Lewis Dartnell lee la historia a través del prisma de la biología: "Colón sufría de un clásico sesgo cognitivo de confirmación"
Nuestra genética y psicología han moldeado nuestras decisiones más que eventos políticos o económicos, dice el autor: "Cuando profundizas en esas capas de explicación, llegas a factores psicológicos, sesgos cognitivos, cosas que tienen que ver más con nuestros genes y nuestro ADN y con cómo funcionamos"
Leer el libro de la vida: la genética, la epigenética y la bioinformática
La primera vez que nos damos cuenta que nuestra biología influencia directamente la manera que tenemos de interaccionar con el mundo es cuando en el instituto nos enseñan que nuestro sistema de numeración está basado en el número diez. Si fuéramos una civilización alienígena, la aritmética difícilmente estaría basada en el número de dedos de una mano humana.
Sin embargo, cómo estamos diseñados los humanos no solo nos influencia para contar. La manera sutil bajo la que la biología humana está estrechamente entrelazada con la historia universal es el tema del último libro del astrobiólogo Lewis Dartnell, Ser humano (Debate). Acostumbrado a buscar señales de vida en otros planetas, este profesor inglés de la Universidad de Westminster ha estado reflexionando a lo largo de estos años sobre los macrofactores que han jugado un papel clave en cómo hemos evolucionado y cómo hemos llegado a una civilización con nuestras características.
Primero estudiando cómo la geología –formas de los continentes, vientos, mareas– ha moldeado los caminos que la humanidad ha dado durante su evolución; ahora analizando de qué manera nuestras fortalezas y debilidades biológicas –la susceptibilidad a enfermedades, a los errores de codificación del ADN o a los sesgos cognitivos– han marcado la historia de la humanidad mucho más que las decisiones en los campos de batalla o la política. Dartnell (1980) ha visitado recientemente Barcelona para dar una charla en Cosmocaixa.
¿No es un poco demasiado simplista pensar que la historia depende de la biología?
A menudo, en la historia tendemos a centrarnos en acontecimientos fortuitos: una hambruna aleatoria que tiene un efecto en una región, las andanzas de un rey, etcétera. Razonamos en una escala pequeña. Lo que hice con mi anterior libro, Orígenes, es observar cómo las características geográficas o planetarias han tenido un efecto muy amplio y duradero. Con Ser humano, mi último libro, quería hacer el mismo tipo de razonamiento, pero con la mirada biológica, con cosas que son intrínsecas a nuestra realidad como animales y como especie.
Las escalas temporales son muy diferentes.
En Orígenes yo me centraba en los continentes y en el planeta. Y cuando hablamos del planeta, las escalas de tiempo son muy largas: millones, o miles de millones de años. Pero cuando se habla de nosotros, solo hemos sido anatómicamente humanos durante los últimos 200.000 años. Así que necesariamente la historia humana es mucho más corta que la historia del planeta. Pero no creo que Ser humano pierda nada por esto. Sencillamente me centro en un periodo más breve.
No hay muchos libros interdisciplinares entre ciencias, donde la biología de mezcla con la geología y la ciencia planetaria o la química. Y hay menos que sean interdisciplinarios entre las ciencias y la historia. Pensé que era un tema enriquecedor para explorar
¿Cuáles son los aspectos originales de su análisis respecto a Armas, gérmenes y acero (Jared Diamond, 1997) o a Sapiens (Yuval Harari, 2011) que ya han intentado mirar la historia de la humanidad desde la mirada da la ciencia?
Yo disfruté mucho de ambos libros, que evidentemente fueron una inspiración. Creo pero que se perdían una parte del relato. El libro de Jared Diamond ganó el Premio Pulitzer en su momento, es muy bueno. Pero me parece que solo analiza dos o tres elementos en todo el libro. Escribí Orígenes porque pensé que podía mejorar ese trabajo, que había más historias que contar. De manera similar, con Ser humano sentía que faltaban por contar muchas historias interesantes: sobre nuestra genética, nuestra psicología y nuestros sesgos cognitivos, historias que libros como Sapiens no habían cubierto. Me parece que este ángulo es novedoso: no hay muchos libros interdisciplinares entre ciencias, donde la biología se mezcla con la geología y la ciencia planetaria o la química. Y hay menos que también sean interdisciplinarios entre las ciencias y la historia. Pensé que era un tema enriquecedor para explorar.
Es muy fascinante poner este prisma científico a la historia. Pero siempre está la tentación de ver cierto determinismo científico.
Creo que he sido muy cuidadoso a la hora de escribir el libro para no insinuar efectos deterministas. En Orígenes he sido escrupuloso al afirmar que una cadena montañosa en particular no necesariamente condujo a este evento histórico o a una mutación específica en nuestros genes. Pero mi tesis es que a menudo, con la historia, nos centramos en factores económicos o sociológicos para explicarla. Pero cuando profundizas en esas capas de explicación llegas rápidamente a factores psicológicos, sesgos cognitivos, cosas que tienen que ver más con nuestros genes y nuestro ADN y con cómo funcionamos. Así que estoy añadiendo otras capas de explicación más, sin dar a entender que los líderes o las poblaciones humanas no sean importantes. No estoy diciendo que siempre sean lo más importante y ciertamente no estoy diciendo que sean la única explicación. Por supuesto, la historia humana es muy compleja y está llena de influencias diferentes. Pero nuestra influencia biológica ha quedado muy fuera de la narrativa habitual de la historia.
Hay una relación entre una sola mutación en nuestro ADN que se produjo hace millones de años y el hecho que los seres humanos somos raros: somos el único animal en todo el reino animal que no puede producir vitamina C
En el libro hay muchas anécdotas que dan cuerpo a su tesis. Por ejemplo, sobre el nacimiento de la mafia italiana o por qué los ingleses ganaron la batalla de Trafalgar gracias a su mejor salud (y a los limones sicilianos). Son historias convincentes y originales.
Una de mis historias favoritas la encontré cuando estaba investigando para escribir el libro: la relación entre una sola mutación en nuestro ADN que se produjo hace millones de años y el hecho de que los seres humanos somos raros. Somos el único animal en todo el reino animal que no puede producir vitamina C. A partir de este elemento biológico, hay una larga cadena de causas y efectos que nos lleva a descubrir que frutas cítricas como los limones nos pueden proporcionar esa cosa que no podemos producir. Es una pequeña ilustración: un problema que existe hoy en día y que tiene un origen histórico se remonta, en última instancia, a la biología.
¿Tiene algún otro ejemplo como éste?
Sí, y tiene a que ver con nuestros sesgos cognitivos y con el hecho que nuestro cerebro no es perfectamente racional. Y, a menudo, ni siquiera nos damos cuenta de que no lo es. Colón fue un ejemplo de ello. Descubrió el así llamado Nuevo Mundo, pero se negó a reconocerlo. Hizo cuatro viajes a través del Atlántico a lo largo de su vida y mantuvo su creencia de que había llegado a algunas islas de China o la India. Sufría de un clásico sesgo cognitivo. Estaba tan arraigado en su creencia que ignoró, minimizó o reinterpretó toda la evidencia. Y había mucha, tanta que debería haberle indicado que no estaba donde él pensaba que estaba. Simplemente la descartó y seleccionó unas pocas cosas o reinterpretó otras para apoyar su creencia.
Le pasó a Colón y nos pasa a nosotros todos los días.
Ese sesgo de confirmación lo vemos muchísimo hoy en día en la polarización de la política y en general en los asuntos de actualidad. Es un momento en el que la gente es reacia a cambiar de opinión, a admitir que se equivocaron. Simplemente elegimos solo algunos elementos para formarnos una opinión, o escuchamos solo las voces que están de acuerdo con nosotros. Esto es particularmente problemático ahora con las redes sociales, donde los algoritmos están diseñados para ofrecernos cosas que queremos leer, es decir, para darnos opiniones con las que ya estamos de acuerdo. Y vivimos en esta gran cámara de eco, que amplifica este sesgo amplificando lo que ya está en nuestros cerebros. La historia de Colón me ha parecido un vínculo interesante entre algo fundamental y profundo sobre la forma en que pensamos y las consecuencias que tiene en la historia.
Hay buenas razones por las que existen los sesgos. Nuestro celebro es una máquina de predicción que trata de anticipar el entorno para impedir que nos maten. A veces tenemos que tomar decisiones rápidas que no tienen por qué ser perfectamente correctas cada vez, es suficiente con que sean buenas
¿Podría la historia haber ido de otra manera? ¿Podríamos ser igual de humanos si nuestro celebro funcionara de una manera diferente?
Es difícil dar una respuesta. En el libro intento explicar cómo hemos evolucionado y qué consecuencia ha tenido para la historia de los últimos millares de años. Saber si podría haber habido otra historia paralela es muy especulativo. He decidido concentrarme en la manera en la que hemos evolucionado de verdad. Al fin y al cabo, hay buenas razones por las que existen estos sesgos. Nuestro celebro solo es una máquina de predicción. Trata de anticipar el entorno para comportarnos de una manera que impida que nos maten. Y a veces tenemos que tomar decisiones rápidas. Así que, mientras tus decisiones sean rápidas y, en general, sensatas, no tienen por qué ser perfectamente correctas cada vez. Es suficiente con que sean buenas. Toda la evolución tiene que ver con lo suficientemente bueno, no con el óptimo.
Y como explica en la parte final del libro, ya no vivimos en un entorno natural.
Nosotros hacemos experimentos cuidadosamente controlados en condiciones de laboratorios e identificamos estos sesgos. Pero, hablando por ejemplo de la falacia del jugador en un casino, hay que decir que una sala de juego es muy artificial y muy diferente de un entorno natural. En un casino pasan cosas realmente aleatorias. En una jungla hay estructuras y patrones. Si has sacado un 6 tres veces seguidas, crees que no es posible que vuelva a salir un seis, pero en el mundo natural puede que haya eventos agrupados no totalmente casuales. Es una especie de desconexión o disonancia evolutiva: lo que funcionaba para humanos en el mundo natural ya no funciona en el mundo artificial que hemos creado para nosotros. Es el mismo motivo porque hoy hay tanta obesidad y tenemos diabetes y enfermedades cardíacas con nuestras dietas ricas en alimentos muy energéticos que en el entorno naturales son tan difíciles de encontrar.
En su libro habla de nuestra tendencia a crear parejas y a que, aunque haya una cierta tendencia a la poligamia, las relaciones monógamas han sido la regla casi siempre. Al menos para las mujeres. ¿Hay una explicación biológica del patriarcado?
Es muy difícil contestar a esta pregunta, y francamente he intentado evitarlo porque es muy fácil generar rechazo sea cual sea la respuesta que das. No conozco ningún argumento que justifique que el patriarcado sea más común. Desde el punto de vista de la observación es más común en culturas y sociedades diferentes, ya sean sociedades de agricultores que viven en aldeas o sociedades de cazadores-recolectores. Estas últimas parecen ser más igualitarias. Dentro de las sociedades agrícolas, el patriarcado parece ser más común que el matriarcado. Una explicación para eso muy clásica podría ser, aunque no hay evidencia real de ello, que los hombres tienden a tener mayor fuerza física que las mujeres. Pero es algo difícil de probar experimentalmente.
Lo he evitado en el libro porque, como científico, trato de centrarme en las historias en las que hay pruebas experimentales o al menos algún tipo de evidencia que sugiera una idea o una hipótesis. Lo que creo que es interesante es que en el mundo occidental moderno, Europa y los descendientes de sus colonias, la monogamia se considera la norma cultural. Parece exótico y raro tener sistemas polígamos en los que un hombre puede tener varias esposas. Pero eso es solo porque estamos mirando la historia a través de un filtro bastante estrecho. De hecho, la poligamia ha sido muy común a lo largo de la historia humana. En el libro cuento la historia de Enrique VIII, el rey de Inglaterra, y Solimán el Magnífico, contemporáneo del Imperio Otomano. Ambos tenían reinos enormes, pero el primero estaba ansioso porque no tenía herederos y el segundo, gracias a su harem, no lo estaba. Por eso que Enrique VIII montó todo el revuelo, con sus múltiples esposas, y Solimán no necesitó hacerlo. Y esa es una de estas interfaces directas entre la biología, algo tan fundamental como la forma en que nos reproducimos, y las ramificaciones sociológicas e históricas de eso.
Y las guerras no afectan solo a los ricos.
Exactamente. Si no hay un heredero claro, las guerras no afectan solo al rey y a la reina o a los nobles, sino también a la gente de a pie. Como pasó en España en 1700 con Carlos II, una historia que también cuento en mi libro. Y que está directamente relacionada con la manera en que la familia de los Habsburgo llevaba reproduciéndose unos cuantos siglos.
Los humanos somos bastante raros. Las hembras, cuando pasan por la menopausia, dejan de ser fértiles. Pero continúan viviendo y consumiendo recursos. ¿Por qué tener abuelas no ha sido evolutivamente desventajoso? ¿Por qué no continúan siendo fértiles hasta la muerte? La teoría es que es beneficioso porque las abuelas pueden ayudar con la crianza de los hijos de las otras generaciones
Hablando de este tema, no he encontrado referencias a la homosexualidad en el libro.
También he intentado evitar este tema. La homosexualidad existe y es muy común. Ha prevalecido en las sociedades a lo largo de la historia. Así que surge la pregunta: si la homosexualidad es común, y las parejas homosexuales tienden a no tener hijos, ¿cómo ha persistido? Y podría ser: no importa, porque el 80% o el 90% de las parejas heterosexuales tienen hijos. La especie continúa y la sociedad continúa. Así que no hay una fuerte selección evolutiva en contra de ella. O bien podría haber un beneficio si la homosexualidad existe. Hay algo relacionado con la evolución humana, que se llama la hipótesis de la abuela. De nuevo, los humanos somos bastante raros en comparación con todos los demás animales. Las hembras, cuando pasan por la menopausia, dejan de ser fértiles. Sin embargo, continúan viviendo, tomando recursos y comiendo alimentos. ¿Por qué entonces tener abuelas no ha sido evolutivamente desventajoso? ¿Por qué no continúan siendo fértiles hasta la muerte? La teoría que se ha propuesto es que es beneficioso porque las abuelas pueden ayudar con la crianza de los hijos de las otras generaciones. Así que tal vez haya alguna explicación de ese tipo para la homosexualidad, tal vez sea beneficiosa de alguna manera. Pero no creo que haya un argumento respaldado por la evidencia, por eso no lo incluí en el libro.
En el libro habla de todo lo que ha pasado, por así decirlo, a la humanidad desde el punto de vista biológico y evolutivo. Pero estirando el hilo hasta el principio, una de las preguntas abiertas de la biología es: ¿cómo empezó todo? ¿Podría empezar de otra manera?
No estoy seguro si la pregunta es cómo empezó en la Tierra o cómo empezaría en Marte. Pero evidentemente son preguntas relacionadas. Supongamos que en 10 años las personas que investigan el origen de la vida tienen éxito: en un tubo de ensayo mezclan la porción correcta de cosas, lo revuelven, lo dejan reposar durante la noche y el día siguiente tienen bacterias que tocan el cristal de la parte interior tubo. Habríamos creado la vida desde cero, habríamos encontrado la manera de crear un camino desde moléculas orgánicas simples como los aminoácidos hasta la increíblemente compleja maquinaria de una célula en pleno funcionamiento. Pero esto solo nos diría que esta es una manera de crear vida. No que fue la que lo empezó todo en la tierra. Podría haber muchas más trayectorias diferentes. Tal vez la vida en Marte lo haga de la misma manera. Tal vez sólo haya una manera. O tal vez la vida en Marte sea fundamentalmente diferente. Tal vez sea verdaderamente alienígena y se base en una bioquímica muy diferente y no use proteínas, no use ADN. Probablemente usaría agua, y probablemente usaría química orgánica, es decir, química del carbono, porque el carbono como átomo y como kit de herramientas químicas es mucho mejor que el silicio u otras alternativas. Pero podría basarse en una bioquímica muy diferente. Y eso sería para mí, como astrobiólogo, el descubrimiento más emocionante. Si descubriéramos una forma de vida totalmente diferente en Marte, sabríamos que no es contaminación terrestre de quizás hace cuatro mil millones de años, y que la vida habría ocurrido dos veces de forma independiente en planetas vecinos, lo que entonces comenzaría a indicarnos que tal vez la vida sea probablemente igual de común en otros planetas a lo largo de la Galaxia.
Volviendo a los sesgos cognitivos. Observando lo que está pasando en EEUU y en todo el mundo, el auge y la hegemonía de la derecha, ¿usted es optimista o cree que estos sesgos llevaran la humanidad a autodestruirse?
La lección que podemos sacar de la historia y de los estudios antropológicos, psicológicos y sociológicos es que los humanos somos fundamentalmente seres pacíficos, cooperativos y altruistas. La única razón por la que hemos construido toda esta civilización es porque somos buenos trabajando en equipo por el bien común. A veces no lo parece, es verdad. Hay fluctuaciones en torno a la media. Un politólogo o un sociólogo hablarían del péndulo que oscila de un lado a otro. Y lo que quieres intentar hacer es que cuando oscila hacia el autoritarismo no se le permita oscilar demasiado alto antes de que empiece a volver a su posición más neutral. No quiero restarle importancia a la gravedad de la situación política actual, sobre todo al tema del cambio climático. Estoy preocupado, sí, y lo que está pasando en una de las naciones más poderosas me pone más nervioso aún. Pero, aun teniendo en cuenta todo eso, preferiría vivir en 2025 que en 1825 o, en el 2000 a. C. Vivimos vidas increíblemente privilegiadas y cómodas gracias a todos los descubrimientos científicos.