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Gulag del ayer hasta hoy

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Yehuda Ari Warshawska fue enviado a Siberia por pedir que se discutiera una orden de Stalin antes de ejecutarla

 

Gracias a los amigos y colegas de siempre y recientes que acompañan nuestro duelo por el hasta luego de mi hermana Miriam, vocablo hebreo de  varios significados, prefiero el poético: “Estrella y señora del mar”, que traducido al griego y el latín se convirtió en el nombre María.

Miriam fue ejemplar por su talento para interpretar la noticia en función de servicio social y comunitario desde su periodismo ético. Generosa, tolerante, amiga leal sin distinciones, con un marcado acento y sentido del humor. Además, sabía lo de “tejer, bordar y poner la mesa en su santo lugar” que cantamos durante la buena infancia. Persona integral. Mentch en yidish, el idioma de la judeidad europea tan amado por Franz Kafka y llevado al Nobel por Bashevis Singer.

Este segundo testimonio familiar llegado al mismo apartado postal caraqueño descrito en mi columna anterior Auschwitz ayer y siempre vino del hermano menor de Rebeca -nuestra brillante mamá- quien desde el Gulag –gigantesco campo de concentración ruso para trabajos forzados– avisó que seguía vivo y dudaba de que su carta nos llegara. Los milagros ocurren, la misiva de tía Gutka con esta, muy amarillentas y arrugadas, se resguardan en YIVO, instituto estadounidense que preserva  valiosos originales escritos en yidish.

Yehuda Ari Warshawska, periodista militante del Partido Comunista Polaco pro soviético, nació de padres ultrarreligiosos y se desligó de su religión. Fue de los camaradas que colgaron pancartas nocturnas contra sus verdugos gubernamentales, pero se atrevió a criticar en clandestina sesión una orden de Stalin que consideró injusta, cruel y contradictoria, que pidió se discutiera antes de implementarla. Pocas horas después fue secuestrado en su domicilio y enviado a Siberia –años cuarenta– desde donde nos pidió: “…si esto les llega por favor de inmediato recojan las migas del pan y en este mismo sobre me las mandan…”, episodio latente en múltiples sobremesas y marcó una herida siempre abierta en las memorias del alma familiar.

Aprendimos la lección. Nazismo y comunismo conceptualmente se equivalen, aunque por pactos históricos necesarios en su momento, sus métodos luzcan contrarios. El fascismo está en sus ADN legado a las organizaciones hereditarias, incluso capitalistas liberales, que configuran el presente llamado Nuevo Orden Mundial. Nada nuevo. Son zares, ayatolás, presidentes legítimos y usurpadores, primeros ministros, jefes militares, todos monarquizados. Es el retorno del rey endiosado con su cortejo  de adulantes, consejeros y bufones, quienes deciden el destino de sus siervos locales y agentes transnacionales. Tantos milenios que en nombre de distintos ídolos y dioses legitimaron la esclavitud de masas y costó tanta sangre inocente hasta inventar la democracia –tiene menos de 300 años– con sus leyes de convivencia y la botan hacia La historia universal de la infamia (1944), como tituló Jorge Luis Borges su volumen de cuentos. Con seguridad usaría la frase para calificar los delitos políticos del hoy  cuando presidentes electos en comicios democráticos justos son relegados por sus majestades a diestra y siniestra que apoyan dictaduras y tiranías. Actúan al modo de reyes arbitrarios déspotas, anulando sistemáticamente las leyes que los llevaron al poder. Ahora no lo disimulan, admiten sus tropelías sin vergüenza ni escrúpulos porque el adversario es enemigo, su banalidad constitucional es ridícula y desechable.

Las modernas altezas reales predican el orden, siembran el caos y cosechan violencia para justificar su abuso de poder por medio de la inhumana opresión. Buscan extender su mandato a países aledaños y lejanos para consolidar sus imperios. Venezuela chavista es el ejemplo palpable de una sucursal del sistema delictivo neoimperial sostenido durante un cuarto de siglo mediante el cultivo de mentiras, fraudes electorales, secuestros exprés, torturas, crímenes de lesa humanidad y represión cotidiana. Sus consignas: El Estado soy yo y mi partido, el pueblo me eligió y tiene que obedecer. De lo contrario pasan al capitalino Helicoide mayor extendido hacia todos los rincones del reino, recintos protegidos por nuestras armas de uniformados patriotas indiscutibles.

Pero  no existe crimen sin castigo, en todo imperio de rey narcisista hay quien denuncia verdades representando la rebelión popular indetenible. Mito ancestral renovado por el narrador danés Hans Christian Andersen en El traje nuevo del emperador. Un monarca que solo adoraba la riqueza material y la mostraba con su lujosa vestimenta. Desfilando un día para lucir su reciente atavío especial, un niño lo vio y gritó que el rey estaba desnudo. En efecto, porque sus asistentes, opositores infiltrados, eso decidieron mientras lo preparaban para el convocado show callejero. No pudo verse en el espejo.

Y en estos regímenes también sobreviven los  eternos descendientes de El flautista de Hamelín,  leyenda alemana de las numerosas recolectadas por los Hermanos Grimm. Una aldea indefensa amaneció repleta de ratas y uno de sus pobladores, músico pobre, se comprometió a liberarla de tamaño peligro si le daban el instrumento que sabía utilizar. Cumplió su promesa y el sonido de su  flauta logró que las ratas engordadas con los alimentos de la población lo siguieran embelesadas hasta el río donde sucumbieron.

Parece idiota o necio recurrir a cuentos de hadas y folklóricos para resolver asuntos graves como el Gulag del siglo XXI. Sin embargo, la literatura de todos los tiempos sirve para distraer, motivar, sugerir, pensar, preguntar(se) y decidir. Las respuestas dependen del entorno en bastante medida. Pero la reflexión personal sumada, cada una por una, hasta configurar un todo mayoritario, es el factor determinante en el destino de pueblos, naciones y continentes. Acaso también el de este atómico y  nuclear planeta.

alifrei@hotmail.com

La entrada Gulag del ayer hasta hoy se publicó primero en EL NACIONAL.