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Июль
2025

Tadeo Morín, el joven cordobés que pasó de los centros de menores a brillar en Bachillerato y Selectividad

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Abc.es 
Con el pensamiento puesto en su inminente partida para Sevilla, donde empezará en breve la carrera de matemáticas, Tadeo Morín posa para las fotografías de ABC Córdoba en el que ha sido hasta hace nada su instituto, el Ángel de Saavedra, situado en Valdeolleros. Sus méritos combinan dos factores. En primer lugar una excelente nota en la selectividad , ahora conocida como PAU, donde ha alcanzado un 13,478 de 14 puntos. En segundo, que su labor como estudiante se ha producido en los últimos años entre centros de acogida, de protección y pisos tutelados. Todo ello por una grave situación de violencia familiar que hizo imposible su permanencia en casa. Al igual que las ciencias exactas consiguen, por su lógica interna, que todas las piezas terminen encajando, este joven de 18 años , gracias a sus propias reglas basadas en el tesón y el esfuerzo, ha orientado perfectamente su vida hacia la meta de un futuro en el mundo de la investigación. «Las personas odian las matemáticas normalmente porque no consiguen comprender sus preceptos básicos», indica Morín sobre el camino que emprenderá en la facultad de Matemáticas de Sevilla , tras realizar el bachillerato en el IES Ángel de Saavedra de Córdoba capital, donde terminó con un 9,88, es decir, matrícula de honor . «Una de las razones por la que me gustan tanto las matemáticas es por la armonía interna que tienen, quizá estén separadas de la realidad, pero los científicos o expertos en algunos campos consiguen sacar de ellas correlaciones y predicciones muy precisas». Este joven dudó entre hacer esta carrera o la combinación entre física y matemáticas, algo que descartó por pensar que la impartición de ambas materias a la vez en ese doble grado suponía algo de pérdida de profundidad en las dos. Pero antes de todo esto, Tadeo Morín tiene detrás una historia de superación personal extraordinariamente meritoria. A los quince años se vio obligado a tomar una valiente decisión: denunciar a la policía la situación de violencia en la que vivía, lo que derivó en tener incluso que prestar declaración en comisaría. «Tanto mi hermana como yo vivíamos en una situación de enorme precariedad y violencia psicológica en un entorno bastante conflictivo», declara sin querer entrar en más detalles. Fruto de esa denuncia tanto su hermana, dos años mayor, como él recalaron en un centro de acogida. «En este tipo de centros entran todos los menores procedente de entornos conflictivos, y se decide a dónde tiene que ir cada uno». Al no tener Morín ningún trastorno de la conducta ni actitudes agresivas, pasó a un centro de protección. «Entrar en el servicio de protección de menores fue uno de mis grandes logros», reconoce. «Es un entorno bastante curioso, porque puedes ver a niños que han pasado lo mismo que tú, u otros que vienen de situaciones peores que la tuya, lo cual es bastante sorprendente : te quedas alucinado de cuánta gente pasa por ahí y todo lo que conlleva». Ese entorno fue en cierto modo como el hogar que Morín no tuvo, al menos, en cuanto a cierta tranquilidad y enfoque hacia el estudio. Tras dos años en él, pasó en diciembre pasado a un piso tutelado en la avenida del Aeropuerto , lo que implica mucha mayor autonomía e independencia. Incluso en lo que respecta a hacerse él mismo la comida. Debido a que pasará varios años de carrera sin tener, lógicamente, remuneración por un trabajo, en Sevilla pasará a vivir en un piso de estudiantes tutelado y con manutención completa. Esto le permitirá estudiar sin ningún problema. Al margen de su capacidad para el estudio y el mejor ambiente de los centros y el piso en comparación con su casa, Morín elogia a todos los implicados en los centros de menores y a los profesores del IES Ángel de Saavedra : «Me han ayudado un montón, me han proporcionado recursos, me han aconsejado y me han guiado». ¿Y qué sucede mientras tanto con la relación familiar? Al llegar a los centros de menores, Tadeo Morín quiso estar un tiempo sin ver ni a sus padres ni a su hermana, con quien también mantenía cierta relación problemática. Al cabo de unos meses empezó a ver a ambas de forma supervisada en ocasiones. Con quien no ha retomado relación alguna aún es con su padre. Su hermana ha conseguido terminar un grado superior «y se está planteando ahora ir a la universidad». A Morín, como señaló al principio, le gustaría sobre todo dedicarse «a la investigación y a todo lo que representa la vanguardia del conocimiento, siempre me ha encantado aprender cosas y nada me haría más ilusión que poder descubrir algo que nunca antes se había descubierto y conseguir avanzar en el conocimiento de toda la humanidad». De momento, ante él se despliega el estimulante mundo universitario en una ciudad cercana, Sevilla, pero aún desconocida. Con una sonrisa indica: «Me han comentado que es bastante más grande que Córdoba, tengo muchas ganas de conocerla».