Pegado al saxofón
Más que tocar el saxofón se deja tocar por él. Escuchó sonidos de instrumentos de viento desde la cuna. Uno de sus hermanos, el mayor, soplaba la flauta en la casa familiar de Monóvar. A los seis años aprendió algo de solfeo en la banda de su pueblo. En pocos pasacalles participó; en algunos. Aprendió los artilugios necesarios para combinar los sonidos en espacio y tiempo, escritos en pentagramas, en conservatorios de localidades cercanas o más lejanas. Acabó con su saxo y sus ilusiones en Barcelona. Encontró de niño su herramienta para contar cosas a los demás. Dice que es un músico de sesión. Cada año participa en al menos un centenar de conciertos.
