Alessandra Risi y la expansión silenciosa del arte peruano en la escena internacional
Escribe: Leyla Aboudayeh*
Con apenas 27 años, Alessandra Risi (Lima, 1997) ha logrado insertarse en el circuito internacional del arte contemporáneo, llevando su obra a galerías en Londres, Milán, Vancouver, Corea del Sur y Lima. Su más reciente participación en Fragmented Wholeness —exposición colectiva curada por LATAMesa en Galleria Mucciaccia, Roma— y su primera individual en Inglaterra, Amazonic Ashes en Somers Gallery, consolidan una trayectoria que se expande con naturalidad desde lo íntimo hacia lo geopolítico.
“La entrada a galerías europeas fue progresiva, casi orgánica”, cuenta Risi. Desde su primera muestra en Otto Zoo (Milán) al cierre de su licenciatura en NABA, hasta la colaboración con Pietro Cattai —curador y también estudiante del RCA— en un proyecto independiente en Queen Alexandra House, que luego dio paso a una individual en Somers. Fue allí donde conoció a las curadoras Carolina Orlando y Pilar Seivane, quienes la invitaron a la muestra en Roma. “Definitivamente, una cosa jala a la otra, pero de forma natural”.
Sus estudios en Italia y luego en el Royal College of Art (Londres) no solo ampliaron su red de vínculos, sino también su mirada sobre el arte desde fuera del Perú: “Vivir en otra ciudad fortaleció mucho el vínculo con mi país. Al estar lejos, sentí mi identidad peruana aún más cerca”.
En Amazonic Ashes, Risi aborda los incendios forestales que arrasaron la Amazonía peruana en 2024 como un punto de partida para reflexionar sobre las formas contemporáneas del extractivismo, pero también sobre las raíces coloniales que lo sostienen. “Para Alessandra, este episodio representa un momento de profunda tragedia, pero también una manifestación clara del conflicto cultural que experimenta como artista”, escribe Pietro Cattai en el texto curatorial. “Sus lienzos se convierten en una extensión de su tierra natal, reflejando su condición ambiental y cultural”.
El fuego aparece como símbolo de destrucción y de transformación, en una pintura que evoca tanto la devastación como la posibilidad de renacer. “Su obra narra una tensión que sigue siendo actual, tanto en la historia de su país como en su experiencia personal”, afirma Cattai. Lejos del exotismo con que a veces se mira el arte latinoamericano desde Europa, Risi propone una lectura crítica, informada y profundamente afectiva de la relación entre naturaleza y poder.
La obra de Risi se construye a partir de un archivo híbrido: estampillas botánicas, libros de sus abuelos, catálogos científicos del siglo XX. “Comencé a generar una relación entre las plantas como símbolos iconográficos de cada país, trasladados y clasificados desde la colonia”, explica. Las imágenes vegetales, lejos de ser neutras, remiten a la circulación forzada de especies, saberes y cuerpos.
En su práctica pictórica, estas referencias se traducen en soportes no convencionales —cajas de fósforos, cerámicas, telas sin bastidor— que refuerzan la idea de fragmento, desplazamiento y memoria. “Cada material dialoga con la idea al igual que los formatos grandes como pequeños”, dice.
Risi también incorpora elementos formales del imaginario peruano: colores tierra y fluorescentes, brochazos gestuales, y una apuesta por lo expresivo sobre lo ilustrativo. “La pintura es mi vida”, confiesa. “Me despierto y lo primero que pienso es en pintar, incluso cuando digo que no voy a hacerlo”.
Desde Londres, Risi se siente parte de una nueva generación de artistas peruanos que encuentran espacios en el extranjero sin perder el vínculo con su país. “Hay una generación interesantísima de artistas, arquitectos y escritores. Desde Sandra Gamarra, con quien conversé este año en mi estudio del RCA, hasta figuras como Jose Bazo, Macarena y Fátima Poppe, Alejandra Iturrizaga o Manuel Velarde. Nos acompañamos mucho”, cuenta.
Sobre el paisaje, tema central en su obra, Risi sostiene que “siempre ha sido una preocupación clave en el arte peruano. El país es tan geográficamente diverso que resulta inevitable pensar críticamente en nuestra relación con el territorio”. En su caso, la pintura es también un espacio de reparación y proyección: una forma de tender puentes entre el pasado colonial, el presente extractivo y posibles futuros más sostenibles.
Este año, Risi prepara una nueva muestra en Brescia, Italia, junto a otro artista, tras ganar una convocatoria abierta. Y aunque sus proyectos más recientes se han desarrollado fuera, no descarta volver a exponer pronto en el Perú. “Me interesa seguir en diálogo con artistas de distintas generaciones. Siento que hay que construir más puentes entre lo que viene y lo que pasó”.
*Directora de Casa Fugaz y fundadora de Vocablo del Arte (vocablodelarte.com).