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Vincent River, un texto teatral que refleja a las claras la sociedad de hoy

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Abc.es 
Vincent River es la cuarta obra de teatro en un acto de Philip Ridley , fue estrenada en el Hampstead Theatre de Londres el 6 de septiembre de 2000. Estamos ante una pieza que no nace de la imaginación del autor, sino de la calle de nuestro mundo o de las informaciones de los periódicos. Su trama gira en torno a dos personajes principales: Anita y Davey. Anita es una madre afligida que acaba de perder a su hijo, Vincent, de manera violenta. Davey es un joven que encuentra el cuerpo sin vida de Vincent en un lugar abandonado. La historia comienza cuando Davey se presenta en la casa de Anita, buscando respuestas sobre lo que le pasó a Vincent. A medida que la noche avanza, en esa larga conversación, los dos personajes comienzan a desentrañar la situación y las relaciones que llevaron a la trágica muerte de Vincent. Es ahí también donde se van descubriendo los secretos y mentiras que ambos personajes han estado ocultando. A lo largo de la obra, Anita y Davey se enfrentan a sus propios demonios personales y al dolor de la pérdida. Anita lucha por aceptar la muerte de su hijo y busca desesperadamente una explicación que le dé sentido a la tragedia. Davey, por su parte, se siente culpable no tanto por haber encontrado el cuerpo, sino por sus relaciones con Vincent, y teme las posibles repercusiones que eso podría tener en su vida. A medida que los personajes dialogan, se revelan detalles sobre la vida de Vincent, también la de Davey, y las circunstancias que llevaron a su asesinato, incluyendo temas como la homofobia, la violencia y la discriminación. El clímax de la obra llega cuando Anita y Davey confrontan sus propios miedos y traumas, y finalmente, encuentran un punto de conexión y comprensión mutua. A través de su larga conversación, ambos personajes logran un cierto grado de catarsis y empiezan a sanar sus heridas emocionales. Podemos afirmar que Vincent River es una obra realmente potente que explora temas profundos y universales muy de la superficie realista de la sociedad actual, dejando al público reflexionando sobre el impacto del odio y la importancia de la empatía y la aceptación del otro en su diferencia. Algunos de estos temas que hacen relevante la obra son: la homofobia y violencia, pues se exploran sus consecuencias devastadoras hacia la comunidad LGBTQ+. La muerte de Vincent es un resultado trágico de estos prejuicios y odios, y la obra pone de relieve la importancia de combatir la discriminación y promover la aceptación y el respeto hacia todas las personas, independientemente de su orientación sexual. La pérdida y el duelo, ya que tanto Anita como Davey están lidiando con la pérdida y el dolor de manera diferente. Anita está devastada por la muerte de su hijo, mientras que Davey está luchando con la culpa y el trauma de haber encontrado el cuerpo de Vincent, al que conocía y con el que tenía una relación. Además del duelo por el fallecimiento de su madre. Los secretos y revelaciones que a lo largo de la obra los personajes desentrañan sobre la vida de Vincent y las circunstancias que llevaron a su muerte. Otros asuntos que afloran son los de las adicciones a las drogas, las relaciones paterno filiales, los cuidados familiares a personas dependientes, la pederastia, y en cierto modo también una cierta hipocresía. Estos descubrimientos no solo afectan a los personajes, sino que también obligan al público a reflexionar sobre los prejuicios y las mentiras que pueden existir en la sociedad y en nuestras propias vidas. Estos temas se entrelazan para crear una narrativa poderosa a través del diálogo teatral que invita a la reflexión y casi exige una empatía al público. Si queremos entrar más de lleno en una lectura que nos lleve de lo real y lo apariencial a lo simbólico, podemos ver que en Vincent River Philip Ridley utiliza simbolismos que enriquecen la narrativa y pueden profundizar la conexión emocional con la audiencia. Algunos de estos simbolismos son, por ejemplo: la casa de Anita, unidad de lugar en el que transcurre la obra y que simboliza el refugio y la vulnerabilidad. Este espacio cerrado y privado se convierte en un lugar donde los personajes pueden enfrentar sus miedos y revelar sus secretos. La casa también representa el aislamiento emocional de Anita, quien se ha recluido en su dolor tras la muerte de su hijo. Los urinarios de la estación de tren abandonada, que es el lugar donde se encontró el cuerpo de Vincent y que puede interpretarse como una metáfora de la vida interrumpida y los sueños no realizados. Es un lugar de desolación y peligro, lo que refleja las circunstancias violentas y trágicas de la muerte de Vincent. Los simbolismos enriquecen la obra al proporcionar capas adicionales de significado y permitir una mayor introspección tanto para los personajes como para la audiencia. Dicho esto sobre la obra, hay que entrar en lo que es la apuesta de Bravo Teatro en esta producción que dirige Pilar Massa e interpretan la propia directora y Eduardo Gallo. Es cierto que los temas se encuentran y que el versionista ha optado por un lenguaje excesivamente coloquial y callejero, en el que abundan las expresiones malsonantes y los tacos del tipo: coño, joder, puta, etc., que a buen seguro están ahí para caracterizar a los personajes y definir una cierta atmósfera del entorno social que les rodea; pero esto distrae bastante de la reflexión que la lectura más profunda del texto merece. Dramatúrgicamente el desarrollo de forma dialogada es eminentemente narrativo, se va contando lo que hay alrededor de un sucedido, la muerte violenta de Vincent; sin embargo, no se percibe en la dicción del texto la fuerza de las emociones: ni las que debe sentir una madre ante la pérdida de su hijo, ni las que debe manifestar el amigo bisexual, que debe, creo yo, estar más angustiado al no ir a defender al compañero de sexo al que no ayuda ante la agresión que sufre. Queda muy claro, sobre todo en el último tercio de la representación, la fuerza de los temas expuestos por Ridley y reflejados en escena por Massa, pero la teatralidad en dos tercios del espectáculo resulta más bien plana, cuando no tediosa. Se deja todo para el final, como en las bodas de Caná, donde se sirvió primero el vino malo y luego llegó el del milagro, es decir el bueno. Tampoco se aprovechan bien, para aliviar el desgarro que proporciona lo mollar de la historia, los chispazos de humor que proporciona el texto del dramaturgo inglés. Desde el punto de vista formal estaríamos ante la tradicional estructura de presentación, nudo y desenlace, dejando toda la verdad para el final; pero el crescendo no se produce, las emociones no se expresan, y el contraste interpretativo Pilar Massa y Eduardo Gallo tampoco ayuda al viaje que debiera estimular a los espectadores hasta llevarlos al acongojamiento. Es cierto que la inexpresividad inicial de los personajes se va atemperando a medida que transcurre la obra, y los tipos trazados se van haciendo más creíbles y dan ocasión a que el público empatice más con ellos. Lo mejor de todo es que el teatro de Rojas se llenó y que las personas asistentes, con su buen criterio, asumieron un texto complejo, muy de nuestra época, y un trabajo interpretativo notable, y aplaudieron con profusión y buen ánimo. Obra: Vincent River. Autor: Philip Ridley . Traductor: Manuel Benito . Compañía: Bravo Teatro. Dirección: Pilar Massa . Intérpretes: Pilar Massa y Eduardo Gallo . Escenografía y vestuario: Miguel Delgado . Iluminación: Olga García . Producción: Salvador Aznar . Escenario: Teatro de Rojas .