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Июнь
2025

La ‘puerta del Infierno’ deja de arder: el cráter de Turkmenistán que fascinó al mundo empieza a cerrarse

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Acción humana - Según el Gobierno turcomano, la combustión del cráter ha disminuido a un tercio de su intensidad original, gracias a nuevas perforaciones subterráneas que capturan el gas antes de que alcance la superficie y lo alimenten de forma continua

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El fuego, por mucho que arda, siempre acaba extinguiéndose. Esa verdad simple, comprobada durante siglos en hogares, bosques y ciudades, ha marcado decisiones humanas en contextos muy distintos. Ni su fuerza ni su duración lo convierten en invencible, porque incluso en sus expresiones más persistentes, el combustible termina por agotarse. En algunos casos, sin embargo, su longevidad ha desafiado toda lógica térmica y humana, como ocurre con el cráter de gas encendido hace más de medio siglo en el desierto de Karakum.

El fuego que prendió por error y se volvió símbolo nacional

La formación de esa gran cavidad se remonta a 1971, cuando un grupo de geólogos soviéticos perforó una bolsa de gas natural mientras buscaba yacimientos energéticos en Turkmenistán. Con el objetivo de evitar una emisión masiva de metano, decidieron prender fuego al escape.

Aquella decisión pretendía ser una solución rápida. Lo que ocurrió después fue todo menos breve: las llamas permanecieron activas durante más de cinco décadas. Su resplandor, visible a varios kilómetros, acabó convirtiéndose en uno de los puntos más fotografiados del país.

Hoy, sin embargo, el resplandor solo puede distinguirse desde las inmediaciones del cráter. Ese cambio se ha hecho evidente también desde el espacio: las imágenes por satélite analizadas por la empresa británica Capterio revelan que la combustión ha disminuido más de tres veces en los últimos años, tanto en intensidad como en emisiones, lo que apunta a una merma progresiva en el volumen de gas disponible.

Las autoridades apuestan por cerrar el cráter y aprovechar el metano antes de que se escape

Irina Luryeva, directora de la empresa estatal Turkmengaz, lo confirmó en la conferencia internacional TESC 2025, celebrada en Asjabad, al señalar que “la reducción de los fuegos es casi de tres veces”. Este dato se enmarca en una estrategia más amplia impulsada por el Gobierno de Turkmenistán, centrada en extraer el metano antes de que alcance la superficie a través de nuevos pozos de interceptación.

Esa misma estrategia responde a un interés económico que se ha hecho explícito en repetidas ocasiones. Las autoridades llevan tiempo insistiendo en que cerrar la Puerta del Infierno permitiría aprovechar mejor los recursos energéticos.

Según declaraciones recogidas por la agencia estatal TDH, el expresidente Gurbanguly Berdimuhamedow afirmó en 2022: “Estamos perdiendo recursos naturales valiosos con los que podríamos obtener beneficios importantes y usarlos para mejorar el bienestar de nuestra población”.

Para apoyar este esfuerzo, el programa de supervisión MARS, desarrollado junto a Naciones Unidas, permite seguir en tiempo real la evolución del cráter. La reducción sostenida del fuego sugiere que el suministro natural de gas empieza a agotarse, lo que ha reforzado las expectativas de un apagado definitivo. Aunque el acceso al lugar sigue siendo complejo, la transformación en su comportamiento térmico ya ha sido verificada sobre el terreno por los equipos que operan en la zona.

Aun así, el cierre definitivo del cráter no está exento de complicaciones. Aunque algunos expertos consideran que sellar la cavidad puede ser técnicamente posible, también advierten sobre los riesgos. Uno de los escépticos es Guillermo Rein, investigador del Imperial College de Londres, que explicó en el mismo reportaje que una mala maniobra podría generar una explosión si no se localiza correctamente la fuente subterránea del metano. “Hay cero esperanzas de que hagan algo útil si no hacen este trabajo de exploración”, añadió Rein.

La ciencia y el turismo también encontraron su lugar junto al fuego

Más allá del impacto medioambiental, el cráter se convirtió en un reclamo turístico que ha atraído a miles de personas, pese a su ubicación remota, a unos 260 kilómetros al norte de la capital. Sin embargo, los datos oficiales sobre sus inicios son escasos. No existen registros técnicos ni informes soviéticos que documenten con detalle cómo se produjo la ignición ni en qué momento exacto del año 71. Solo persisten los testimonios orales y las versiones que han circulado durante décadas.

En medio de ese paisaje árido, en 2013 se produjo uno de los episodios más curiosos relacionados con esta cavidad: el explorador canadiense George Kourounis descendió hasta el fondo del cráter equipado con un traje ignífugo. Allí recogió muestras de suelo que contenían microorganismos capaces de sobrevivir entre brasas. Su hallazgo demostró que incluso en las condiciones más extremas pueden aparecer formas de vida adaptadas.

Otros fuegos eternos en el mundo también siguen activos bajo tierra

Pese a lo llamativo del caso turcomano, no se trata del único incendio de larga duración provocado por actividad humana. En Estados Unidos, bajo la ciudad de Centralia, las brasas subterráneas se mantienen activas desde 1962. En la región india de Jharia, el fuego se abrió paso entre capas de carbón en 1916 y todavía sigue encendido. En Australia, el Monte Wingen alberga el que probablemente sea el más antiguo de todos: allí, una veta ardiente lleva más de 6.000 años emitiendo calor bajo tierra.

En Turkmenistán, los trabajos para extinguir la cavidad continúan, impulsados tanto por razones ambientales como por el deseo político de cerrar una etapa incómoda. Las labores de control, extracción de metano y reducción de emisiones se han intensificado. Varios informes, como los recogidos por AFP, apuntan a una disminución constante en el caudal de gas que alimenta las llamas, lo que refuerza la hipótesis de que el suministro subterráneo se está agotando de forma natural.

Aunque no hay una fecha oficial para su cierre, el debilitamiento progresivo de las llamas sugiere que el fuego, tras más de medio siglo activo, se está apagando poco a poco.