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La UE como parte del enemigo interno

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Estados Unidos excluye a la Unión Europea de la negociación sobre el fin de la invasión de Ucrania, pero pretende endosarle la cuenta que los términos de dicha negociación representen

“Siempre digo que tenemos dos enemigos. Tenemos el enemigo exterior y tenemos el enemigo interno. Y el enemigo interno, en mi opinión, es más peligroso que China, Rusia y todos los demás países”. Son las palabras de Donald Trump en la entrevista en “Sunday Morning Futures” del 13 de octubre de 2024.

La amenaza que supone el enemigo interior se ha convertido en “el concepto clave de movilización del movimiento MAGA y de la estructura intelectual que los conservadores de la extrema derecha han construido con la finalidad de dotarse de los medios de ataque” contra el “núcleo esencial del liberalismo americano moderno”, que es la ideología en la que descansa el “enemigo interior” (Thomas B. Edsall: “Their Target Is `the Very Core of Modern American Liberalism´. NYT 11 de febrero de 2025).

La importancia de la amenaza del enemigo interior se ha puesto de manifiesto en la velocidad inusitada con que se ha puesto en marcha el ataque contra dicho enemigo en el interior de los Estados Unidos, sin que se haya producido resistencia alguna en el Congreso o en el Senado, ya que los republicanos disponen de mayoría en ambas cámaras y con alguna resistencia desde determinados órganos jurisdiccionales, que el tiempo dirá si surte algún efecto o si, por el contrario, Donald Trump acaba pasando por encima de la misma.

Tanto el Presidente como el Vicepresidente están manteniendo la tesis de que los actos del Presidente no son susceptibles de ser sometidos a control jurisdiccional alguno. Es una tesis que van a mantener hasta que la Corte Suprema se pronuncie sobre la misma. Únicamente si la resistencia vía judicial se mantuviera el tiempo suficiente para que fuera un tema a tener en cuenta en las elecciones de mitad de mandato y permitiera al partido demócrata alcanzar el control de una o de las dos Cámaras, se podría empezar a ver alguna salida al final del túnel.

Pero el ataque contra el “enemigo interno” no acaba aquí. Una vez neutralizado el enemigo interior stricto sensu, se ha puesto en marcha la prolongación del ataque contra el enemigo interior lato sensu, que es la Unió Europea, a la que, con bastante buen criterio, Donald Trump y todos sus acólitos consideran como una forma de manifestación más de lo que ha representado el Liberalismo americano moderno. El Estado social y democrático de Derecho europeo formalmente es un enemigo exterior, pero materialmente es un enemigo interno. Supone una alternativa al proyecto que representa la extrema derecha americana, al que hay, en consecuencia, que derrotar de manera rotunda. 

Esto es lo que diferencia a la Unión Europea de todos los demás países del mundo. Solamente la Unión Europea tiene entidad suficiente para competir como modelo de convivencia con el que representan los Estados Unidos. De ahí la necesidad de acabar con ella en su forma de manifestación actual.

Para ello, no hay mejor instrumento que una política arancelaria en materia económica y una política de negociación con Rusia para poner fin a la guerra de Ucrania. En ambos casos es más que previsible que Estados Unidos se dirija a cada uno de los países integrantes de la Unión, con la finalidad de mantener una relación bilateral. En lo que a los aranceles se refiere, Donald Trump ha ordenado ya que se haga un estudio de la relación comercial de los Estados Unidos con cada uno de los países miembros de la Unión, con la finalidad de poder ajustar la cuantía de los aranceles de manera individualizada. La estrategia de división de la Unión Europea en el terreno económico ya está en marcha.

A continuación vendrá la exigencia de que los países europeos se hagan cargo de la defensa de Ucrania y de su reconstrucción posterior. Donald Trump ya ha informado de que no considera que Ucrania deba formar parte de la OTAN, desentendiéndose de la defensa de la misma. Estados Unidos excluye a la Unión Europea de la negociación sobre el fin de la invasión de Ucrania, pero pretende endosarle la cuenta que los términos de dicha negociación representen. 

Lo que está en juego es la propia supervivencia de la Unión Europea. El plazo del que se dispone para reaccionar es prácticamente nulo. O se planta cara en este momento inicial o acabaremos asistiendo a la desintegración de la Unión.