Isaac vs Goliath
El miércoles pasado, 14 de mayo, el inmenso ruedo de la Plaza Monumental de Las Ventas en Madrid se convirtió en el epicentro del encuentro entre dos titanes. Por un lado, el matador michoacano Isaac Fonseca, torero de férrea voluntad, incansable lucha, inmenso valor y, quizá lo que menos ha apreciado mucha gente, una tauromaquia sólida con un buen concepto, que será lo que le siga abriendo camino en esta dura carrera de resistencia que es el ser torero. Del otro lado, un toro imponente, “Brigadier”, con 667 kg de la ganadería de Pedraza de Yeltes.
El tamaño del toro y su peso jugaban en contra de las posibilidades reales de que el toro embistiera como lo hizo. La exigencia en la presencia del toro para Madrid muchas veces juega en contra; sin embargo, la ganadería de Pedraza de Yeltes busca y cría un toro así, por lo que no es la primera vez que saltan al ruedo toros estrella como fue este “Brigadier”.
El primero de Isaac no había funcionado, toro complicado, sin entrega ni clase; quedaba este sexto toro para triunfar en Madrid. Desde que “Brigadier” comenzó a galopar, su inmenso cuerpo y pitones tomaron forma del toro bueno, del bravo, del toro de premio.
Isaac lo vio pronto y le hizo las cosas muy bien con el capote, toreando a ritmo, sin tirones ni desviando la embestida de lo que parecía un tren.
La suerte de varas en Madrid es de suma exigencia y se valora la forma en la que el torero coloca al toro frente al caballo para que la suerte sea una verdadera prueba de bravura y no un trámite.
Por ser plaza de primera categoría, en Las Ventas es obligatorio ejecutar dos puyazos como mínimo. En los dos primeros encuentros con el de a caballo, el toro hizo las cosas con arte: una vez colocado y quieto frente al peto, el toro se arrancó con alegría, empujando con los riñones, sin derrotar, metiendo la cara abajo incluso antes de llegar al encuentro. Estampa campera, emocionante, símbolo de bravura, casta y nobleza.
La inteligencia y generosidad de Isaac Fonseca se hizo evidente al colocar una tercera vez al toro, desde muy lejos, para que luciera la bravura y los aficionados de Madrid gozaran de un tercer puyazo en toda regla. Así fue: el picador toreó a caballo, le dio sus tiempos a la suerte y, en cuanto citó, el bravo astado se arrancó con alegría, metiendo los riñones al inicio de la embestida, humillando la cara metros antes de llegar al peto en un espectáculo maravilloso.
Los banderilleros, tanto el encargado de la brega como los que colocaron los tres pares, se lucieron, dejando galopar al toro en su embestida, un verdadero espectáculo.
Isaac tomó su muleta y se fue a los medios, echó las rodillas en tierra y citó al toro que ya tenía al público de su lado. Gran apuesta del michoacano. Se arrancó “Brigadier” e Isaac aguantó con firmeza y entrega, cuajó una tanda de rodillas en la que por momentos desaparecía el torero tapado por la impresionante musculatura del toro. Entrega del hombre y entrega del toro, el milagro del toreo.
La faena fue un derroche de temple: Isaac en perfecta colocación, con la entrega absoluta en su cuerpo y al toreo, dejando la muleta muy adelante entre pase y pase, colocando los vuelos por debajo de los belfos del gran toro, que con el morro arrastrando la arena seguía con ritmo la media muleta que le ofrecía y que le conducía con temple en eternas embestidas.
Se dio la comunión entre los tres: toro, torero y público. Faena de dos orejas. Faena de entrega templada, con cabeza, con verdad y devoción. La suerte suprema en un primer intento imposibilitó el corte de dos orejas ganadas a ley durante la lidia completa. La segunda estocada fue cumbre, ejecutada con verdad, despacio y dando el pecho, llegando la mano al morrillo para consumar una gran obra. Una oreja sin objeción. Créanme que cortar un apéndice tras un pinchazo en Madrid dimensiona lo que fue la faena y la consolidación de Isaac Fonseca como un toreo importante y un bálsamo para la tauromaquia mexicana.
Actividad para este fin de semana. Viernes por la noche en Guadalajara: el rejoneador Diego Louceiro con los Forcados Amadores de México y los novilleros Axel López y Morales Ramos con 6 de Fernando Lomelí. Al día siguiente a las seis de la tarde en León, Guanajuato, siete mexicanos: Emiliano Gamero, Joselito Adame, Diego Silveti, Sergio Flores, Luis David, Héctor Gutiérrez e Isaac Fonseca ante 7 de La Concepción. Momento de apoyar sin pretexto a la tauromaquia en provincia; las plazas llenas son fortaleza ante los viles ataques políticos de la secta prohibicionista.