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Una feminista espontánea nació en la Guerrero. La nueva educación sentimental según Paquita la del Barrio

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Cabrona, auténtica, atrevida, pícara, joya, luchona, esforzada, audaz, sin pelos en la lengua, burlona, brillante, irónica, talentosa, ídola, boca llena de verdad, desvergonzada, intérprete sin igual, con un desahogo jocoso y reivindicativo, voz de las mujeres que no se atrevían a decir lo que viven con los hombres, inconfundible voz ronca, estilo arrabalero, canté con ella mil veces en el coche, canciones chidas, chidas, contra ellos, los tradicionales machos que abundan en todas partes.Estas son algunas palabras que sintetizan el resultado de una rápida encuesta que realicé entre amigas y conocidas de diversos ámbitos profesionales y círculos sociales, a raíz de la muerte de la popular cantante Francisca Viveros Barrandas, más conocida como ‘Paquita la del Barrio’, el 17 de febrero, a los 77 años de edad.Si las actuales autoridades culturales del país, los representantes del pueblo, se atrevieron a negar el Palacio de Bellas Artes para velar sus restos mortales, fueron sus ‘fans’, su pueblo –su barrio–, los que atiborraron las calles de la Ciudad de México en una multitudinaria muestra de afecto, centenares se sumaron espontáneamente al cortejo fúnebre que recorrió varias calles hasta culminar en Casa Paquita.Un lugar que continúa siendo emblemático a pesar de que fue obligado a bajar la cortina en 2005, por requisitos de la entonces delegación Cuauhtémoc. Aunque Paca nunca aceptó pagar jugosas mordidas que le solicitaban para reabrir, jamás reveló el nombre de los funcionarios involucrados en el cierre del icónico lugar.Los tributos a Paquita se siguen multiplicando e incluyen un concierto que había sido programado en dos ocasiones en el Auditorio Nacional, en el que Paquita cantaría acompañada por el también famoso conjunto musical La Sonora Santanera. Y como ella siempre cumplió con su palabra, en lugar de cancelar el evento sus deudos autorizaron que el concierto del próximo 16 de marzo se convierta en uno más de los tantos homenajes a una cantante que caló hondo en todos los gustos y que ha sido reconocida por hacer pública esa intimidad de las mujeres, eso que se decía en voz baja, esa que nadie se atrevía a nombrar o siquiera reconocer que sucedía.A través de su repertorio, Paquita legó a las mujeres de México, España, Inglaterra, Francia, América Latina o Estados Unidos una nueva educación sentimental que ha contribuido a transformar la tradicional abnegación y sumiso aguante atribuidos a la naturaleza femenina, en un poderoso grito de rebeldía, desagravio y desahogo, experiencias con la que su público se identificaba, particularmente las mujeres que, si bien, continuaban siendo víctimas de engaños y traiciones, se cobraban el agravio amoroso cantando a grito en pecho composiciones que exhibían a sus machos.Desde el principio cayeron bajo su embrujo las televisoras de Londres e Inglaterra que hacían cola para entrevistarla. La primera vez que Paquita se presentó en el país galo –ahora circula en redes la versión en francés que hizo un tiktoker de la famosa canción “Rata de dos Patas”-- fue justo a través de una invitación del Instituto Francés de América Latina.La sede de ‘Paquita, la del Barrio’, estaba en la colonia Guerrero Conocí a ‘Paquita la del Barrio’ en 1989. El entonces subdirector del diario ‘La Jornada’, Miguel Ángel Granados Chapa, me solicitó que fuera entrevistar a la ya famosa intérprete a la sede de sus triunfos, la Casa Paquita, una extraña mezcla de restaurante familiar con cabaret popular, en el corazón de la colonia Guerrero, uno de los barrios más bravos de la Ciudad de México.En los dos pisos del negocio, ubicados hoy en día en la calle de Zarco 22, convivían fans de diversa ralea –gente del barrio, vecinos de otras colonias, oficinistas, profesionistas, antropólogos, productores de televisión, artistas y snobs– que se distribuían en mesas con manteles verdes, alrededor de un escenario que Paquita compartía, primero, con aficionados y luego con artistas de lustre y fuste. Era de los pocos lugares en donde el público podía comer, beber, cantar y llorar bien a gusto. Mi visita coincidió con la celebración del noveno aniversario de su changarro y la preparación del quinto LP de quien sería bautizada por Sergio Gabriel –el futuro productor de sus presentaciones y giras a lo largo de 15 años– como “la guerrillera del bolero” y “reina del pueblo”. La Paca, como cariñosamente le llamaban sus amistades, tenía entonces 42 años y quien escribe estas líneas 32. Salvo el aumento exponencial de un éxito que la convirtió en leyenda, llegó a grabar más de 25 discos, a ofrecer múltiples conciertos en auditorios y palenques, y a participar en muchas giras tanto en México como el extranjero.Sin embargo, y a pesar de ser una de cantantes más queridas y con mayor arraigo popular y cuyo público la transformó en una verdadera millonetas –su Casa Paquita siempre estaba a reventar, su casi treintena de discos se vendieron y venden por millares, sus presentaciones en giras, auditorios y palenques estaban siempre a tope y lucía vestuarios y joyas que denotaban su bonanza económica--, Paquita siempre fue fiel a su barrio, a su estilo y a los temas que la hicieron famosa por dirigirse de una manera ruda a los “hombres perversos” que se portan mal. Y cumplió su promesa: todo siguió igual por años en el mismo lugar. Ahí radicó la autenticidad que percibían su legión de admiradoras y admiradores.“Yo soy así, jamás guardo nada, no me gusta halagarme ni sublevarme –me dijo entonces–. Soy lo que Dios me ha dado: una buena voz y un gran corazón. Claro que voy a seguir arreglando el lugar, pero no voy a cambiar a mis músicos –el grupo Oro Negro–, ni los chancleteos de mi ‘Vikina’ (el chef del lugar), ni al señor que se encarga de vender mis discos, ni a los chavos que cuidan los carros de los clientes... No, ¡qué va!, viendo mi negocio así, parece que estoy en mi pueblo”.Ese abril de 1989, y ante un público que ya la adoraba, Paquita preguntó con su típica energía y voz ronca: “¿Me estás oyendo, inútil?”, que era su grito de guerra.Y luego cantó:“Pero en tí pudo más la indecencia y el vicio/ preferiste aumentar del mundo el desperdicio/ y ahora que se fue tu perversa juventud ni un cigarro te doy/ porque un cigarro ahora vale mucho más que tú”. Y los ‘fans’ festejaron, aplaudieron, aullaron, brindaron y le pidieron más canciones de esas chidas, chidas contra ellos...brutales y cómicas al mismo tiempo. “Mis canciones –dijo Paquita en aquella ocasión– son de barrio, de arrabal, de las que llegan al corazón. Ayudan a aliviar tu pena. Cuando un amor se convierte en dolor hay que sacarlo de tu vida; es como tocar el infierno, te vas consumiendo hasta que sales limpia nuevamente, como purificada. Canto lo que siento, no puedo cantar una canción de amor porque no lo siento. Sólo desprecio, desamor, protesta y reclamo ante el hombre”.Desde entonces, muchas de sus seguidoras empezaron a considerarla como una especie de feminista espontánea que al tiempo que las liberaba de su sufrimiento silencioso les daba la oportunidad de desahogarse y hasta desquitarse de esos machos opresores. “Yo no canto por las demás. Claro que el público sí lo entiende y sí estoy con ellas, pero yo canto lo que traigo adentro, lo que me da tristeza, un sentimiento que me hace llorar. El otro día, en plena pista, me cae que se me cayeron las pestañas postizas de tanto llorar”, dijo.Y resultó que eso que Paquita, la del Barrio sentía y transmitía, resonó en miles de mujeres que la convirtieron en su voz, en esa que reclamaba a voz en cuello lo que había permanecido en el silencio y que ahora irrumpía para cobrarse y denunciar todos y cada uno de los agravios vividos.Los hombres con una buena copa disfrutaban también de Paquita la del BarrioLe pregunto al productor Sergio Gabriel, que la acompañó a lo largo de su carrera, si considera que eran más las fans que los fans de ‘Paquita, la del Barrio’. Su respuesta es contundente y permite acercarnos un poco más a una mujer que también ha sido catalogada como un fenómeno social.“En sus conciertos, Paquita se dio por igual a mujeres, hombres, parejas. Yo creo que cuando una mujer tiene el temperamento, el talento que tenía Paquita la del Barrio, traspasa fronteras, sexos, nacionalidades… Yo la anunciaba como la reina de las mujeres, pero creo que los hombres, con una buena copa, no podían dejar de disfrutar sus canciones”. Su propósito, dijo la Paca alguna vez, fue hacer reaccionar tanto a las mujeres engañadas y traicionadas como a los hombres engañadores y traicioneros. Eso sí, rompiendo todos los esquemas que presentaban a la mujer como una víctima que no tomaba decisiones al respecto.Ahora bien, Paquita no era la autora de las canciones que cantaba. Diversos compositores –el más recurrente fue el veracruzano, como ella, Toscano--, se acercaron a ella para ofrecerle canciones que iban con su peculiar estilo, canciones “hechas como trajes a la medida”, que Paquita acabó por hacer suyas. Canciones que fueron construyendo un repertorio –llamado ahora ‘play list’– que la convirtieron en una intérprete irrepetible. En sociedades machistas y patriarcales, algunas lecciones de la rebelde Paquita, retumbaron y tumbaron mitos construidos a lo largo de centurias. Las letras de algunas de las canciones más famosas de su repertorio, son las huellas de su reinado y, en sí mismas, lo dicen todo.Pobre pistolitaToda la noche me pasé esperandoSoñando a solas, mientras tú roncandoPobre pistolita, no disparas nadaNi de vez en cuando(Autor: [Manuel] Norberto Eduardo Toscano)Tres veces te engañéTres veces te engañé, tres veces te engañé, tres veces te engañéLa primera por despecho,La segunda por capricho,La tercera por placer […]Y después de esas tres veces,No quiero volverte a ver.(Autor: Candelario Frías)Rata de dos patasRata inmundaAnimal rasteroEscoria de la vidaAdefesio mal hecho [...]InfrahumanoEspectro del infiernoMaldita SabandijaCuánto daño me has hecho(Autor: [Manuel] Eduardo Norbeto Toscano)Viejo rabo verdeYa me enteré de que eres un viejo rabo verdeY que te gustan las pollitas quinciañerasCarne blandita porque casi ya no muerdesTantito esfuerzo y se te afloja la mollera(Autor: Féliz Hernandez Pedroza)Hombres MalvadosQue, qué traigo con los hombresQue por qué diablos los odio tantoY como no voy a odiarlosSi son la causa de tanto llantoMi abuelo burló a mi abuelaMi padre dañó a mi madreY ese jijo de su suerteMe sigue llegando tardeAutor: ([Manuel] Norberto Eduardo Toscano)Querida Paquita: difícilmente te vamos a olvidar. Tus interpretaciones nos seguirán enseñando a ser fuertes e independientes.Edición GSC​