La acuicultura y la pesca matan a 28 billones de animales al año de manera cruel
Los animales marinos también son víctimas de la depredación sin límites del ser humano a pesar de las evidencias sobre su capacidad para sentir dolor y de la crueldad sistemática con la que son masacrados
Unos 28 billones de animales de media son masacrados anualmente por la pesca y la acuicultura, industrias en auge en el mundo y cuya cruel realidad saca a la luz una investigación de la asociaciones española Animals’ View, hecha en España y en India. De esa cantidad abrumadora de animales, alrededor de 1,5 billones son peces y el resto son crustáceos, en su mayoría gambas.
Esa cifra ya es difícil de asimilar, cuesta poner ojos a tantos ceros, pero en realidad podría ser muy superior, ya que la propia industria no cuenta a esos animales por número de individuos, sino por “tolenadas” o “bancos”. Ahí ya los ojos se han perdido completamente. No son animales, son carga, mercancía, producto.
Animals’ View ha documentado las vidas de algunos de estos animales en su paso por el océano o las piscifactorías hasta que terminan en mercados y lonjas. En su nuevo documental, THEY - वे: El auge de la cría de animales acuáticos', la asociación denuncia que la explotación de animales acuáticos está alcanzando cifras inimaginables. Una investigación reciente de otra ONG, Rethink Priorities, calcula que la cifra crecerá aproximadamente un 45% de media para 2033.
El documental pone en evidencia la brutalidad de las granjas acuícolas, comparándolas con las terrestres, aunque debido al número de animales que se ven atrapados en este sistema la escala de sufrimiento puede ser aun mayor. “En cada una de estas granjas acuícolas pueden llegar a vivir miles o decenas de miles de animales hacinados, por lo general en aguas turbias y de mala calidad, lo cual es origen de brotes de enfermedades, estrés y muerte prematura,” denuncia Animals' View. Peces, gambas, cangrejos, cigalas, anguilas, langostas, pulpos... nadie está a salvo de una de las industrias con mayor desarrollo y más opacas del planeta.
Durante la recogida de los animales, éstos sufren golpes y aplastamientos. Los métodos de matanza son tan terribles que desde la asociación aseguran que la sociedad no los aceptaría si se aplicaran a otros animales: desde la asfixia hasta la congelación en vivo. El investigador y profesor emérito de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Toronto, Mart Gross, que ha colaborado en el documental revisando la literatura científica y aportando datos clave, explica que “cuando se introduce a los peces en hielo, los receptores del frío se activan, el metabolismo se ralentiza dolorosamente y la hipotermia se apodera gradualmente del cuerpo. Es probable que el animal experimente una angustia prolongada antes de perder el conocimiento”.
Además, Gross detalla una práctica que es muy habitual en la industria: “Cuando un pez marino se coloca de repente en agua dulce, se enfrenta a un violento choque osmótico. Sus células se hinchan, las branquias se dañan y la respiración normal se colapsa. Por lo que sabemos, es probable que esto provoque pánico, dificultad respiratoria y una muerte prolongada y dolorosa”.
Jonathan Birch, filósofo británico y profesor en la London School of Economics (LSE), que se ha convertido en una de las voces más influyentes en el debate sobre la sintiencia animal, ha contribuido al documental para explicar también este fenómeno: “En 2005, un panel científico advirtió a la UE que matar crustáceos de esta manera probablemente 'causa dolor y sufrimiento'. Veinte años después, este método de sacrificio lento y doloroso sigue usándose”.
Gross explica que en la pesca de arrastre los peces son arrastrados a la superficie a tal velocidad que “su vejiga natatoria puede romperse, los órganos internos se desplazan y se produce el barotrauma. A continuación, sufren desorientación, dolor y lesiones. Las pruebas científicas son claras: la pesca de arrastre inflige profundos traumas fisiológicos y sufrimiento a innumerables peces”.
El informe, que cuenta con 15 citaciones científicas distintas, relata que al subir a la superficie, los órganos internos de estos peces pueden estallar debido al cambio brusco de presión. Y los que lleguen con vida morirán aplastados bajo el peso de cientos o miles de otros animales capturados en las redes, asfixiados fuera del agua o congelados vivos en los barcos.
La asociación ha documentado otras prácticas, como muerte por golpes y mutilaciones, que no son impedidas porque nadie vigila que no se realicen y porque además, si en el caso de los animales explotados en granjas la empatía del conjunto de la sociedad hacia ellos tiene mucho camino por delante, en el caso de estos animales es prácticamente inexistente.
Sin embargo, la evidencia científica viene de nuevo a dar un aldabonazo a nuestras conciencias: los animales acuáticos también sienten dolor, miedo y angustia. Los peces cuentan con estructuras nerviosas para detectar y transmitir el dolor (nociceptores), y procesan información sensorial de manera similar a los mamíferos o las aves. Otros animales acuáticos también poseen nociceptores y muestran comportamientos que son claros indicadores de sintiencia, como pulpos y otros cefalópodos. También muestran unas capacidades cognitivas que solo se pueden dar si admitimos que tienen experiencias conscientes: la resolución de problemas complejos, el uso de herramientas o el aprendizaje por observación.
En las granjas de gambas, con el objetivo de estimular la capacidad reproductora de las hembras, se practica un método que consiste en la ablación del pedúnculo ocular. Éste contiene glándulas que regulan la maduración ovárica y la producción de huevos. Tras esta mutilación, los animales se mueven de forma errática y muestran comportamientos asociados con el dolor, como sacudir la cola, frotarse la zona afectada o encogerse. A crustáceos como cangrejos o langostas se les atan las pinzas o cortan los tendones para evitar peleas. Estos métodos les causan tanto dolor como estrés, ya que no pueden defenderse. Muchos de estos animales son hervidos mientras están con vida. En este proceso se retuercen durante minutos, antes de perder el conocimiento.
Birch explica sobre estos métodos que “cuando ves a gente cortando tranquilamente los ojos de las gambas, te das cuenta de que hemos llegado al corazón de las tinieblas. La ganadería industrial ha ido demasiado lejos, demasiado rápido, normalizando un nivel de violencia que es impactante y moralmente imperdonable. Y no solo pasa con las gambas, lo mismo ocurre con los cerdos, las gallinas y los peces”.
En 2023, España se posicionó como el cuarto mayor importador mundial de gambas y langostinos, con un valor de aproximadamente 1.200 millones de dólares, importando 2,5 toneladas solo de la India, segundo mayor exportador de estos animales en el mundo. Este consumo desenfrenado impulsa una industria donde el sufrimiento es la norma.
Animals’ View pide a la ciudadanía que tenga en cuenta la evidencia científica que demuestra que estos animales también sienten y sufren, y anima a dar pasos hacia un cambio de paradigma donde los otros animales sean también tenidos en consideración y a informarse sobre las alternativas alimentarias vegetales, accesibles y de calidad.