‘Emilia Pérez’ vs. Paquita la del Barrio
IVi la película Emilia Pérez el mismo día que las cenizas de Paquita la del Barrio recorrieron varias calles y avenidas del centro de la Ciudad de México. Fue una especie de diplomado sobre la capital del país que habito desde siempre, aunque en ambos casos mi disco duro ya tenía bastante información almacenada.Había leído varias críticas contrapuestas de la película del francés Jacques Audiard, desgarramientos de vestiduras por parte de opinólogos que no habían visto el filme y hasta le di clic en YouTube a una pobre sátira de media hora que ha sido vista por millones de personas: Johanne Sacreblu, de la directora amateur Camila D. Aurora.En el caso de Paquita la del Barrio, mi experiencia con ella tuvo varios capítulos.IILamento no haber entrevistado nunca a Paquita, aunque jamás olvidaré una presentación de ella en un palenque en tierra de nadie y las dos veces que la vi en el confortable Auditorio Nacional.En 2012, el mencionado palenque se instaló en unos campos de futbol llanero, ubicados en la colonia Los Reyes Ixtacala, en Tlalnepantla. A esa zona se le conoce como El Bordo o El Hoyo y en tiempo de lluvias funciona como vaso regulador.Agarré valor para ir porque el elenco me pareció irresistible: Paquita la del Barrio y Martín Urieta. No me equivoqué, fue una madrugada inolvidable por la diversión y la adrenalina del regreso a casa (en pesero-taxi pirata que me cobró las perlas de la virgen).IIIEl show estaba previsto para iniciar a las 00:00 horas pero en ese momento anunciaron otra pelea de gallos. A las 00:05, un pelotón de 15 amigas que asistieron en bola empezaron a gritar: ¡Pa-qui-ta, Pa-qui-ta, Pa-qui-ta! Un chavo que vendía papas fritas aprovechó para decir burlonamente: ¡Pa-pi-tas, Pa-pi-tas, Pa-pi-tas!Al Grupo de las 15 le dio por chiflar con ganas y contagió a todos los que estábamos con ellas en la grada general, que no éramos muchos. En ese momento, el locutor se aventó la puntada de pedir “respeto, por favor”. Con eso, ardió Troya.Una de las rebeldes de gayola gritó: “¡Ya cállate, rata de dos patas!”. Y otra: “¿Me estás oyendo, inútil?”.A las 00:25 alguien dio la orden de que todos podíamos pasar a la sección numerada y con esa medida se sofocó cualquier intento de rebelión. El área VIP estaba ocupada por los apostadores que bebían whisky, coñac y brandy. Las 15 ex rebeldes tomaban chelas dobles como cosacas y a cada rato iban al baño en grupitos de tres o cuatro.A las 00:30 apareció Martín Urieta luciendo un traje padrotón. En un dos por tres se creó un ambiente cálido, como de líquido amniótico. El frío de la madrugada desapareció por arte de magia y Urieta dijo: “¿Con qué se paga este cariño de ustedes?”.“Cada día canto más feo y más caro”, agregó muy sonriente.Martín Urieta sí canta horrible, pero su mérito consiste en alborotar a la gallera sin importar sus limitaciones como intérprete. Es un entretenedor nato que cuenta chistes, recita poemas propios e interpreta los éxitos rancheros que salieron de su pluma: “Mujeres divinas”, “Acá entre nos”, “Urge”, “Mi vejez”, “Eternamente joven” y su favorita: “Qué de raro tiene”.Se declaró “antimisógino por naturaleza”, adorador de las mujeres, a quienes auguró pase automático al cielo “por el don de concebir”. A los varones que sufren mal de amores les recomendó resignación, “porque si una mujer nos dio la vida, otra nos la va a quitar”.“A mi edad, todavía sufro de acoso sexual”, afirmó muy seguro. Luego matizó: “Cierto día, unas jovencitas me decían que no tenían con qué pagarme el placer que les habían dado mis canciones. Yo les dije que sí tenían con qué pagar, pero que yo ya no tenía con qué cobrar”.A Paquita la del Barrio la presentó así: “Ella siempre nos tira recio, en favor de las mujeres, y tiene razón. Su problema es que nunca se ha encontrado a una rata como yo, que amanece con tres patas”.IVComparada con Martín Urrieta, Paquita la del Barrio era el otro lado de la moneda. Le costaba mucho trabajo hablar, pero cantaba muy bien las rancheras y los boleros.Su participación en Tlalnepantla estuvo precedida por la proyección de un video en el que se sintetizaba una larga carrera artística.Las damas aullaban al escuchar a Paquita diciendo: “Esa cenita contigo me supo a taco placero” o “yo te creía tan decente y te gusta lo corriente”. Y también al hablar de cucarachas, hienas, animales rastreros, alimañas, adefesios, espectros del infierno, sanguijuelas, desechos de la vida, culebras ponzoñosas y sabandijas.Las vendedoras de flores hicieron su agosto porque todo mundo quería darle una rosa a Paquita, un beso y tomarse una foto a su lado. Ella complacía a muchos, pero de pronto volvía a ser la timidez andando.Si en este momento Paquita le hubiera pedido al Grupo de las 15 que se levantara en armas, no hay duda de que ellas lo habrían hecho, sin importar que fueran las tres de la mañana.VEn 2015 vi a Paquita la del Barrio en el Auditorio Nacional como invitada de Juan Gabriel, quien dejó que ella se luciera en serio al cantar a solas “Juro que nunca volveré” y “Te voy a olvidar” (ambas del Divo de Juárez) y “Tres veces te engañé” (de Candelario Macedo).En 2022 la vi en el Coloso de Reforma acompañada de la Sonora Santanera y de otros invitados. Aunque su salud ya venía en declive y cantó sentada durante todo el show, conservaba aún la voz privilegiada “que Dios me dio” y un carisma a prueba de balas.Ahí pude comprobar, una vez más, que Paquita era una intérprete que electrizaba el ambiente y provocaba la fugaz sensación de que el tiempo se detiene. Tales momentos inolvidables no se daban con las canciones juguetonas “contra ellos” sino con otros éxitos que han perdurado durante décadas.Oírla en vivo con temas de José Alfredo Jiménez (“Ella”, “Gracias”) y Cuco Sánchez (“Fallaste corazón”) era una experiencia única que se recomendaba de boca en boca.Cuando Paquita se presentaba en el Auditorio Nacional, resultaba muy gracioso ver a muchos hombres sentados en la escalinata exterior, esperando a que sus esposas, novias, hermanas, amigas o mamás salieran del recinto con sonrisas de oreja a oreja, luego de la terapia recibida por parte de la doctora Del Barrio.VIEl homenaje luctuoso a Paquita en la Ciudad de México no tuvo desperdicio y espero que Jacques Audiard lo haya visto y tome nota para una secuela de Emilia Pérez (aunque la filme en París).Desde mi casa vi que las cenizas de la cantante viajaron en carroza dentro de una urna con forma de mariposa azul. Partieron de la funeraria e hicieron escala en Garibaldi (¡faltaba más!), también en el mercado Martínez de la Torre y, finalmente, en su hogar, donde Casa Paquita sirvió para que el padre José de Jesús Aguilar celebrara una misa rodeado de mariachis.En el altar improvisado había una foto de Paquita junto a Tongolele y otra con Daniel Bisogno, quienes murieron con escasos días de diferencia.El sacerdote del ambiente artístico dijo que “la muerte no tiene edad” y agregó que Tongolele había fallecido a los 93 años, Paquita a los 77 y Bisogno a los 51.Acerca de Paquita, señaló: “Forma parte del ADN de nuestro país”. Y de Tongolele: “Fue una mujer que marcó la historia del movimiento de cadera”.Al finalizar la ceremonia religiosa, el pueblo bueno desfiló frente al altar luego de hacer una larga fila en la calle que daba vuelta a la manzana.Uno de los fans de Paquita que hizo cola dijo llamarse Axel e iba caracterizado como la célebre difunta. Comentó que se dedicaba a dar shows como imitador y que no le importaba esperar el tiempo que fuera necesario para despedirse de la gran señora.VIIEn sus cápsulas virtuales de La vida va, Guillermo Ochoa cuenta que fue Carlos Monsiváis quien le recomendó ver el show de Paquita la del Barrio en su restaurant de la colonia Guerrero.Lo que siguió fue una entrevista a Paquita en el programa matutino de televisión Hoy Mismo y el automático boom en la popularidad de la intérprete veracruzana. Corría el mes de noviembre de 1985, hace casi cuatro décadas.Durante muchos años, Casa Paquita se convirtió en un imán para miles de noctámbulos, aunque en los últimos tiempos el local fue cerrado por problemas con la alcaldía Cuauhtémoc.VIIIEmilia Pérez, nominada a 13 premios Oscar en la ceremonia que se llevará a cabo mañana, no me parece ni la porquería de la que habla la mayoría de quienes la critican ni tampoco la gran obra de arte que vieron unos cuantos críticos y espectadores.La considero una buena película a secas y creo que si ha obtenido tantos premios y nominaciones es porque tiene algunas virtudes y una poderosa campaña publicitaria, más el empujón de los escándalos que se generaron a partir de comentarios desafortunados de la actriz transgénero Karla Sofía Gascón en redes sociales, y por la arrogante frase de Jacques Audiard respecto a que “el español es una de las lenguas de países emergentes, en desarrollo, de pobres y de migrantes”.Ignoro si Emilia Pérez ganará algún Oscar, pero es un hecho que el alicaído rating de la ceremonia puede mejorar este año gracias al morbo que ha generado la película del franchute Audiard.¡Viva México, cabrones!AQ