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Carlos III y sus manías diarias: del aceite de baño a su inodoro portatil

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Abc.es 
Para el Rey Carlos III , la vida cotidiana está marcada por una serie de gestos repetidos, cargados de intención y precisión. No hay espacio para la improvisación. Nada queda al azar. Desde la forma en que comienza su jornada hasta la hora exacta de su baño nocturno, el monarca británico lleva décadas afinando una rutina que, según quienes le conocen de cerca, roza la obsesión. Se trata de una liturgia personal donde cada elemento, como la comida, el descanso, el trabajo e incluso la higiene, se organiza según normas muy estrictas, muchas de ellas cultivadas desde sus años como Príncipe de Gales. El baño, por ejemplo, es una ceremonia. No una ducha rápida, sino un momento de recogimiento regido por normas milimétricas. Según relató su antiguo mayordomo Paul Burrell en el documental 'Serving the Royals: Inside the Firm', la bañera debe llenarse exactamente hasta la mitad, con agua templada a 20 grados . El tapón debe colocarse en una posición concreta y la toalla doblada también de un modo particular debe estar en el lugar preciso donde el rey espera encontrarla. No se trata simplemente de una costumbre, sino de una necesidad de orden que se extiende a todos los aspectos de su vida. Este ritual no estaría completo sin un producto que ha ganado recientemente un lugar destacado en la rutina del monarca: el aceite de baño de la marca británica Olverum . Según ha informado la prensa local, Carlos III ha concedido a esta firma un Royal Warrant, una distinción real que se otorga únicamente a aquellas empresas que han suministrado productos o servicios a la familia real durante al menos cinco años y que cumplen con exigentes estándares de calidad. Así, no se trata solo de una recomendación, sino de una declaración pública de confianza y aprobación. Es el sello que indica que ese aceite forma parte habitual de su vida. El producto en cuestión, con un precio de 45 euros por un frasco de 125 ml , se compone de una mezcla de aceites esenciales de abeto siberiano, eucalipto, lavanda, romero y limón. Es vegano, no testado en animales y está libre de conservantes sintéticos. Según la marca, cada frasco permite hasta 25 baños, lo que da idea de su concentración y duración. Pero más allá de sus propiedades terapéuticas, como el alivio muscular, la hidratación profunda o la relajación mental, el producto encaja perfectamente con los principios ecológicos y naturales que Carlos ha defendido durante toda su vida pública. Más allá del baño, sus rutinas diarias son igualmente detalladas. Carlos III se despierta temprano y comienza a trabajar incluso antes de que suene la tradicional gaita que marca el inicio del día en la residencia real. Evita el correo electrónico, prefiere dictar o escribir notas a mano, que revisa personalmente con su inconfundible rotulador rojo. Su jornada laboral es intensa y puede prolongarse hasta altas horas de la noche. De hecho, como ha publicado la prensa británica, tiene asistentes de guardia durante la madrugada para atender sus llamadas, correcciones y sugerencias, que pueden llegar en cualquier momento. En materia de alimentación también mantiene una rutina estricta. Rara vez almuerza, pues considera que la comida interrumpe su concentración y su flujo de trabajo. Este hábito ha sido una constante desde hace décadas, hasta el punto de que sus colaboradores suelen llevar consigo tentempiés por si la jornada se prolonga demasiado . Sin embargo, durante su tratamiento médico para tratar el cáncer que padece, se dice que ha incorporado comidas ligeras al mediodía, como medio aguacate o un huevo escalfado, para mantener la energía sin alterar su ritmo. Eso sí, a las cinco de la tarde hace una pausa para el té, un momento sagrado en su agenda, acompañado de pasteles, galletas o sándwiches ligeros, y compartido a menudo con la Reina Camila. La cena suele servirse entre las 20.30 y las 21.00 horas , lo que de considera tarde para los estándares británicos, y se compone principalmente de platos sencillos, como pescados y ensaladas. Evita las carnes rojas y ha prohibido el foie gras en los banquetes reales por razones éticas. Tras la cena, regresa muchas veces al escritorio, donde continúa trabajando o revisando documentos. Durante sus viajes, sus manías no desaparecen. Según información de medios británicos, lleva consigo a todas partes su propia cama ortopédica, su asiento de inodoro, papel higiénico de una marca concreta, el Kleenex Velvet , y exige que la temperatura de la habitación esté perfectamente calibrada, aunque al final se dice que duerme siempre con la ventana abierta, independientemente de la temperatura exterior.