Pescadores alertan de una plaga de siluros en el Guadalquivir «capaces de devorar a un perro»
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El Guadalquivir alberga mil secretos, algunos de ellos insondables. Otros, sin embargo, son fáciles de encontrar y constituyen una amenaza para la biodiversidad del río que baña Sevilla. Es el caso del descomunal pez cuya sobrepoblación supone todo un problema. Tal y como recoge la revista Jara y sedal, un pescador ha cazado hasta treinta ejemplares de siluro de corta edad en las aguas del Guadalquivir a su paso por la capital hispalense. «Sabes que la cosa va a ponerse seria en un tiempo cuando en un día sacas treinta de este tamaño», haciendo referencia a que en breve serán gigantescos. Parece que la zona del puente de las Delicias se está volviendo un auténtico criadero para esta especie invasora que se está expandiendo de forma descontrolada por cuencas donde antaño ni se le olía. El mayor problema de su presencia en cuencas como la del antiguo río Betis es que desplaza a la fauna autóctona , haciendo que caiga en picado la población de otros peces endémicos como la carpa o el barbo. Todo ello pone en peligro el frágil equilibrio del ecosistema y las cadenas alimentarias. Como recoge el portal especializado, la pesca del siluro no sólo está permitida por la ley , sino que además está incentivada por las administraciones como herramienta para frenar su expansión. Esta especie está incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras, lo que significa que está expresamente prohibida su suelta, transporte o comercialización. El siluro es un pez de gran tamaño que puede alcanzar los cien kilos de peso y que procede de las aguas de Europa del este, aunque ha acabado invadiendo todo el viejo continente. Su voraz apetito lo lleva a alimentarse tanto de peces autóctonos, anfibios, aves y casi cualquier otra especie que entre dentro de su hábitat natural. De hecho, algunos ejemplares han llegado a comerse palomas adultas y perros de tamaño pequeño o mediano, como es el caso documentado de un fox terrier devorado por un siluro en el río Tiétar a la altura de Cáceres en 2018.