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La Moncloa otorga ventaja a Yolanda Díaz en el debate sobre el SMI, pero presume que perderá la batalla

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Sánchez da tiempo a las titulares de Hacienda y Trabajo para que hagan la digestión de su combate, pero se alinea inequívocamente con Montero. "La cuestión es de fondo y es ideológica. Si cambiamos la posición no podremos volver a subir más el SMI", subrayan los socialistas

Montero mantiene el pulso a Díaz: "Es bueno y de izquierdas que el SMI disfrute de derechos y también de obligaciones"

Ganar el debate para perder la batalla. Así acabará el combate que esta semana libraron las vicepresidentas primera y segunda del Gobierno a cuenta de la tributación por IRPF de los perceptores del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Lo presumen desde el entorno del presidente del Gobierno, quien al parecer no otorga mayor trascendencia al insólito episodio que se vivió el pasado martes durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. “Se trata de una discrepancia más que tendrán que resolver y ya, pero no es un asunto que preocupe especialmente al presidente, que está sobre todo encima de los temas realmente existenciales para España y Europa, como son las decisiones de Trump sobre los aranceles, Ucrania y la respuesta conjunta que debe dar la UE a los desafíos globales”.

Quien habla es un colaborador de Pedro Sánchez que, como la práctica totalidad del Gobierno, admite que la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, “no estuvo fina” al confirmar media hora antes de la rueda de prensa del Consejo de Ministros que los perceptores del SMI tendrán que tributar por primera vez por el Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF). 

Aquí la dosis de recuerdo por si alguien se ha perdido la polémica de la semana: el Gobierno aprobaba una subida del salario mínimo de 50 euros mensuales hasta los 1.184 euros por 14 pagas en línea con su compromiso de que el mismo se sitúe en el 60% de la masa salarial, tal y como establece la Carta Social Europea. En los últimos siete años Sánchez ha subido un 61% el SMI, lo que beneficiará a 2,5 millones de trabajadores. Y esa era la idea fuerza que los estrategas de la Moncloa creyeron que había que trasladar a la conversación pública, junto a los datos de la última Encuesta de Condiciones de Vida de 2024 del Instituto Nacional de Estadística (INE), que revelan que España ha logrado rebajar el porcentaje de ciudadanos que conviven con la pobreza o que rozan esta situación a las cifras más bajas de la última década. Pero lo que en un principio iba a ser una comparecencia de prensa lúdica festiva, acabó en una monumental gresca entre socios de gobierno.

Y es que aunque son varios los ministros que aseguran que Yolanda Díaz defendió en el Consejo de Ministros ante la subida del SMI que se aplicó en 2024 lo contrario que ahora proclama, la titular de Trabajo se revolvió contra una decisión que los socialistas justificaron en la importancia de “hacer pedagogía sobre la justicia fiscal” y “pagar impuestos para mantener los servicios”. Lo hizo con el argumento aplastante de que “la justicia fiscal debe empezar por arriba y no por abajo”. Un eslogan que entra como un tiro en la opinión pública y al que rápidamente se sumó oportunistamente la derecha, que siempre ha defendido que la subida del SMI destruye empleos. Un mantra que, dicho sea de paso, desmienten categóricamente los datos, ya que España está en cifras históricas de creación de puestos de trabajo.

Díaz abrió la zapatiesta en la rueda de prensa con ostensibles gestos de desagrado y sonrisas forzadas mientras la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, explicaba las bondades de la decisión y daba argumentos sobre el porqué de la tributación. Cuando los periodistas le preguntaron a qué respondía su excesiva gesticulación contestó que conoció la decisión de Hacienda por los medios de comunicación, ya que no había habido deliberación en el Consejo de Ministros. Algo que los propios socialistas admiten y que además creen que fue “innecesario y evitable por parte de María Jesús Montero”, puesto que el día anterior se había acordado entre los socios anunciar el martes solo la subida del SMI y dejar para días posteriores la decisión sobre la tributación.

Pese a ello, hay ministros del PSOE que ven en Díaz una “táctica oportunista” ante la debilidad electoral de su espacio y su particular creencia de que este tipo de controversias “le acercan a sus competidores de Podemos”. Sea cual fuera su motivación lo cierto es que tras la estrambótica rueda de prensa, su formación se apresuró a registrar en el Congreso una proposición de ley para dejar exento de IRPF el SMI. También lo hicieron el PP y Podemos y, de someterse a votación, podría de un lado dar al traste con la decisión de Hacienda, pero por otro situar a Sumar en el mismo marco de la derecha. 

De hecho, en la Moncloa ya defienden que Yolanda Díaz, “con un discurso populista y falsario”, ha abrazado el discurso fiscal de la derecha y el mensaje “anti impuestos” que desconecta a la sociedad del necesario vínculo tributario para el mantenimiento de los servicios públicos. “La cuestión es de fondo y es ideológica”, tercia un interlocutor del gabinete de Presidencia.

Llegados a este punto, la pregunta es cuál será la solución a adoptar para que el Gobierno no se parta en el Congreso de los Diputados. ¿Una decisión salomónica? ¿Un trágala de Montero? De momento, Sumar y el PSOE mantienen el pulso aunque garantizan la estabilidad de la coalición. De un lado, Díaz, con el apoyo de todos los socios de investidura y de los sindicatos, se ha visto reforzada ante la opinión pública con un asunto que afecta sobre todo a los que menos ganan y ha instado a Montero a mover ficha. Y, de otro, la vicepresidenta primera y responsable de Hacienda que, además, será la próxima candidata del PSOE a la Junta de Andalucía, guarda silencio mientras se recupera de una repentina gripe. Entre ambas, el PP intentando sacar rédito de la división interna del Gobierno.

Una decisión que afectará solo al 20% de los perceptores

¿Y Sánchez qué opina? Que no hay que dar trascendencia a lo que considera un desencuentro más entre socios; que apenas dos de cada diez perceptores del SMI –sobre todo jóvenes sin cargas familiares– tendrán que pagar por IRPF porque el resto son beneficiarios de deducciones fiscales; que, en todo caso, lo importante es que todos ellos cobrarán más en 2025 y que el salario mínimo ha empezado a alcanzar niveles considerables y que si se sigue elevando el mínimo exento del IRPF serían cada vez más los trabajadores que quedarían exentos de tributar en la renta. Dicho de otro modo: Sánchez está inequívocamente en la tesis de Montero, aunque haya decidido dar unos días a ambas vicepresidentas para que hagan la digestión de su enfrentamiento. De lo contrario, añade uno de los ministros más cercanos al presidente, si se exime de tributación al SMI no podrían “volver a elevar su cuantía en los próximos años” porque la merma en las cuentas públicas sería considerable. De haberlo hecho este año, se hubieran dejado de ingresar, según cálculos de Hacienda, 2.000 millones de euros, que es el presupuesto total del Ministerio de Vivienda.

Corregir la decisión de Hacienda sería además una desautorización a su vicepresidenta primera y a la líder del PSOE en Andalucía, la segunda comunidad autónoma donde más beneficiarios del SMI hay en España. Algo que no está en la mente de Sánchez y sí el convencimiento de que “las cuentas públicas no tienen elasticidad absoluta”, aseguran desde la Moncloa. Los socialistas saben que Díaz ha podido ganar la batalla de la opinión pública, pero presumen que perderá con toda seguridad la del Gobierno. 

La posición de Díaz, arguye un fontanero monclovita, es tanto como apostar porque el SMI “sea marginal y bajo como si fuera un Ingreso Mínimo Vital” cuando, en realidad, es el “único instrumento que tenemos para obligar al sector privado a subir los salarios”. Para el 20% de los beneficiados por la subida de SMI, la tributación, añade, será del 6% frente a un 19% en el que está la media europea, “lo que no se puede considerar ni abusivo ni injusto”.

Para un ministro del PSOE la conversación pasa inexorablemente por “el tramposo y populista” debate sobre si hay que bajar o subir impuestos y si a Díaz le preocupara de verdad el poder adquisitivo de los trabajadores “no hablaría en términos de ahorro fiscal sino de cómo seguir fortaleciendo el Estado del bienestar”. 

La ministra de Trabajo ha detonado una polémica con la que ella sola se ha metido en el marco mental de la derecha, que defiende que pagar impuestos “es sinónimo de voracidad y no una forma de contribuir al mantenimiento de servicios públicos”, tercia otro ministro del PSOE, que alerta además del “peligro de los animales acorralados”, en alusión a una Díaz cuyas perspectivas electorales han caído en picado.

Pedro Sánchez, según sus más estrechos colaboradores, ha tratado en los últimos días de “sembrar buen rollo” en esta polémica como se pudo ver con los gestos de complicidad que intercambió con Díaz durante la sesión de control al gobierno en el Congreso el pasado miércoles. Y es que pese al mantra tan repetido de que el PSOE trata de arrinconar a Sumar y a su líder, en la Moncloa responden que se esfuerzan cada día en darles espacio. Cuestión distinta, añaden, es que “mientras que Bustinduy o Urtasun lo saben aprovechar, ella no deja de pegarse tiros en los pies”. La lectura de Sumar es bien distinta, pues creen que la defensa de los trabajadores que menos ganan les ha hecho recuperar foco y presencia en el debate público.

En el ala socialista pronostican que el debate no debiera dar lugar a mucho más. “Son fuegos de artificio” de la líder de Sumar en un intento de recuperar el terreno perdido y que “no van a ninguna parte”. Y es que esta partida, sí o sí, “la ganará Montero”, sentencia un ministro. ¿Aunque Sumar siga adelante con la Proposición de ley que puede salir por amplia mayoría en el Congreso? Esa es la pregunta. “¿Acaso ella está dispuesta a asumir el coste de que su propuesta salga con los votos del PP+VOX+UPN?”, responden en el PSOE. 

Con este gobierno, como en Blade Runner, ya se han visto antes cosas que no creeríais. No atacar naves en llamas más allá de Orion ni ver rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, pero sí estrambotes como el del terrorista, condenado en sentencia firme y ya en prisión, que esta semana declaró presencialmente ante una comisión de investigación para acusar al Estado de terrorismo. La pregunta también en este caso es si todos estos momentos se perderán. O no.