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Estudio de Harvard revela que la desmotivación para ejercitarse es biológica y no solo pereza

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La idea de que la falta de motivación para las actividades físicas intensas ha sido objeto de discusión durante años. Sin embargo, el profesor Daniel E. Lieberman nos ofrece una perspectiva nueva: la resistencia a hacer ejercicio no se remite a la pereza, sino a la evolución de nuestra especie. En su obra, el académico analiza cómo nuestros antepasados estaban adaptados para hacer esfuerzos moderados y no para la práctica del ejercicio extremo que implica carreras de larga distancia como maratones o el triatlón.

A juicio de Lieberman, a lo largo de la historia los humanos hemos evolucionado para sobrevivir en ambientes en los que la actividad física era un requisito, pero no era excesiva. Esta herencia evolutiva dejó un legado encaminado hacia la preferencia de actividades que no impliquen un esfuerzo extremo, lo que puede dar cuenta de la falta de motivación que muchas personas experimentan ante las rutinas de ejercicio intensas.

La cultura del fitness promueve la idea de que el ejercicio tiene que ser vigoroso y duro. Sin embargo, esta visión puede ser perjudicial para quienes no se sienten cómodos con la idea de participar en actividades físicas extremas. Foto: FreePik

El reto de convertir el movimiento en hábito

Para Lieberman, nuestros antepasados eran cazadores-recolectores que llevaban a cabo actividades físicas por un intervalo de tiempo moderado. Este modo de vida demandaba un equilibrio entre el esfuerzo y la conservación de la energía, que les permitía sobrevivir en un entorno hostil. Por lo tanto, el cuerpo humano se adaptó a este tipo de actividad, lo que puede explicar que muchas personas se sienten desmotivadas ante la idea de realizar ejercicios extremos.

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El impacto de la cultura moderna

Hoy en día, la cultura del fitness promueve la idea de que el ejercicio tiene que ser vigoroso y duro. Sin embargo, esta visión puede ser perjudicial para quienes no se sienten cómodos con la idea de participar en actividades físicas extremas. Lieberman considera que, en lugar de forzarnos a realizar ejercicios que no se corresponden con nosotros mismos, deberíamos hacer hincapié en actividades que resultan más familiares y agradables, como caminar, nadar o montar en bicicleta.