Estados Unidos juega con fuego contra China
Pete Hegseth, el improvisado secretario de Defensa de Estados Unidos, ha lanzado una bravuconada al mejor estilo de la Guerra Fría, dispuesto a convertirla en caliente. Lo hizo en el Diálogo Shangri-La, en Singapur, donde aseveró que EE. UU. está listo para «luchar y ganar» una guerra con China por Taiwán. Lo que implica una declaración belicista y, además, injerencista.
Hegseth puso sobre la mesa, ante los mandos militares y funcionarios de defensa de más de 40 países vinculados en la Cumbre de Seguridad y Defensa Asiática, esa visión de quien no quiere perder sus avanzadas imperiales por todo el mundo.
Como si estuviera describiendo a EE.UU., el jefe de los asuntos guerreristas trumpianos dijo: «China busca convertirse en una potencia hegemónica en Asia. Sin duda. Espera dominar y controlar demasiadas partes de esta vibrante y vital región», y para guinda de ese pastel ponzoñoso agregó que la nación asiática quiere «alterar fundamentalmente el statu quo de la región».
Por supuesto una mentira mayor en su discurso cuando afirmó que era «público» que el presidente chino, Xi Jinping, había ordenado a sus fuerzas que estuvieran preparadas para una invasión para 2027, falacia que tiene como única fuente a funcionarios estadounidenses.
Antiwar.com al comentar estas declaraciones señala el intríngulis de la cuestión, la intención solapada, pero en definitiva bien conocida de Hegseth, ayudar al Pentágono a obtener más fondos del Congreso para su desarrollo militar en Asia Pacífico.
Para insuflar los «miedos» y buscar la anuencia, Hegseth enfatizó: «Cualquier intento de la China comunista de conquistar Taiwán por la fuerza tendría consecuencias devastadoras para el Indopacífico y el mundo. No hay razón para edulcorarlo. La amenaza que representa China es real» y agitó todavía más: «Y podría ser inminente. Esperamos que no. Pero sin duda podría serlo».
El bla-bla-bla continúa: «Pero si la disuasión falla, y si mi Comandante en Jefe —está hablando de Donald Trump— nos lo solicita, estamos preparados para hacer lo que mejor sabe hacer el Departamento de Defensa: luchar y ganar, con decisión».
Parece que el jefecito del Pentágono no sabe que Estados Unidos ni ganó en Corea, mucho menos en Vietnam, tampoco pudo en Irak y Afganistán y sigue la cuenta en otras guerras proxy en el Medio Oriente y África, aunque en todos lados dejó muerte y destrucción, aunque ganancias notables para los capitales de la industria militar.
La bravata difamatoria pentagoniana obtuvo respuesta de Beijing, dadas a conocer por Xinhua, cuando la agencia publicó las declaraciones de Zhang Xiaogang, portavoz del Ministerio de Defensa Nacional, quien afirmó que los comentarios del secretario de Defensa de EE. UU. están impregnados de una lógica hegemónica profundamente arraigada, comportamiento intimidatorio y mentalidad de Guerra Fría, y constituyen una grave violación de la soberanía y los intereses de China, así como una distorsión de sus políticas y propuestas.
No dejó de denunciar lo que es la realidad constatable, que Washington, yendo a contracorriente, ha reforzado sus despliegues militares en Asia-Pacífico.
Esta es la verdad cierta y continuada, pues no es obra exclusiva del trumpismo, también la han diseñado sus antecesores en la Casa Blanca, para intensificar la transformación estructural y operativa en la región, modernizar sus fuerzas establecidas en más de un país y punto geográfico de la zona, siempre enfocado en China, a la que explícitamente define como su principal enemigo.
Se han multiplicado entrenamientos y maniobras militares conjuntas con sus aliados y fortalecido sus capacidades navales y en tierra en Asia. Durante la administración Biden, por ejemplo, se ha asegurado el acceso a cuatro bases militares adicionales en Filipinas, las cuales están ubicadas en una zona clave que le permitirá vigilar a China, un pacto que le permitió completar el arco de alianzas regionales que ya se extiende desde Corea del Sur y Japón, en el norte; hasta Australia, en el sur, dijo entonces la BBC.
El Pentágono despliegue tropas en más de 40 adiestramientos anuales en Australia, Indonesia, Filipinas, Tailandia y hasta completar más de una docena de países en la región, acciones militares en las cuales últimamente han utilizado sistemas no tripulados, como una lección aprendida del conflicto en Ucrania.
A todo eso lo definen como columna vertebral disuasiva para el 2027, como siguen afirmando en su campaña pública, cuando en realidad es una provocación cierta y peligrosa.
Beijing rechaza esa política agresiva y recalca que la cuestión de Taiwán es un asunto puramente interno de China, sobre el cual Estados Unidos no tiene derecho a hacer comentarios irresponsables y mucho menos a intentar utilizarla como herramienta para contener a China.
Por supuesto, el portavoz Zhang Xiaogang, añadió que el Ejército Popular de Liberación defenderá resueltamente la soberanía nacional y la integridad territorial y frustrará con firmeza todos los planes separatistas de «independencia de Taiwán» y cualquier interferencia externa.
Está claro que el secretario Hegseth al imponer esa política expansionista militar en el área busca crear más tensiones, desestabilizar la zona del Indo-Pacífico, fomentar conflictos geopolíticos y amenazar y socavar a la paz.