Moncloa se estrella con el SMI: sin apoyos y sin discurso
Choque total. Las «abiertas discrepancias en política fiscal» entre el PSOE y Sumar quedaron ayer de relieve, abiertas en canal, en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros. Una exhibición indisimulada de la evidencia. Ni en tiempos de Podemos se recuerda tamaña tensión, que acabó por eclipsar lo que, a priori, era un buen día para el Ejecutivo. En la cartera de anuncios: la subida del Salario Mínimo, pero lo que suponía un activo se tornó en pasivo. Por primera vez, los perceptores del SMI tendrán que tributar el IRPF y esta decisión, impuesta unilateralmente por Hacienda a Trabajo, reventó la comparecencia, forzando un «cara a cara» inédito entre PSOE y Sumar a cuenta de la medida.
El movimiento de Hacienda ha forzado además un alineamiento insólito: Sumar, Podemos y el PP presentaron ayer tres iniciativas paralelas en el Congreso de los Diputados para revertir la medida, lo que deja en evidencia la soledad de Moncloa. «¿Va a votar Sumar con PP y Vox?», desafiaban fuentes socialistas a sus socios. Sin embargo, la falta de apoyo parlamentario no supone necesariamente que el Gobierno se vea obligado a rectificar. Al Ejecutivo le asiste una prerrogativa, un as en la manga, la capacidad para vetar cualquier iniciativa que suponga una merma de ingresos públicos. Pero no está claro que lleven hasta el final el desafío.
Fuentes gubernamentales ya mostraban ayer su preocupación por el impacto que pueda tener esta cuestión y cómo lo puedan interpretar los perceptores del salario mínimo. «No es una medida progresista», critican desde la izquierda. Otras fuentes de la coalición consideran que esta cuestión le puede pasar factura a María Jesús Montero en su carrera por la Junta de Andalucía y presionan desde Sumar para que el PSOE «rectifique». «No se podrá presentar ante los votantes con ese recorte», resuelven. También hay voces desde el ala socialista que avanzan que, si desde la izquierda se blandiera esta cuestión como condición para negociar, por ejemplo, su apoyo a otras iniciativas o el proyecto presupuestario podría acabar por decaer. A la espera de cómo acabe resolviéndose, la imagen que proyectó la coalición fue de absoluto vodevil.
La vicepresidenta segunda reconoció que la decisión de gravar fiscalmente el salario mínimo no estaba consensuada ni comunicada, pese a que, además de la reunión ordinaria de los martes, había compartido una interministerial sobre la DANA con María Jesús Montero, en la que tampoco le comentó el asunto. «No existió debate. No hubo deliberación ni comunicación a ninguna de las partes que componemos el espacio de Sumar en el Gobierno», reveló, para apuntar inmediatamente: «Me he enterado por los medios». La cara de Pilar Alegría, sentada junto a Díaz, era un poema y también un ejercicio de contención.
La vicepresidenta prosiguió lanzando una puya a su socio de coalición, recordando que «acabamos de hacer un regalo fiscal a los rentistas, que se desgravarán el 100% del IRPF». Alegría no se contuvo más y tomó la palabra inmediatamente para terciar, replicando a Díaz con la pedagogía fiscal del PSOE, y reivindicar la «satisfacción» del Gobierno por lo que supone el objeto del debate –pese a quedar ya totalmente opacado– que es «volver a aprobar una subida del salario mínimo como la que hoy hemos hecho pública».
En este punto, Alegría también quiso rebatir el discurso de «hablar de lo que se lleva Hacienda», en alusión a la retórica confiscatoria, señalando que «esa parte que se lleva Hacienda va a consolidar los servicios públicos». Justo en este momento, Díaz comenzó a reírse y a hacer gestos de desaprobación. El clima estaba ya tan enrarecido que la vicepresidenta segunda se vio obligada a iniciar su siguiente intervención proclamando que «el Gobierno de coalición goza de buena salud». «Trabajo ha hecho lo que tenía que hacer, el resto de consideraciones, me remito a la ministra de Hacienda», respondió. Fuentes de Sumar señalan que su intención era no entrar en la confrontación con el PSOE por esta cuestión, pese a que las «discrepancias en política fiscal son manifiestas». «No íbamos a responder, iba a ser algo tranquilito, pero claro, nos lanzan esto 15 minutos antes...», aseguran, en referencia al anuncio de Hacienda de que finalmente el SMI acabaría tributando.