiso ni levantar la vista. Esta dominación total era parte de una dinámica cuidadosamente planeada para anular cualquier intento de resistencia.

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Síndrome de Estocolmo y control mental absoluto

El control psicológico ejercido sobre Colleen fue tan poderoso como la reclusión física. Convencida de que no podía escapar, desarrolló mecanismos mentales para soportar la situación. “Solo me iba a otro lugar en mi mente”, confesó años más tarde. Psicólogos forenses diagnosticaron en ella un caso severo de síndrome de Estocolmo, provocado por el miedo constante y el aislamiento prolongado.

Entre 1981 y 1984, Cameron comenzó a permitirle pequeñas libertades: cuidar a sus hijos o hacer tareas del hogar. Incluso visitó a su familia en Riverside, California, presentando a su captor como “Mike”, un supuesto empleador. A pesar de su apariencia física deteriorada, su familia no sospechó lo que ocurría por temor a alejarla con preguntas.

Poco después de aquella visita, Hooker redobló el encierro, temeroso de que Colleen intentara escapar. La mantuvo nuevamente dentro de una caja, con vigilancia más estricta y castigos intensificados. La joven alternaba breves momentos de “libertad controlada” con castigos extremos que reforzaban su dependencia.

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El colapso de toda la mentira: traición, escape y juicio

En 1984, el deseo de Cameron Hooker de secuestrar a más mujeres desencadenó una crisis en Janice. Presa del remordimiento y acudiendo a su pastor, decidió contarle la verdad a Colleen: 'La Compañía' nunca había existido, y era víctima de Cameron.

El 10 de agosto de 1984, Janice ayudó a Colleen a escapar, llevándola a una estación de autobuses donde pudo contactar a su padre. Antes de partir, la joven llamó a Cameron para anunciarle su huida. Él no intentó detenerla.

De vuelta con su familia, Colleen solo compartió una fracción de lo vivido. Fue Janice quien denunció a su esposo y reveló además que en 1976 habían secuestrado y asesinado a Marie Elizabeth Spannhake, una joven de 19 años que también hacía autostop. Su cuerpo nunca fue hallado.

El juicio contra Hooker comenzó en septiembre de 1985. Intentó defenderse alegando que la relación fue consentida, pero la evidencia física, los testimonios y los informes psicológicos fueron concluyentes. Fue condenado a 104 años de prisión, aunque en 2015 la pena se redujo a 74 años. Gracias a la intervención de Colleen Stan, se le negó la libertad condicional.

Actualmente, Colleen vive en California, alejada de Janice, quien cambió su nombre y trabaja en salud mental. La víctima reconstruyó su vida, estudió contabilidad y colabora con mujeres víctimas de violencia.