Tres prosas frescas, por Mirko Lauer
37 comentarios a no libros (Lima, La Balanza, 2024) puede ser leída como una larga adivinanza. ¿Qué impide que las palabras caigan, y ese permanecer en el aire, qué significa? En su prólogo Luz María Bedoya da varias respuestas, pero igual seguimos leyendo. No queremos la respuesta. Queremos saber qué son los no libros del título. Como poesía, estamos ante un buen ejercicio de neo-barroco 2.0.
Como prosa estamos muy cerca del surrealismo, por ejemplo el de la checa Vera Lindhartová y su Interanálisis de los fluidos contiguos. Al final son Góngora y el talento de la autora lo que mantiene a estas palabras suspendidas en el aire de nuestra atención. O pequeños enigmas como el de la lluvia desigual o el de “tumulto modula hebra y temperatura”. El breve prólogo es de una intensa inteligencia.
Enciclopedia vacía. El gran sueño (Lima, Personaje Secundario, 2024), de Ricardo Sumalavia, es un entretenido museo de fantasmagoría asiática; aquí el espacio de lo fantasmal es la familia, padres, hermanos, tíos. Situaciones estrambóticas saltando por entre cajas chinas, con elegancia. Es una lectura muy fresca y ligera, con mucho humor.
El libro está construido como un templo: cero adherencias externas del editor, sin más textos dentro que los ofrecidos por el título, como un edificio de paredes lisas. A la vez es muy importante el espacio interior, como pequeños patios centrales formados por cada viñeta, casi una por texto, de Eduardo Tokeshi. Merecen mirarse detenidamente.
Carrizo, gestar la vida, de Alejandra Ortiz de Zevallos (Lima, 2024) recorre los varios talentos de la autora: fotos de una instalación, textos ilustrativos sobre la planta misma, un pequeño estudio sociológico, acuarelas y fotos de tejidos con el carrizo torcido (q´eswa). El libro evoca el afecto de El señor gallinazo vuelve a Lima, de Sebastián Salazar Bondy, o el meticuloso esplendor de Ajíes peruanos.
La parte escrita es algo errática, incluso en lo tipográfico, pero no menos interesante que las demás, casi todas representaciones sobre el arte textil del carrizo. En su breve texto Querido carrizo, Ortiz dice: “El carrizo es una antena en medio de la ciudad que nos avisa por dónde pasa el agua”. Su queja es que por Lima pasa cada vez menos agua.