La espectacular ermita ubicada en lo alto de un acantilado sobre un embalse de Huesca
La encantadora provincia de Huesca abarca el norte de Aragón con sus espectaculares paisajes pirenaicos y sus enclaves mágicos. Lejos de las masificaciones y las ciudades bulliciosas, los pueblos oscenses son el destino perfecto para una escapada en la naturaleza.
Uno de esos preciosos paisajes lo encontramos en el Pirineo, y es el Congosto de Montrebei y Montfalcó, un lugar donde las rutas de senderismo atraviesan grandes montañas y amplios lagos y embalses y donde edificios históricos han sido capaces de sobrevivir al inevitable paso del tiempo.
El Congosto de Montrebei y Montfalcó
La comarca de Ribagorza, un lugar en el que la despoblación abunda, los enclaves mágicos superan en número a los habitantes. Es allí donde encontramos Montfalcó, una joya de la naturaleza con paredes verticales de más de 500 metros de altura y que sirven de frontera natural entre Huesca y Lleida.
Cada año, cientos de aventureros y amantes del deporte al aire libre se dirigen hasta allí para disfrutar de alguna de sus muchas actividades y rutas como la de las pasarelas de Montfalcó. Esta gran cresta rocosa se levanta imponente sobre el embalse de Canelles, y es precisamente en lo más alto de este lugar donde encontramos una impresionante ermita que quita el aliento.
La ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio
Esta ermita tiene su origen en el siglo XI, aunque es cierto que se restauró en el año 1996 por parte del Gobierno de Aragón para tratar de conservar su estructura e historia. Pertenece al municipio oscense de Viacamp y desde ella es posible disfrutar de la mejor panorámica de todo el embalse y el entorno natural que la rodea.
Este edificio es de planta rectangular irregular debido a las adaptaciones que se realizaron para que se adaptara lo mejor posible a su ubicación sobre la roca. Conocida como la ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio, visitarla es una auténtica aventura solo apta para valientes.
Tiene dos naves y doble cabecera recta, y cree que antiguamente una de las naves contaba con una cabecera semicircular, pero no puede confirmarse. Cuenta con una bóveda de medio cañón y una ventana por la que se puede ver el exterior. En la pared norte de la ermita encontramos una puerta formada por un arco de medio punto que permite la entrada al interior.
Antiguamente, el templo religioso contaba con pinturas murales que fueron retiradas para su conservación y protección durante las labores de restauración. Sin duda, llegar hasta lo más alto de esta acantilado sobre el embalse y apreciar las maravillas que ofrece es una experiencia única.