El Rojo que se nos va
“El color es una poderosa fuerza física, biológica y psicológica”, decía el fotógrafo norteamericano Paul Caponigro. Legendario porque no solo tomaba fotos, se conectaba con el lugar y esperaba a que la escena “se revelara” ante la lente. Una de sus obras más significativas se titula Galaxy Apple en que la imagen en blanco y negro parece irrumpir en nuestros pensamientos rojos sin decirlo. Los colores anteceden al lenguaje en el abalorio de experiencias que nos hicieron humanos. Bien se puede considerar que son el primer paso en nuestro desarrollo simbólico y que los colores siguen siendo una parte fundamental de nuestras emociones. El rojo representa a la violencia y al amor. Puede parecer curioso y contradictorio, pero quizá no lo es tanto; la relación entre la acción y el sentimiento no es trivial, ni nueva. Es quizá la misma relación que existe entre la certeza absoluta y la incertidumbre ineludible. De manera que la referencia podría estar llena de alegorías y signos.El rojo, como todos los colores, es luz estimulando receptores en el ojo que puede diferenciar tonos por el periodo de las ondas electromagnéticas. Entre todos los visibles, el color de menor frecuencia y mayor longitud de onda es el rojo. Se ubica en un extremo del espectro observable y se lo asocia, muy atinadamente, con el calor; quizá porque lo que viene después del rojo es el infrarrojo que, con una frecuencia aún menor y una longitud de onda aún mayor, es calor.El 2025 comenzó con la pérdida de color en el mundo. El rojo número 3 ha sido prohibido por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos al ser asociado con el desarrollo de células carcinógenas. Pruebas en ratones mostraron el efecto y aunque, algunos argumentan que en humanos las cantidades de consumo son mucho menores a las empleadas en las pruebas y que no habría razones para retirarlo del mercado, la legislación establece el año 2027 para que los usuarios encuentren maneras distintas de colorear sus productos.La medida nos pone a pensar sobre el significado de los colores. El simbolismo de los objetos y nuestras conductas de consumo tienen acepciones ocultas y alcances insospechados. El rojo que desaparece este año es también conocido como eritrosina y se elabora a partir del petróleo. Se emplea en una gran variedad de comestibles que van de dulces y repostería a productos cárnicos, atún, salmón, etcétera. No es la primera vez que el rojo produce controversias. Al que hoy se conocería como Rojo 106, en la España del siglo XV era rojo bermellón. Se obtenía del polvo de Cinabrio; un mineral de sulfuro de mercurio que se extraía por sublimación y que fue conocido por las antiguas civilizaciones desde tiempos inmemoriales.El rojo bermellón era escaso y caro; apreciado y revalorado hasta la idealización; materia primordial de alquimistas, pigmento de las pinturas rupestres y colorante supremo en los murales de Pompeya; tan bello como tóxico. El mercurio es dañino para el sistema nervioso, digestivo e inmunitario. Puede afectar los pulmones, los riñones, la piel y los ojos. En cambio, el rojo 4 o rojo carmín, es la sustancia extraída de la cochinilla (Dactylopius coccus) y que se utiliza como colorante de cosméticos, pero cuando se descubrió en Francia que se lo producía en España de la grana traída de América la industria sufrió un duro revés. Hoy, empresas como Starbucks han tenido problemas con las bebidas coloradas con el rojo 4 porque la empresa ofrecía algún producto de este tipo como vegano cuando en realidad contienen la sangre de un insecto. Las demandas no se hicieron esperar. El rojo 24, obtenido de la madera del Palo Brasil, fue tan relevante que el árbol se convirtió en icono nacional de ese país y le dio el nombre. El tinte del compuesto brazilina era tan rojo que todo lo que teñía parecía una brasa ardiendo. Pero no todo se queda en el rojo. El verde esmeralda de finales del siglo XVIII era de tal belleza que su fama nos alcanza. El farmacéutico que lo inventó en Suecia incluyó en su composición el arsenito ácido de cobre, que es venenoso para los seres humanos. El tinte fue usado por Paul Cézanne en su pintura Mont Sainte-Victoire, por Van Gogh en Madame Roulin y por otros muchos grandes artistas. El pigmento transitó rápidamente a la ropa, juguetes y enseres cotidianos. Alfombras y tapices comenzaron a dar problemas y el número de muertos con síntomas parecidos a la difteria, con daño en membranas mucosas de nariz y garganta en los hogares, fábricas y lugares de trabajo contaminados, sonó la alarma. El verde esmeralda fue retirado para que se lo usara solo como insecticida pero aún eso resultó problemático causando estragos; de manera que, finalmente se lo prohibió en definitiva de los espacios en contacto con seres humanos y fauna silvestre.Se ha llegado a pensar que la diabetes del pintor francés postimpresionista Paul Cézanne tiene sus orígenes en el tinte utilizado. También se ha especulado que la ceguera de Claude Monet —tan dramática para un pintor como es de irónica la sordera de Beethoven— por posible envenenamiento, o que la muerte del mismo Napoleón esté relacionada con el vibrante verde esmeralda que debió ser prohibido por su carácter mortal. Este año se nos va un rojo y ese hecho, con impacto en la industria, también nos recuerda el sentimiento de David Hockney cuando decía: “yo prefiero vivir a colores”.AQ